El Pejerrey Empedernido se despide hasta después de que el grone Baltasar y su amigotes os dejen algún preciado regalo. Además de saludos decembrinos y honras al formidable Don Miguel de Cervantes Saavedra, nos acerca en esta ocasión una tradicional receta manchega que suena a revuelto y es para chuparse los dedos.
Porque estás que te vas, y te vas, y te vas, y te vas. Y te vas, y te vas, y no te has ido. Y yo estoy esperando tu amor, esperando tu amor, esperando tu amor, o esperando tu olvido. No me amenaces, no me amenaces. Si ya fue tu destino olvidar mi cariño, pues agarra tu rumbo y vete; pero no me amenaces, no me amenaces…No es para ella, tal cual nos amaestraría José Alfredo, pues no manito; sino para él, el ’21 y del cual nos despedimos sin murrias aunque por qué no, rájate año con una vez más ¡salud!, que mejor fue haberte vivido que tan sólo espiarte desde el silencio, sobre la yacija doliente, ni que decirte lejos, en la sepultura…Y para las galas decembrinas que ya al pie del aldabón nos chamuyan, reciban todos ustedes, amigos, vecinas y hasta demonios del enemigo, los más altos deseos de este Peje para el natalicio celebrante, seas del Cristo, del Templo Antiguo, del sable de Alí, ácrata o, tal cual por estos lados, hereje entre los ateos, pues la fe no es asunto para los pescadillos y sus enamoradas entre retozos alumbrados allá por el Tuyú; ni qué les cuento para el nuevo lunario que nos llega…Así entonces y por siempre, con la honra y respetos que merecéis, tanto que ya nos volveremos a encontrar tras algunas jornadas, en enero, este texto surge porque sí, porque a veces las letrillas deben ser hijas del capricho que cantan los timbales, el mismo que si son ellas las escribidoras los que así se imponen son los antojos y por sus tetas…En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera…Cómo reparar mi olvido durante tanto tiempo de encuentros entre nosotros sin rendirme ante el creador de la lengua; quizás con esta receta: si son dos los comensales, en zaragüelles o en basquiñas, qué más da del verbo dar; cuatro huevos gallináceos, panceta de chancho no importa si malevo o bonachón y chistorra, que si no la hay por tan manchega ella que es, pues entonces de la nuestra salchicha parrillera refocilada entre ajos y pimentón. Picadillo al hacer con las carnitas de la charcutería, para revolverlo entre aquellos huevos que se estrellan sobre sartén que pela y untada con aceite de oliva. Entonces sal y pimienta y una lluvia final de perejil, como el que podría entonar si lo verde tuviera otro nombre debería llamarse rocío, si pudiera crecer desde el agua volvería a la infancia del rio. En el verde laurel de tus ojos el misterio del bosque se asoma y la vida otra vez vuelve a flor de tu piel. Un pan del mejor que cruja y ni decirles me atrevo que si no danza en copas el mejor tinto que gusten o puedan, el pecado vuestro no tendrá redención. El platillo que como revuelto suena es el que don Miguel nombra con su magia tal cual Duelos y Quebrantos…Y para más lueguito, en derredor de la mesa a empelotarnos amigos y amigas para que en modestas y hasta si se quiere candorosas Saturnales, sin ofender pudores algunos ni vecindades, a la ronda y de viva voz mientras la ambrosía africana cuela con azúcar: Aquí tamo tó lo negro que venimos a rogar que nos conceda permiso para cantá y bailar. ¡Ay mamá Inés! ¡Ay mamá Inés! Todo los negros tomamo café. ¡Ay mamá Inés! ¡Ay mamá Inés! Todo los negros tomamo café. Pero Belén, Belén, Belén adonde anda tú metía, que en to Jesús María yo te buscá y no te encontrá. !Ay chico sí! Yo estaba en casa e madrina que ayer me mandó buscá, en el solar de la esquina que ella vive en el manglar. ¡Ay mamá Inés! ¡Ay mamá Inés! Todo los negros tomamo café…Pues hasta aquí mis amores y desamores, mi amigos y enemigos, que como antes les batía ¡salud para todomundo! Y prontito nos vemos, tras los Reyes supongo, porque como el del fuelle divino decía, nunca me fui, siempre estoy volviendo.
Texto tomado del sitio Socompa. El Pejerrey Empedernido es heterónimo de Víctor Ego Ducrot, periodista, escritor, profesor universitario y director de esta página. Doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la misma UNLP. En esa casa de estudios tiene a su cargo las cátedras Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la maestría Comunicación y Criminología Mediática – en la cual integra el Consejo Académico –, y Planificación y Gestión de Medios, de la Maestría en Periodismo.