Mortifica a los que estuvimos dispuestos a dar hasta nuestra sangre por Vietnam y su patriótica lucha que hoy se tracen paralelismos entre la actual salida estadounidense de Kabul con la estampida yanqui de Saigón en 1975: ni escenarios, razones, contendientes y consecuencias tienen algo en común.
Por José Dos Santos, desde La Habana (*) / Es atractiva la imagen, no hay que negarlo, de semejanzas entre las evacuaciones de entonces en aquellos territorios ocupados por tropas del lejano Estados Unidos, pero hasta ahí debía de quedar su uso porque la liberación de Vietnam del Sur, tras larga lucha de un ejército popular guerrillero, nada tiene de común con la ofensiva relámpago de tropas de un extremismo radical repudiable, más allá de cualquier fe religiosa.
Quizás por el axioma de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” pueda parecer que es de celebrar la virtual derrota militar de Washington en Afganistán pero este no es el caso, aunque no pretendo hacer una evaluación a fondeo del tema porque no soy especialista. Pero lo que si soy es un convencido que la causa vietnamita, que concitó una ejemplar solidaridad mundial –incluida la del propio pueblo del país ocupante—no puede empañarse ni enlodarse haciendo un virtual paralelo con lo que está sucediendo hoy en ese otro escenario.
Ni el Frente Popular de Liberación Nacional de Vietnam es comparable con el Estado islámico ni la urgente huida militar estadounidense de hace décadas se parece a una retirada largamente prometida, aunque ahora precipitada por una desbordante ofensiva de un feroz tigre agazapado.
La gesta de Vietnam la recordaremos siempre como un episodio glorioso de las luchas populares emancipadoras. El de Afganistán está por verse como se inscribirá en la historia de estos tiempos turbulentos de la humanidad.
(*) Destacado periodista cubano, legendario corresponsal, editor y Director de Informaciones de la agencia Prensa Latina.