Stephen King publicó “El Resplandor” en 1977 y fue un éxito mundial. Cinco años después, Stanley Kubrick estrenó la película basada en ella, que ya forma parte de la historia del cine pero que a King no le gustó, tanto que produjo y controló en detalle la miniserie sobre la novela de 1997. ¿Qué se juega y qué se pone en tensión cuando una novela se lleva a otro lenguaje?
Por Osvaldo Drozd (*) / Cuando una obra literaria es llevada al cine inevitablemente habrá diferencias. El traslado de lo escrito a otro formato, en este caso visual y auditivo, nunca podrá ser correspondido fehacientemente debido a que la aprehensión de lo real realizada por medios como pueden ser un texto hecho con letras y otro con imágenes y sonidos, nunca podrán captar la totalidad, ni la temporalidad que se pone en juego. En ambos textos habrá una selección necesaria y simultáneamente habrá exclusiones.
De todas maneras la adaptación siempre tendrá esos factores comunes inevitables y necesarios para que una nueva obra realizada en un nuevo soporte sea la representación de la anterior. Trama, personajes, lugares, tiempo histórico e incluso cierta interpretación ideológica acerca de lo que sucede en el desarrollo. Siempre se hablará de una cierta traición al texto original, cuando los elementos considerados se encuentren sustancialmente alterados.
Se estrenó en 1997 la miniserie El Resplandor (The Shining) basada en la novela homónima de Stephen King publicada en 1977. La dirección de la serie hecha en tres capítulos de una hora y media cada uno fue a cargo del cineasta Mick Garris, bajo el asesoramiento y la mirada atenta del mismo King. El prolífico narrador se sabe que nunca estuvo muy conforme con la versión cinematográfica realizada por Stanley Kubrick en 1980 y que fuera de gran éxito. Stephen King no sólo escribió el guion de la miniserie del ’97, sino que además aparece en un cameo.
En lo que sigue intentaremos elucidar, entre otras cosas, el porqué de la disconformidad del escritor con respecto a la obra del cineasta.
Partiremos del hecho indudable que tanto el libro como el filme, en su particularidad muestran el gran talento de sus hacedores, y esto mismo es lo que hizo que ambas producciones se convirtieran en obras de culto. El problema que se plantea en la diferencia es de otra índole, posiblemente tenga que ver con visiones encontradas, con perspectivas ideológicas no del todo solidarias. Para Stephen King su novela, representaba mucho más que un gran éxito editorial, el primero y tal vez el más importante de su larga cosecha. En la trama se ponía en juego parte de su propia historia personal. Para Kubrick la producción de este filme significaba una gran oportunidad para lograr su propia redención como cineasta, tras el relativo fracaso de su anterior película Barry Lyndon realizada en 1975.
Una dificultad que surge en la confección de esta nota, es que su lector no haya visto la película ni la miniserie, o que tampoco haya leído la novela de King; pues se encontrará inevitablemente con referencias que sería imposible comprender sin conocer el contexto general, cosa que excede largamente las posibilidades de lo que se intenta explayar. De esta forma, sin conocer previamente la obra, tampoco se corre el riesgo de anticipar el final para quien no lo conozca, aunque en la novela y en el filme no coincidan plenamente; debido a que se tornaría ilegible.
Las diferencias más notorias entre ambas obras, son sin dudas la caracterización de sus personajes, incluso la exclusión de algunos que están presentes en la novela y que no aparecerán en el filme. Casi todos los que escribieron sobre este tema, coinciden con el litigio que se plantea a partir de un personaje como Jack Torrance. Quien escribe considera que la exclusión de alguien como Al Shockley, amigo íntimo de Jack representa un señuelo significativo por dónde se puede entrar a analizar la perspectiva kubrickiana. Volveremos más adelante a desarrollar las principales diferencias entre estas dos obras, entre ellas sus personajes.
Entre las diferencias hay algunas que siendo significativas no alteran demasiado la obra original, incluso se podría decir que algunas de ellas funcionan como un nuevo condimento que le otorga un sabor bastante interesante. Elegiremos algunos ejemplos al respecto.
En la novela tendrán gran importancia los verdes setos recortados con forma de diversos animales: un conejo, un perro, un caballo, una vaca y otros tres más grandes que son leones retozando. Quien había recomendado a Jack Torrance para el trabajo de cuidador del hotel, recordaba a Jack en sus tiempos de estudiante trabajando para arquitectos paisajistas, realizando la poda y el mantenimiento de un jardín ornamental en la casa de una acomodada señora. Ese recuerdo fue lo que hizo que pensara en él para el cuidado del Overlook. Una de las tareas del cuidado de las instalaciones también será mantener esas figuras ornamentales.
Los animales de los setos tendrán su propio protagonismo en la novela. En la película de Kubrick esto será reemplazado por un grandilocuente laberinto verde también hecho con setos. Wendy y Danny, esposa e hijo de Jack en un momento pasean por el laberinto, mientras que este último los observa desde una gran maqueta del laberinto presente en una de las salas más grandes del Overlook. El nombre del hotel elegido por King no resulta ocioso.
En tal sentido la elección de un gran laberinto, duplicado en una maqueta en la que se pueden ver los movimientos al interior del primero, hacen gala panóptica del nombre elegido. No es un simple Mirador, es también algo que ve desde arriba, es algo que nos observa. No es sólo ver sino también ser visto. En ambas obras el Overlook se convertirá en una instancia que se asemeja bastante a lo que Sigmund Freud denominó Superyó.
Volveremos sobre esto más adelante cuando hagamos referencia a los múltiples fantasmas, que en el aislamiento acosarán a nuestros personajes. En el caso puntual del laberinto y su maqueta se puede considerar la función de autoobservación propia de esa instancia descrita por Freud. Kubrick introduce en el guion cinematográfico el hecho de que el hotel construido en 1907 está edificado sobre un cementerio indígena. Es un ingrediente interesante, no presente en la novela, que habría que ver de qué modo se complementa con la idea de “resplandor”.
Como en esos juegos de mesa en los cuales se debe avanzar tantos lugares como indica la cara del dado, se debe evitar caer en determinado casillero para evitar retroceder, empezar de nuevo o incluso perder el partido. La diferencia es que aquí no se trata de azar sino de la voluntad que se ponga en juego para impedir caer en la seducción que produce, saber que no se tiene que entrar en tal lugar sin saber bien el porqué. Cuando Dick Hallorann, el cocinero negro del Overlook se percató que Danny Torrance poseía las dotes paranormales propias de “el resplandor”, mantuvo antes de irse del hotel, una conversación con el niño advirtiéndole de ciertos peligros.
Hallorann le pidió a Danny que nunca entre ni se acerque a la habitación 217. Kubrick utilizará el número 237. El cambio de número tiene que ver con un pedido expreso de los dueños del Timberline Lodge que es el hotel en donde se rodó la película de 1980. Temían que a partir de las escenas que se ven en el filme, nadie más querría ocupar esa plaza. En la novela el cuarto estaba ubicado en un piso distinto al que utilizarán con asiduidad los Torrance en su estancia en la montaña. Danny en el filme se paseará en triciclo por el mismo piso en el que estaba la enigmática pieza, cruzándose además con el fantasma de las gemelas Grady. La forma del pasillo por el que circulará el niño reforzará el aspecto panóptico señalado en el laberinto y su maqueta. Kubrick hará ampliar considerablemente el sonido que emite el triciclo, haciendo que se torne una melodía casi inquietante. En el libro no habrá ni triciclo ni gemelas, lo cual no afectará la idea original del novelista, es más, le dará un condimento especial.
Danny Torrance era un niño con algunos atributos inusuales. Podía ver cosas que otros no ven, saber qué pasaba por la cabeza de sus padres. Además tenía un amigo imaginario, Tony que le daba consejos, le sugería de qué cosas abstenerse. En la miniserie, bajo la sugerencia de King Tony es un adolescente que podía ser la proyección del mismo Danny. En el filme Kubrick utiliza un artificio algo grotesco que es hacer que ese amigo habite en la boca del niño, haciéndole hablar de un modo burlesco. Los padres de Danny saben que su hijo es especial, pero no saben a ciencia cierta cuáles son sus atributos.
Es el chef Dick Hallorann quien al percibir en Danny las cualidades de quien esplende, mantiene una charla con él y le cuenta qué es “el resplandor”. Hallorann también poseía esas cualidades al igual que su abuela, con quien se comunicaban sin hablar. “Hay mucha gente que tiene un poco de esplendor, sin saberlo. Son los que siempre aparecen con flores cuando su mujer está triste. Son los que se dan cuenta de cómo se siente la gente, con sólo entrar en una habitación” le cuenta Dick al niño “…es lo que la Biblia llama tener visiones y algunos hombres de ciencia precognición”.
Hallorann se despidió de Danny, pidiéndole que si algo ocurriese en la estancia invernal en el Overlook, pegase un fuerte grito que él desde lejos lo iría a escuchar y vendría en su socorro, sugiriéndole enfáticamente que no se acerque a la habitación 217, como ya habíamos señalado. La sugerencia del fuerte grito, no está en el filme, por eso el chef desde la lejanía no deja de mirar los noticieros televisivos e intenta infructuosamente comunicarse vía telefónica.
Si existe algún litigio entre la producción fílmica de Kubrick y la novela original de Stephen King, es justamente la interpretación kubrickiana de este personaje, es lo que iría a hacer mucho más ruido de lo que soportan los oídos más afinados. Debido a que siempre habrá más espectadores de cine que lectores de novelas, el Jack Torrance de Kubrick siempre será el más conocido, no sólo por lo antedicho sino también porque la gigantografía en la que el actor Jack Nicholson aparece con un rostro bastante sacado y sucio, en el momento en que rompe con un hacha una puerta de madera; esa imagen logró trascender cuantitativamente a todos los que vieron alguna vez la película.
El Torrance de Kubrick es un personaje bastante despreciable. Todos esperan que termine como al final acaba, congelado en el laberinto. Con gestos burlescos, aire sobrador, voz socarrona y principalmente imbuido de una maldad grotesca, Nicholson inmortalizó a este personaje. Mientras el Torrance de Stephen King se desdobla en el desarrollo de la trama, siendo un personaje en el que muchos lectores varones podrán ver sus propios defectos; el de Kubrick muestra la hilacha maldita desde sus inicios.
En la novela Jack Torrance es un humilde profesor que debido a su adicción alcohólica, le cuesta llevar adelante su vida familiar e incluso maltrata a sus seres queridos. Es un personaje que vive arrepentido de esas actitudes y que intenta redimirse, ganándose el afecto familiar cada vez más esquivo. Convertirse en el cuidador del hotel, en época invernal representa principalmente conseguir un trabajo, terminar de escribir una obra de teatro, y recuperar el amor de sus esposa, ante la posibilidad cierta de un eventual divorcio. A la vez, ganarse la confianza del pequeño Danny.
Se sabe que mucho de ese Torrance fue en verdad parte de la misma vida de Stephen King, quien ante ciertos avatares desventajosos se entregó a la bebida por un tiempo. Debe ser difícil, siendo King verse reflejado por el personaje interpretado por Nicholson. Kubrick quien había tenido su momento de gloria con el rodaje de 2001: una odisea en el espacio (2001: A Space Odyssey) en 1968 y La naranja mecánica (Clockwork Orange) en 1971 venía en decaída tras el relativo fracaso de Barry Lydon en 1975. El éxito editorial de la novela de King en 1977 representaba para el cineasta una oportunidad inigualable, y se ve que supo aprovecharla.
En 1962 Kubrick había tenido arduas negociaciones con Vladimir Nabokov, para que este último le vendiera los derechos de su novela Lolita. Era un especialista en estos temas y por eso decidió comprar los derechos de autor de El Resplandor para hacerla a su gusto. Mientras que King provenía de una humilde familia de trabajadores, Kubrick había nacido en una familia económicamente poderosa.
Más arriba habíamos señalado que Al Shockley fue uno de los personajes más importantes de la novela que por lo contrario no aparece en el filme. Shockley era el íntimo amigo de Torrance en sus tempos de estudiante, compartían noches de jarana y la adicción alcohólica. A diferencia de Jack, Shockley era de una familia acomodada y había comprado la mayor parte de las acciones del Overlook. Es él quien a sabiendas de los problemas que aquejaban a Torrance lo recomendó para el trabajo de cuidador del hotel.
Una escena muy importante de la novela es cuando Jack revisando el sótano, se encontró con un álbum de recortes de diarios de distinta época, en las que pudo corroborar que en ese establecimiento no sólo se hospedaron distintos presidentes estadounidenses, sino también grandes capos mafiosos que incluso se habían tiroteado en los pasillos, dejando algunos cadáveres sobre las alfombras. El hotel también había servido para blanquear dinero ilegítimo. La habitación 217 era el lugar donde se hospedaba la mujer de un poderoso abogado, que recibía asiduamente a jóvenes amantes. Ella terminó suicidándose en la bañera.
Cuando Torrance descubrió esos archivos creyó que ahí estaba el material perfecto para escribir su obra maestra. Su amigo Shockley al enterarse de esto lo llamó enfurecido para decirle que él estaba ahí gracias a su amabilidad, y no para inmiscuirse en cosas que no le correspondían. Así de tajante. No deja de ser esta escena una parte importante en el desencadenamiento de la metamorfosis de nuestro personaje.
Será el mismo Overlook quien se irá apoderando de Torrance para convertirlo en algo así como un monstruo. Van a ser tanto su esposa como su hijo quienes al verlo completamente cambiado dirán abiertamente que ese no era él. A Jack se lo devoraron los espectros.
Sobre el final del filme de Kubrick, aparece la imagen del Gold Room del hotel, y en una de sus paredes blancas pueden verse varias fotos. La cámara se acerca a una de ellas y puede verse ahí , mucha gente posando en una fiesta. Un acercamiento mayor mostrará a Jack Torrance sonriendo. La fecha es del 4 de julio de 1921. Celebraban un nuevo aniversario de la independencia de los Estados Unidos. Si hay alguna semblanza que aluda al álbum de los recortes de diarios encontrado por Jack en el sótano, es precisamente esa. En la película el asesino Grady le dirá a Jack que él siempre perteneció al Overlook.
Dice un proverbio popular que “la soledad es mala consejera”. Cuando se lee la novela de Stephen King es inevitable para quien la haya visto, recordar la película de Ingmar Bergman La hora del lobo (Vargtimmen) realizada en 1968. En este filme el pintor Johan Borg y su esposa Alma quien se encontraba embarazada, se retiran a vivir a una pequeña isla para que nadie los moleste. Al igual que los Torrance aislados por la nieve en un hotel de la montaña, los Borg comenzarán a protagonizar una historia ampliada junto a un concierto de fantasmas. “Será que cuando uno se encuentra muy enamorado, comienza a ver lo mismo que el otro”, se preguntaba Alma cuando relata lo acontecido en la pequeña isla de Baltrum.
Sin entrar en grandes disquisiciones teóricas digamos que lo que Freud denominó Superyó, tenía al menos dos funciones específicas, la ya mencionada autoobservación y la conciencia moral. Esta última como algo que nos habla permanentemente que hace sugerencias e incluso extorsiona. En el desarrollo que Jacques Lacan hizo sobre esa instancia freudiana, dirá que el Superyó no es lo que nos condena por excedernos en la realización de los placeres mundanos. El Superyó en Lacan será un imperativo permanente, una exhortación a gozar sin medidas. Esa es la imagen de Jack Torrance cuando será poseído por el espíritu del Overlook. En tal sentido la interpretación que hace Kubrick es muy buena.
Para Stephen King el Jack Torrance poseído ya no es Jack Torrance, es un semblante, es si se quiere la irrupción directa del Superyó desplazando al Yo mismo. Tal vez sea el fantasma que King imaginó llegar a ser si no torcía su propio rumbo. Es esa imagen que vista en la interpretación de Kubrick debe haberlo escandalizado.
Stephen King es un gran admirador de las narraciones de terror, principalmente las de H.P. Lovecraft. En el caso de El Resplandor es posible leer si se quiere, una secuencia de cuentos articulados del autor de Las Ruinas de Ctuhulhu o El color que cayó del cielo. La referencia a Edgar Allan Poe también es inevitable. La Máscara de la Muerte Roja es un ingrediente importante que aparecerá en la obra que nos estamos refiriendo.
Si es por esas referencias literarias de la literatura estadounidense de terror, se puede decir que en eso, Kubrick no desentonó en lo más mínimo.
(*) Texto tomado del sitio Socompa.