El Pejerrey Empedernido se pregunta cómo en un país donde se podría saciar la barriga y el disfrute de millones, la comida es un lujo sólo para ricos. Intenta respuestas, y de paso te ofrece una receta de rabo encendido para empezar a cambiar las cosas.
Oiga don, por qué el choreo a los bolsillos de los humanos que viven en este país es histórico ya, endémico y sin posible solución de fondo, a menos que un gobierno y la sociedad en su conjunto, o al menos mayoritariamente ella, estén dispuestos a cortar varias testas, a cruzar a cuchillo una cuantas jetas y a patear hasta el fondo mismo a poderosos culos. ¡Eh, Don Rabo, usté que es un sujeto sabio, mucho más reflexivo que este Peje, que ya tiene las agallas y las aletas que se las patea de ver como se pavonea impune el turraje, por qué no nos explica lo que está pasando! Si me han chimentado que más allá sus muchos entreveros entre vacas y toros enamorados, y demasiados, añosos, finales en calderos bullentes sí señor, me han chimentado, que vuestra Usía supo meterle a esos asuntos de la economía aplicada a la vida de los de a pie, a las cuentas macros que grandes y micros que pequeñas del quehacer para el yante, a las lides en pos de un objetivo de soberanía alimentaria y democratización del goce por el gusto, y a desmadejar los enjambres saraseros con los que empresarios, bolicheros de baja estofa, políticos de uno y otro lado y medios de comunicación, toditos de estofas, valga repetir tan pronto la palabreja, aún más rastreras, le nublan la entendedera a los más pintados y hacen que hasta las más ranas de todas las ranas damas se deglutan como si maldición del destino fuere que comer en este país, donde se podría saciar la barriga y el disfrute de millones, sea un lujo sólo para mal nacidos burgueses, o fulanos y fulanas con pretensiones de tales… ¡Sí, por favor, Don Rabo, cuéntenos!… Y Don Rabo me dio bola: los del Indec dicen que el año pasado los precios generales de los alimentos subieron un 40,9 por ciento, pese a que, a nivel global o internacional esa suba fue de aproximadamente 3,5 por ciento; y en dos países que los genios de las mediciones locales suelen tomar como referencia, Estados Unidos por lo del dólar y España por lo del euro, los incrementos mensuales fueron del 0,29 y 0,3 por ciento respectivamente… Y sigue: los mismos datos oficiales sostienen que, por aquí, en abril último el morfi aumento un 4,3 por ciento y que, la carne por ejemplo, trepó en incrementos de hasta un 66 por ciento en los últimos 12 meses… Podríamos continuar pero para qué, pues está claro que quienes por estas tierras hacen las cuentas son o se hacen los nabos, o en sus reverendas putas vidas han ido a comprar lo que comen; o peor aún: todo les importa un carajo, puesto que como sus usuales mandantes, políticos, funcionarios gubernamental y empresarios, los ingresos propios y bienes amigos son infinitamente más abultados que los nuestros, los del equipo de la gilería que la yuga y la yuga, haga calor, frío; truene o nos mate el COVID… Como muestra sobran algunos pocos botones, aunque El Peje seguro preferiría escribir sobran algunas lentejas, que con salteados como el altísimo o el bajísimo mandan, chorizos colorados, pancetas y caldos de huesos y viandas hecho en casa se convierten en guiso risueño para otoños carilargos: porque la verdad de la milanesa empanada con ajillo de perejiles y qué salga con fritas y a caballo o a lomo de cebra pero redondos, amarillos y con sal, la verdad es que, al menos en las barriadas de Buenos Aires y sus alrededores, los productos básicos de almacén vienen registrando hace un año aumentos de no menos del 10 o el 15 por ciento mensuales, y más todavía si de lácteos se trata, que para zamparse un queso o u yogur poco menos hay que desalambrar, a desalambrar un latifundio; los de las hortalizas, frutas y verduras corren con indicadores de hasta un 40 por ciento períodos, además de sus variantes por estacionalidad. Y los de carnicerías, granjas polleras y pescaderías vienen danzando al ritmo de un 25 por ciento cada 30 días, siempre como promedio… Y si contemplamos que los ingresos populares, salvo los de algunos salarios que por capacidad de fuego sindical y connivencias con las propias patronales, provocan cínicos festejos pese a que en medio de esa hecatombe logran hasta alguito más de un 30 por ciento, a pagar en cuotas; entonces sí concluimos: lo siento don Peje, porque usted es un bicho optimista y no como yo, que apenas si un saldo de mostrador sólo bien aprovechado en cocinas sutiles, lo siento le decía, así una sociedad es inviable si aspira a cierta justicia, a cierta felicidad, que no sea esa la bobalicona de mercado que ofrecen las publicidades por TV y en el algoritmo, de señoras rubias y bonitas, maridos espirituosos y niñatos y niñatas dulces como una mermelada en mal estado. Le reafirmo, así esto no va, aunque nos metan versitos edulcorados o nos quieran vender neoespejitos de colores… Ahora bien, usted me preguntaba acerca del porqué de toda mierda hasta el cuello. Sin pretensiones de totalidad en el enunciado de causas y mucho menos de clase aburrida, que para eso está su amigo Ducrot, que se gana la vida entre escrituras y metiéndole muelas –así le dicen en el Caribe al acto de la perorata – a sus estudiantes, pasaré a chamaullarle sobre algunos tópicos, para que tanto usted como sus lectores lleguen, si quieren, a sus propias, solitarias y libres conclusiones, que suelen ser las más cercanas al acierto: Los últimos ejercicios económicos anuales, correspondientes al 2020, de tres de los más importantes grupos económicos de alimentos del país, muestran que han ganado mucho dinero en el año de la pandemia… Los números en el primer año del coronavirus de Molinos Río de la Plata, de la familia Pérez Companc, de Ledesma, de la familia Blaquier, y de Arcor, de la familia Pagani, son tan positivos que exigen una revisión insistente para que el asombro que entrega cada una de las páginas de sus respectivos balances no quede confundido por el intenso humo de comunicados de cámaras corporativas. Molinos informa en el balance que registró ingresos anuales por el equivalente de 3.300 millones de dólares, por ejemplo, y podría continuar… El fenómeno inflacionario en la economía argentina es multicausal, como lo reconoce hasta el FMI. Existen cuestiones estructurales que lo explican vinculadas a condiciones macroeconómicas (fiscal, monetaria y cambiaria). También juegan aspectos de la política de ingresos (precios y salarios), lo que se conoce como puja distributiva. La posición dominante de empresas que elevan el nivel de precios genera expectativas de remarcación. El FMI llegó a la conclusión de que la concentración económica es un problema y puede generar márgenes adicionales que impactan en precios y en la competencia. Sus economistas Federico Díez y Romain Duval afirman que “a medida que aumenta el poder de mercado de una empresa, puede ampliar sus beneficios cobrando un precio más alto y reduciendo su producción”. Son datos y evaluaciones aportadas el 2 de mayo último en Página/12, por el periodista Alfredo Zaiat… Gustavo Lovrich, investigador del CONICET, habla sobre los mares: Vienen a llevarse nuestro calamar, a llevarlo clandestinamente y a llevarlo desde Malvinas. Ese dato es importantísimo. Cuando uno piensa en la soberanía de Malvinas piensa en el territorio, piensa en las islas y no está pensando en el mar. El mar es clave, hay recursos centrales. No solo petróleo sino sobre todo pesca. Una de las cosas de las que se ocupa el Estado tiene que ver con otorgar los permisos de pesca, y esa es otra cosa que vamos a tratar, cómo se otorgan los permisos a los buques de bandera argentina y a los de otras banderas. Respecto de las banderas de los buques hay una enorme discusión y un proceso de flexibilización para contratar fuerza de trabajo más barata. Cuando hablamos de mar, pesca y soberanía hablamos de condiciones de los trabajadores y trabajadoras, hablamos de tener desarrollo, de tener alimentación adecuada… El sitio Hamartia se refiere a los ríos y la denominada Hidrovía: ¿A quién beneficia la hidrovía tal como se encuentra ahora? De manera ininterrumpida viajan, a través de este conducto, millones de toneladas de granos y productos industriales derivados, procedentes de Bolivia, Argentina, Paraguay y sur de Brasil -en menor medida, se trasladan minerales desde Bolivia y Brasil- hacia el océano Atlántico. Por lo tanto, la HPP constituye una parte del sistema productivo agroindustrial de vital importancia para el comercio exterior y la economía regional. El principal producto de exportación de la región es la soja, junto con otros cultivos como el maíz, trigo, cebada, sorgo, girasol, maní, y sus derivados como harinas y aceites. El tramo licitado, ubicado en la provincia de Santa Fe, es el corazón de la hidrovía por su capacidad de tránsito de embarcaciones de gran tamaño que allí encuentran mayor calado. El desarrollo de la HPP coincide con el crecimiento exponencial del cultivo de la soja. Santa Fe es la primera productora de soja, seguida por Córdoba y la provincia de Buenos Aires. (Ya) en 2016, casi 80 millones de toneladas (45 millones fueron granos) salieron a Asia, principalmente. Rosafé, como también es conocida esta zona, tiene a varias corporaciones multinacionales vinculadas al agronegocio operando en sus terminales portuarias: Cargill, Bunge Argentina, Louis Dreyfuss, además de filiales como Aceitera General Deheza, Vincentín y Pérez Companc. Para estas corporaciones la hidrovía significa una salida fluvial de sus productos con abaratamiento de costos en fletes y, en consecuencia, mayores ganancias y acumulación capitalista. De tal modo, el extractivismo económico, el capitalismo global y sus costos ambientales, sociales y étnicos nos obliga a repensar la propia sostenibilidad de la vida y la preservación de los ecosistemas… Y podría continuar don Peje, ya se lo dije, pero no; sólo algunas breves consideraciones más, y usted dirá: cifras oficiales admiten que la agricultura familiar abastece entre el 60 y el 70 por ciento de frutas y verduras que se consumen en el país y que esa estructura también está presente en la ganadería, la pesca, la producción láctea, avícola y de huevos, un universo que sufre las consecuencias de la concentración oligopólica sin que más allá de proclamas, intenciones y hasta de leyes, al día de hoy no cuenta con ninguna protección efectiva o sustentable por parte del Estado… En la cadena de explotación que se sufre por estas tierras juegan un papel central los malditos supermercados, acaparadores, formadores de precios que con engañifas publicitarias debido a la especulación financiera, controlan una parte significativa de los abastos locales; y por supuesto la vigencia de una cultura desclasada, oportunista y vil del sálvese quien pueda, de la larga data en la estructura oligárquico neoliberal del ispa, que suele convertir en especulador y remarcador hasta al kiosquero más humilde del barrio; claro, porque no se reconoce a sí mismo como explotado…Y aquí la corto, don Peje, que ya debo haber resultad más denso que su amigo Ducrot… ¡Sí, sí, don Rabo! No nos provea de más desesperanza, porque a menos que un día pase algo serio y se termine con las piaras de prostibularios caciques que ejercen el poder… ¡Bueno, a cortarla en serio; ya me veo que entré también en aquello de la muela (en caribeño); así que Don Rabo, a mí sólo me resta aprovechar sus generosa presencia y ofrecerle a los lectores de Socompa, si es que no se mandaron a mudar, una receta para su propia ontología de vacuno, que tampoco es gratis pero al menos con un esfuerzo menor se puede comprar la carnicería de confianza… Aquí va y la llamaré Rabo Encendido: primero un vuelta y vuelta del rabo desgrasado a cuchilla y en aceite de oliva, hasta que doren en algo sus jetas; luego un sofrito maravilloso y de lustre, también olivoso, con ajos, cebollas, pimientos multicolores, hinojos, puerros, zanahorias y apio, en cortes modositos qué digo piadosos; entonces tomates triturados sin exagerar, vino tinto a consideración dispendiosa, pimentón ahumado, ají molido sin estrecheces, hojas de salvia, de laurel seco, de tomillo, jugo de limón, sal y pimienta; y sí, ahí sin votos de clausura, mejor dicho todo lo contrario, las ruedas del rabo a en esa olla a fuego lento y con prologada cocción, hasta su blandura y justa reducción de la salsa, que no debe ser mezquina en untuosidades… A las cazuelas de barro o platos soperos por fin, con papas asadas, por ejemplo, y un tinto que les recomiendo, bondadoso y accesible a la hora de oblar, un Malbec de Bianchi, bodega mendocina de San Rafael. Y pese a todas las noticias y qué quieren que les diga… ¡Salud!
Texto tomado del sitio Socompa. El Pejerrey Empedernido es heterónimo de Víctor Ego Ducrot, periodista, escritor, profesor universitario y director de esta página. Doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la misma UNLP. Tiene a su la cátedra Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la maestría Comunicación y Criminología Mediática, en la cual integra el Consejo Académico.