Pasaron 20 años. El 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar lo que se podría definir como primer acto central del Imperio Global Privatizados (IGP), casi una etapa superior del modo neoliberal que se impone y explica el desarrollo de los escenarios regionales y globales. Sin embargo, los relatos impuestos son otros. A los lugares comunes que sin solución de continuidad repiten en cadena casi todas las televisoras de mundo, para la ocasión – el vigésimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y otros puntos d Estados Unidos – se sumaron en catarata y esta vez contando con el poder de las plataformas en streaming, películas de ficción y documentales que, en general circundan aquellos episodios sin abocarse a sus contextos e interpretaciones históricas, epocales; y con esa última expresión una concesión le hago a las feas modas de usar palabras y términos o giros a la moda.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / Quienes quieran un poco más de la misma droga sintonizar pueden cualquier canal de la TV local y de buena parte del mundo también, o circular entre las miles por no decir millones de intervenciones en las llamadas redes sociales. Así estarán a buen reparo ante la posible irrupción de justezas críticas, sin temor a que ninguna de ellas pueda perturbar el apoltronamiento informativo, intelectual y sensible respecto del cual los aparatos mediático / culturales de nuestros tiempos tanto saben, y pueden.
Por ejemplo
Dos oficiales de la Autoridad Portuaria en Nueva York quedan atrapados en los escombros luego de ayudar a que muchos puedan huir de los edificios en derrumbe, llamas y estallidos. Las Torres Gemelas, largometraje de Oliver Stone estrenado en 2006 y que ahora relanzó Netflix, como sinfonía del más ramplón de los finales felices para las desventuras de esos siempre héroes soñados que se encarnan en toda criatura que haya nacido en Estados Unidos.
También se puede ver ¿Cuánto vale una vida?, disponible por supuesto en Netflix. Cuenta como un abogado especialista en mediaciones económicas en casos de siniestros se encuentra ante el problema que concita la existencia de 2.996 víctimas fatales – las reconocidas oficialmente tras los sucesos de aquél 11 de septiembre -, puesto que, narra la película tan afecta a los maniqueísmos embaucadores, semejante cantidad y volumen indemnizatorio hubiese podido ocasionar la quiebra de Estado.
Pueden mencionarse varios otros filmes y ubicables en diversas plataformas, como es el caso de La noche más oscura (2012): la historia de una agente de la CIA que busca e investiga el paradero de Osama Ben Laden. Ganó el Óscar a Mejor Película en 2013.
Atención
Y dejé como última de todas estas citas a la docuserie en cinco episodios Punto de inflexión, porque tiene pretensiones más amplias, tanto que por momentos hasta ciertas críticas a la administración de George W. Bush desliza. El texto introductorio al quinto capítulo dice: Tras dos décadas, Estados Unidos quiere terminar su guerra más larga. Sin embargo, su retirada amenaza con devolver a Afganistán a una realidad represiva y violenta.
Sin embargo
Las napas más profundas de aquellos sucesos, explicativos de la nueva etapa del sistema-mundo capitalista/imperialista que vivimos a escala global – el verdadero tránsito del siglo XX al XXI – han quedado fuera de ese mar de sentidos producidos y divulgados desde los principales centros del poder cultural – los mismos que concentran el monopolio de las fuerzas económicas, financieras y militares – , y digeridos sin beneficio de inventarios por millones de “consumidores” en el planeta todo.
Lo inimaginable antes de ser
Por esos senderos transitaron algunos pocos trabajos interpretativos y de investigación, como lo fue un libro de mi autoría, Bush & Ben Laden SA (Norma; Buenos Aires; noviembre de 2001), quizá el primero que analizó los episodios del 11/9/01 en Estados Unido.
Con multiplicidad de fuentes se propuso demostrar que tanto Al Qaeda como su jefe, el por entonces tan temido Ben Laden, surgieron a la palestra desde una red de cooperaciones entre la CIA, las empresas petroleras de la familia Bush y el poder político/económico de Arabia Saudita.
También, y quizás ello sea el intento medular de ese libro: como al tiempo lo plantearon otros autores y los reconocieron en el propio Congreso de Estados Unidos, se formulan indicios y pruebas varias que los atentados tuvieron lugar con el conocimiento de elementos relevantes de la propia administración Bush y de algunas de las facciones de sistema corporativo financiero, con anclajes en los dominios del mismo Estado y de sus servicios de Inteligencia.
El 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar lo que se podría definir con primer acto central de lo que en el libro citado refiero como Imperio Global Privatizados (IGP), casi una etapa superior del modo neoliberal que domina y explica el desarrollo de los escenarios regionales y globales, como por ejemplo el de la reciente retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, maniobra de Washington que en un reciente artículo califiqué de Operación Enroque ((ver: https://www.agepeba.org/2021/08/25/lo-de-estados-unidos-en-afganistan-apenas-si-fue-una-operacion-de-enroque/). En esa Operación Enroque, Estados Unidos mueve y ofrece al Talibán, y se protege a sí mismo…
Pero nada de ello se está diciendo a 20 años de aquel 11/9/01.
(*) Víctor Ego Ducrot, periodista, escritor, profesor universitario y director de esta página y de sus antecesoras Agencia Periodística del Mercosur (APM) y Agencia Periodística del Sur (APAS). Se desempeñó en agencias de noticias, para las cuales durante años cubrió contextos y conflictos internacionales. Doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la misma UNLP. En esa casa de estudios tiene a su cargo las cátedras Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la maestría Comunicación y Criminología Mediática – en la cual integra el Consejo Académico –, y Planificación y Gestión de Medios, de la Maestría en Periodismo.