“Luego de presidir el golpe en Bolivia, los Estados Unidos declararon a Nicaragua como una «amenaza a la seguridad nacional» anunciando nuevas sanciones, al mismo tiempo que Trump designó a los carteles del narcotráfico en México como «terroristas» sin descartar una intervención militar. Así comenta el diario cubano Granma, en artículo que pasamos a reproducir
Al parecer, un golpe exitoso contra un presidente socialista elegido democráticamente no es suficiente. Inmediatamente después de supervisar un golpe de extrema derecha en Bolivia el 10 de noviembre, la Administración Trump pone su mirada, una vez más, sobre Nicaragua, cuyo gobierno sandinista (democráticamente electo) derrotó un violento intento de golpe en 2018.
Washington designó a Nicaragua como una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos, y anunció que ampliará sus sanciones asfixiantes contra la pequeña nación centroamericana.
Trump también aumenta la temperatura en México, vinculando sin base alguna al país con el terrorismo, incluso sugiriendo una potencial intervención militar. Estos movimientos se manifiestan luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador advierte sobre los intentos de un golpe de Estado de la derecha.
Al igual que Colombia, Brasil, Chile y Ecuador (los aliados de Washington), están desesperados por derrotar los masivos alzamientos populares contra las políticas de austeridad neoliberal y la enorme brecha de desigualdad, los Estados Unidos aumentan las agresiones contra los gobiernos progresistas todavía en pie.
Estos movimientos han llevado a las fuerzas de izquierda en América Latina a alertar sobre el resurgimiento de una Operación Cóndor del siglo XXI: la violenta y velada campaña de la Guerra Fría con el apoyo de los Estados Unidos en toda la región.
La administración Trump declara a Nicaragua una «amenaza a su seguridad nacional»
Un día después del golpe en Bolivia, la Casa Blanca publicó un comunicado aplaudiendo el putsch militar y dejando claro cuáles son los dos países que vienen a continuación en la lista de objetivos de Washington: «Estos eventos envían una fuerte señal a los regímenes ilegítimos de Venezuela y Nicaragua», declaró Trump.
El 25 de noviembre, la Casa Blanca de Trump, de forma discreta publicó un comunicado caracterizando a Nicaragua como «una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos».
Esto prolonga un año más la orden ejecutiva firmada por Trump en 2018 declarando «estado de emergencia nacional» al país centroamericano.
La declaración de Trump de 2018 vino luego de un fallido y violento intento de golpe en Nicaragua. El gobierno de los Estados Unidos ha financiado y apoyado a muchos de los grupos de oposición que buscaron derrocar a Daniel Ortega, el presidente electo de Nicaragua, y los aupó mientras buscaban tumbarlo.
Luego de la designación de amenaza a la seguridad nacional de 2018, a continuación, y rápidamente, siguió la guerra económica. En diciembre de ese año el Congreso estadounidense aprobó la Ley NICA (NICA Act) sin ningún tipo de oposición. Esta legislación le otorgó a Trump la autoridad para imponer sanciones a
Nicaragua, prohibiendo a las instituciones financieras internacionales hacer negocios con Managua.
El nuevo comunicado de Trump lanza propaganda estrafalaria contra Nicaragua, refiriéndose a su gobierno electo -que por décadas ha sido objeto de ataques de Washington- como un supuesto «régimen» violento y corrupto.
Esta orden ejecutiva es similar a la que firmó el para entonces presidente Barack Obama en 2015, que también designó a Venezuela como una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Ambas órdenes fueron empleadas para justificar la imposición unilateral de sanciones económicas asfixiantes. Y la renovación de la orden prepara el camino para una escalada en el ataque económico contra Nicaragua.
Los medios corporativos en inglés le dieron una cobertura escasa a esta extensión, pero los medios de derecha en español en Latinoamérica la amplificaron pesadamente.
Y los activistas opositores aúpan con alegría la intensificación de la guerra híbrida de Washington contra Managua.
Más sanciones agresivas contra Nicaragua
El principal servicio de información del gobierno de los Estados Unidos, Voice of América (VOA), indicó que la extensión de la orden ejecutiva vendrá acompañada con más ataques económicos.
Carlos Trujillo, el embajador de Washington ante la Organización de Estados Americanos (OEA), le dijo a VOA que «continuará la presión contra Nicaragua».
El representante ante la OEA agregó que Trump anunciará en las próximas semanas una nueva ronda de sanciones contra el gobierno nicaragüense.
VOA claramente manifestó que «Nicaragua, junto a Cuba y Venezuela, es uno de los países latinoamericanos que se ha vuelto prioridad en el empleo de presión diplomática y económica para lograr el cambio de régimen».
Esta no es una frase retórica. El Departamento del Tesoro actualizó la sección de sanciones relacionadas con Nicaragua el 8 de noviembre.
Y en septiembre, la Oficina para el Control de Activos en el Extranjero (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro anunció una serie adicional de «regulaciones integrales», reforzando las sanciones existentes contra Nicaragua.
El reportaje de VOA citó a varios nicaragüenses de derecha que pidieron abiertamente más presión estadounidense contra su país.
Bianca Jagger, la celebridad y activista de oposición que estuvo casada con el líder de los Rolling Stones, Mick Jagger, hizo un llamado a los Estados Unidos a que impusiera más sanciones, particularmente contra el ejército.
«[Las sanciones] no han tocado al ejército nicaragüense porque [los funcionarios estadounidenses] tienen la esperanza de que actúen como lo hicieron en Bolivia», dijo Jagger, haciendo referencia a los oficiales que derrocaron violentamente al presidente democráticamente electo de Bolivia.
Muchos de estos líderes militares fueron entrenados en la Escuela de las Américas, una notoria base de subversión que se remonta a los años de la Operación Cóndor. En los últimos días, los medios latinoamericanos han estado repletos de trabajos que destacan que para llevar a cabo el putsch los soldados bolivianos recibieron hasta 50 mil dólares y los generales 1 millón.
Agregó VOA que «en el caso del gobierno centroamericano, el efecto que tendrán las sanciones podrá ser mayor porque es un país económicamente vulnerable».
VOA citó a Roberto Courtney, un prominente activista en el exilio y director ejecutivo del grupo de oposición Ética y Transparencia, que monitorea elecciones en Nicaragua y que recibe apoyo del brazo para el cambio de régimen del gobierno estadounidense, la National Endowment for Democracy (la NED).
Courtney, que dice ser activista de derechos humanos, salivó sobre el pronóstico de la guerra económica estadounidense contra su país, diciéndole a VOA que «hay una sutil diferencia [entre Nicaragua y Bolivia]… la vulnerabilidad económica hace que las sanciones posiblemente sean más efectivas».
Courtney, descrito por VOA como un «experto en procesos electorales» agregó que «si hay un palo, también debe haber una zanahoria». Dijo que la OEA podría ayudar a aplicar presión política y diplomática contra el gobierno de Nicaragua.
Estas sanciones unilaterales de los Estados Unidos son ilegales bajo la legislación internacional, y consideradas un acto de guerra. El canciller de Irán, Javad Zarif, ha caracterizado a la guerra económica «terrorismo financiero», explicando que apunta de forma desproporcionada a los civiles para volcarlos contra su gobierno.
Figuras de alto nivel de la derecha nicaragüense aplaudieron a Trump por extender la orden ejecutiva y por solicitar nuevas sanciones contra su país.
La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, un frente de oposición que reúne a varios grupos, muchos de los cuales son financiados por la NED, celebraron la orden.
Trump llama «terroristas» a los carteles mexicanos, no descarta ataques con drones
Mientras que no hay ninguna novedad en el hecho de que los Estados Unidos apunten contra los gobiernos de Nicaragua y Venezuela, Donald Trump está posando su mirada en el aliado de vieja data de los Estados Unidos: México.
En 2018, el electorado mexicano hizo historia cuando eligieron en avalancha a Andrés Manuel López Obrador. López Obrador, con frecuencia referido como AMLO, es el primer presidente de izquierda en más de cinco décadas. Apoyado sobre campaña progresista prometiendo un impulso al gasto social, reducción de la pobreza, combate a la corrupción e incluso la despenalización de las drogas.
En México, AMLO goza de mucha popularidad. En febrero tuvo un sorprendente índice de 86% de aprobación. Y se ha granjeado un apoyo amplio jurando combatir la ortodoxia capitalista neoliberal.
«El modelo económico neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país», declaró. «La corrupción es la hija del neoliberalismo».
Cuando reveló su Plan de Desarrollo Nacional, López Obrador anunció el fin de «la larga noche neoliberal».
Sus políticas de izquierda han causado conmoción en Washington, que por mucho tiempo se ha apoyado en líderes neoliberales que le asegurasen una base laboral estable, barata y explotable, para mantener un mercado confiable de bienes estadounidenses y fronteras abiertas para capital estadounidense y corporativo.
El 27 de noviembre, un día después de que declarara a Nicaragua como una «amenaza a la seguridad nacional», Trump anunció que su gobierno designará como «organizaciones terroristas» a los narcocarteles mexicanos.
Tal designación facilita el camino para la intervención militar directa de los Estados Unidos en México.
Trump le reveló esta nueva política al ancla de Fox News Bill O’Reilly en una entrevista. «¿Va a designar a esos carteles en México como grupos terroristas y comenzar a golpearlos con drones y cosas como esas?», le preguntó O’Reilly.
El presidente de los Estados Unidos se negó a descartar esa posibilidad y otras acciones militares contra los carteles en México.
El anuncio de Trump al parecer sorprendió al gobierno mexicano, que inmediatamente convocó a una reunión con el Departamento de Estado.
Es particularmente irónica esta designación cuando se toma en consideración que los principales capos de los carteles mexicanos han tenido lazos de larga data con el gobierno de los Estados Unidos. Por ejemplo, los líderes de Los Zetas, un cartel que ostenta una brutalidad notoria, fueron originalmente entrenados en tácticas contrainsurgentes por los Estados Unidos.
A lo largo de la Guerra Fría, Estados Unidos ha armado, entrenado y financiado a escuadrones de la muerte en toda América Latina, muchos de los cuales han estado involucrados en tráfico de drogas. La CIA también ha usado dinero de la droga para financiar grupos paramilitares de extrema derecha en Centroamérica.
Estas tácticas también fueron empleadas en el Medio Oriente y el sur de Asia. Los Estados Unidos armaron, entrenaron y financiaron a extremistas islamistas en Afganistán en los 80 (del siglo pasado) para que combatieran contra la Unión Soviética. Los mismos yijadistas-salafistas que luego fundaron Al Qaeda y el Talibán.
Esta estrategia fue después replicada en las guerras de los Estados Unidos contra Libia y Siria. Omar al-Shishani («Omar el checheno»), por ejemplo, fue entrenado por el ejército estadounidense y gozó de apoyo directo de Washington cuando combatía contra Rusia.
La administración de Barack Obama también supervisó una campaña bautizada Project Gunrunner (Proyecto Traficante de Armas) y la Operación Rápido y Furioso (Fast and Furious), en las que el gobierno estadounidense cooperó con el envío de armamento a los carteles mexicanos.
La periodista mexicana Alina Duarte explicó que con la designación como terroristas de los carteles mexicanos «están creando la idea de que México representa una amenaza a su seguridad nacional».
«¿Podemos comenzar a hablar sobre la posibilidad de un golpe contra López Obrador en México?», se preguntaba Duarte.
Destacó que los medios corporativos se han embarcado en una campaña cada vez más feroz para demonizar a AMLO, retratando al presidente democráticamente electo como un aspirante a dictador con sed de poder que supuestamente está destruyendo la economía mexicana.
En una entrevista a Max Blumenthal y Ben Norton, de The Grayzone, en su podcast «Rebeldes Moderados» (Moderate Rebels), Duarte discutió el tema de la interferencia estadounidense en la política mexicana:
Hoy en día se extiende en todo México una campaña silenciosa a propósito del miedo de que la oposición de derecha pudiera derrocar al presidente López Obrador.
El propio AMLO ha señalado públicamente los rumores, dejando claro que no tolerará ninguna discusión sobre golpes de Estado.
«Cuán equivocados están los conservadores y sus halcones», tuiteó López Obrador el 2 de noviembre. «Ahora es diferente», escribió AMLO, haciendo referencia al asesinato en 1913 al presidente progresista Francisco Madero, uno de los líderes de la Revolución Mexicana.
«No será permitido otro golpe de Estado», declaró.
Hace unos meses, mientras se intensificaba el miedo a un golpe, López Obrador se ha ido más hacia la izquierda, retando directamente al gobierno de los Estados Unidos, reivindicando, además, una política exterior independiente que contrasta dramáticamente con sus antecesores obsecuentes.
El gobieron de AMLO rechazó los esfuerzos estadounidenses por deslegitimar al gobierno de Venezuela, poniendo trabas a los esfuerzos de Washington por imponer al activista Juan Guaidó como el líder del golpe.
AMLO le ha dado la bienvenida a Rafael Correa, el perseguido líder socialista ecuatoriano, y también fue el anfitrión del argentino Alberto Fernández en su primer viaje al exterior tras ganar la presidencia de su país.
En octubre, López Obrador incluso le dio la bienvenida al presidente cubano, Díaz-Canel, en una visita histórica.
La Operación Cóndor 2.0 de Trump
Es intolerable para Washington un México independiente y de izquierda.
En un discurso a venezolanos en Miami (con sus gorras de Make America Great Again, la consigna de la primera campaña presidencial de Trump) en febrero, Trump discurseó por más de una hora contra el socialismo, amenazando con cambio de régimen a los gobiernos izquierdistas restantes.
«Los días del socialismo y el comunismo están contados, no solo en Venezuela, sino también en Cuba y Nicaragua», declaró, agregando que nunca se le permitirá al socialismo el echar raíces en el corazón del capitalismo en los Estados Unidos.
Mientas Trump ha declarado que busca retirarse de las guerras en el Medio Oriente (siempre y cuando no esté ocupando campos petroleros), ha concentrado la intervención agresiva en América Latina.
Aunque el halcón neoconservador John Bolton no sigue ahí supervisando la política exterior estadounidense, Elliott Abrams permanece firmemente incrustado en el Departamento de Estado, desempolvando su guión del Irán-Contra para diezmar el socialismo en Latinoamérica una vez más.
Durante el punto más alto de la Guerra Fría y la Operación Cóndor, miles de disidentes fueron asesinados, y cientos de miles más fueron desaparecidos, torturados o encarcelados con el apoyo del aparato de inteligencia de los Estados Unidos.
Hoy, mientras Latinoamérica está siendo cada vez más observada con los lentes de la nueva Guerra Fría, la Operación Condor es reiniciada con nuevos mecanismos de sabotaje y subversión. El caos apenas comienza.