Tarde y a contramano de las corporaciones políticas dominantes, que se alternan en el gobierno desde que comenzó esa suerte de democracia vigilada por el pinochetismo, y como consecuencia directa de las movilizaciones populares de los últimos tiempos, en Chile se abre un proceso político que no estará exento de disputas y contradicciones.
En tanto, la información verificable es la siguiente, según despachos de varias agencias de noticias y del sitio Cuba Debate.
Luego de las masivas protestas sociales de hace un año, los chilenos fueron a las urnas este domingo para decidir por cambios en la Constitución.
Los chilenos aprobaron este domingo con un 78,20 por ciento derogar la Constitución legada por la dictadura de Augusto Pinochet y redactar una nueva Carta Magna después de 30 años.
Escrutado el 86,95% de las mesas, un 78,20% de los votantes optaron por la opción «Apruebo» al cambio de Constitución, mientras que un 21,80% apoyó la alternativa del «Rechazo», de acuerdo a los resultados oficiales del Servicio Electoral (Servel).
La participación de la jornada, en tanto, alcanzó al 43%, equivalente a 6,4 millones de votantes.
«Oh, Chile despertó, Chile despertó», gritaron las miles de personas que se congregaron en la céntrica plaza Italia de Santiago, para celebrar el triunfo por un 77% de la opción «Apruebo» al cambio constitucional, versus el 22% que obtuvo la alternativa por el «Rechazo», escrutado el 53% de las mesas.
«Ni de joven pensé que en Chile seriamos capaces de unirnos para semejante cambio (…) Nunca vi tanta gente votando y con ganas de votar, de querer participar», dijo a la AFP María Isabel Ñúñez, de 46 años, ejecutiva de ventas de un banco, quien caminaba de la mano junto a su hija de 20 por la céntrica plaza de Santiago, epicentro de las manifestaciones que estallaron hace un año en Chile.
«Hoy empieza algo nuevo; capaz no es todo rápido pero todo lo que hemos sufrido este año y los años que ha costado sacarse de encima las injusticias que se armaron en dictadura. Todo lo que se haga de ahora en adelante será histórico», afirmó de su lado su hija, Orietta Herraz, quien votó por primera vez en su vida en este plebiscito.
Una manada de gente llegó a este lugar desde todas partes de la capital un poco antes de que se conocieran los resultados oficiales, y tras aislados incidentes con la Policía, estalló la fiesta popular, llena de banderas, luces, fuegos artificiales, y una emoción desbordada.
Las caravanas de autos haciendo sonar sus bocinas colapsaron rápidamente la avenida Alameda, la principal arteria de Santiago, en camino a unirse a los miles que ya celebraban en la plaza Italia. En varias esquinas, personas con banderas chilenas, luces y pancartas festejaban el abultado triunfo.
Al interior del palacio de gobierno, fuertemente custodiado por la Policía, el presidente Sebastián Piñera -que se mostró neutral frente a este referéndum- pidió a los chilenos que la nueva Constitución sea un marco de «unidad» para el futuro.
«Hasta ahora la Constitución nos ha dividido. A partir de hoy, todos debemos colaborar para que la nueva Constitución sea el gran marco de unidad, de estabilidad y de futuro», dijo el mandatario, escoltado por todo su gabinete de ministros.
Más de 14,7 millones de chilenos estaban llamados a votar. Con mascarillas y la esperanza de un cambio, se observaron largas filas durante la mayor parte del día en los centros de votación, donde el proceso transcurrió sin incidentes y con los resguardos sanitarios para evitar contagios de coronarivus.
En el plebiscito, los chilenos también optaron mayoritariamente, con un 79% de los votos, por una convención constituyente integrada 100% por miembros escogidos popularmente, para redactar la nueva Constitución. La otra alternativa era una convención mixta, en la que también participaban parlamentarios en ejercicio.
«No va a ser mágico de la noche a la mañana, pero lo que pase ahora tiene que ver con el aporte de todos nosotros», dijo a la AFP el ingeniero Sebastián Llanta, antes de irse a bailar al ritmo de «Quieren dinero» (1986), una canción-protesta de Los Prisioneros que se hizo popular en plena dictadura (1973-1990) y que sonaba en un altoparlante.
«Hay un triunfo categórico por el Apruebo y nosotros tenemos que ponernos inmediatamente a trabajar para poder elegir los mejores constituyentes», dijo Jacqueline van Rysselberghe, presidenta del oficialista partido Unión Demócrata Independiente (UDI), el más grande del país y el único que apoyó por completo la negativa al cambio constitucional.