Entre todos los retos que deberá afrontar Alberto Fernández cuando asuma como presidente, la relación con Estados Unidos es tal vez uno de los más importantes. Del alejamiento relativo durante la última gestión de Cristina Fernández de Kirchner con ese país a la fuerte relación de dependencia que supo tejer Mauricio Macri con Donald Trump, el reto en el corto plazo será, como el mismo Alberto Fernández viene indicándolo, encontrar un punto de equilibrio, fundamentalmente en el marco de la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. El cortocircuito por Bolivia, la postura en torno a Venezuela y el reconocimiento de Hezbollah también son factores a tener en cuenta.
Por Vicky Castiglia / En el marco de lo que fue su primer viaje internacional como presidente electo, Fernández visitó México y se reunió con Andrés Manuel López Obrador. Allí, se refirió al llamado que recibió de su par estadounidense una vez conocido el resultado de las elecciones del 27 de octubre. “He tenido una muy buena charla con el presidente Trump, he hablado con gente de su gobierno y pareciera ser que están dispuestos a ayudarnos en esta instancia. Yo lo celebro y lo valoro, pero no tengo previsto aun un viaje a Estados Unidos, que puede ocurrir o no”, señalaba el sucesor de Macri.
Por esos días, en una nota publicada en el diario Clarín se hacía referencia a la relación entre ambos: “El presidente electo considera que con Estados Unidos hay que tener una relación adulta. Que hay que conversar con Trump y mantenerlo informado de lo que va a hacer su gobierno. Nunca pelearse. Eso es lo que intentó transmitirle al propio Trump en su diálogo telefónico”.
Sin embargo, un primer cortocircuito tuvo lugar a partir de los sucesos acontecidos en Bolivia, a los que Alberto Fernández calificó como un golpe de estado a Evo Morales y además se mostró crítico en torno a la postura de la Casa Blanca, que había elogiado oficialmente el rol de las Fuerzas Armadas del país vecino.
En una entrevista radial, Fernández contó que se comunicó con funcionarios del Departamento de Estado y que les hizo saber que «fue muy poco feliz el comunicado» y remarcó que “Estados Unidos retrocedió a los `70”. De todas maneras, subrayó que quiere «tener la mejor relación» con Estados Unidos lo que «supone poder decirnos las cosas francamente”. “Lo que ha pasado no está bien. Ha sido lisa y llanamente un golpe de Estado. No se pude disfrazar de otra cosa», expresó.
Principales ejes de tensión
En un mundo complejo y signado por las rivalidades, y en un momento que no resulta para nada sencillo para América Latina, el rol de la diplomacia y los vínculos que pueda construir el nuevo gobierno que se instaurará el 10 de diciembre serán fundamentales. Tampoco se puede desconocer la importancia del papel que en la geopolítica actual juega Estados Unidos. Son varios las cuestiones sobre las cuales el presidente Trump podría ejercer presión en relación con nuestro país, fundamentalmente porque la de la nueva gestión dista de la política de acatamiento que mantuvo Mauricio Macri.
En ese sentido, la principal carta que podría utilizar Washington para ejercer presión tiene que ver sin lugar a dudas, con la elevada deuda que tomó el saliente Macri con el FMI. Es un problema al que tendrá que hacerle frente no sólo la nueva gestión, si no también y probablemente las generaciones venideras. Por lo pronto, Alberto Fernández deberá negociar con el Fondo frente a la probable caída del acuerdo que el organismo y Argentina mantienen hasta ahora y en este sentido, el apoyo de Estados Unidos resulta fundamental, porque es el principal accionista en ese organismo internacional.
Concretamente, la gestión de Cambiemos se endeudó por un monto de u$s56.000, casi un 50% del total de los préstamos tomados colocados por el Fondo. Si bien ya se entregaron u$s44.000 millones, quedan pendientes tres últimas transferencias, incluyendo el suspendido giro por u$s5.400 millones; aunque según Ámbito Financiero, no es seguro que el nuevo gobierno reclame ese faltante.
“`Todo bien con Trump”. Una alta fuente del próximo Gobierno de Alberto Fernández aseguró que el ruido provocado la semana pasada entre el argentino y el jefe de Estado norteamericano por el conflicto boliviano no generó alteraciones en la estrategia para el tratamiento futuro de la deuda externa del país; y, especialmente, en el apoyo que Donald Trump prometió ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Según las comunicaciones que se reciben desde Washington, por ahora indirectas y sin negociaciones abiertas, la cuestión Bolivia no interfirió con el diálogo que los delegados argentinos mantienen con los Estados Unidos.
Incluso, desde el FMI, se les transmitió a los futuros funcionarios del Gobierno de Alberto Fernández que los embajadores de Trump en el organismo ya anunciaron que están dispuestos a apoyar las negociaciones que abra el país, una vez que asuma la próxima gestión”, escribió el periodista Carlos Burgueño en Ámbito. Al momento, todo pareciera indicar que la ayuda ofrecida por Trump a Alberto cuando lo llamó para felicitarlo por su triunfo, se mantiene.
Ahora bien, el precio a pagar que podría llegar a establecerse por la colaboración con la renegociación es probable que tenga que ver con la postura Argentina en torno a Venezuela. El Grupo de Lima, fue promovido por los gobiernos de Macri y de Jair Bolsonaro (Brasil) a instancias de Estados Unidos para exigir por la salida de Nicolás Maduro de ese país petrolero e instalar un gobierno encabezado por el opositor Juan Guaidó. Según una nota publicada en El Cronista, el Grupo “ha sugerido una posibilidad el uso de la fuerza para correr a Maduro del poder y en septiembre, el Gobierno argentino apoyó la convocatoria del Órgano de Consulta del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), forzando su interpretación para legitimar una eventual intervención militar.
Si bien en un principio Fernández había anunciado que Argentina se retiraría de ese del Grupo de Lima, elogiando la postura de México y Uruguay, que a través del Grupo de Contacto Internacional buscan una salida pacífica y negociada de la crisis en Venezuela, esa situación finalmente podría no darse. La nota de El Cronista afirma que “Alberto Fernández, improvisó un giro en su intransigente abordaje de la crisis social, política y humanitaria en Venezuela y definió que su gobierno no dejará de asistir a los encuentros del Grupo de Lima” y agrega que el Presidente electo “almorzó el miércoles con embajadores de los países miembro de la Unión Europea (UE), que propician una salida consensuada a la crisis venezolana desde el GCI, y allí reveló –según fuentes diplomáticas- que tras conversar con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reconsideró la posibilidad de pegar el portazo”. “La (nueva) posición de Alberto es la que le sugirió la diplomacia nacional. Además de no mostrar un beneficio concreto, salir del Grupo de Lima traería como perjuicio generar una afrenta directa hacia Washington, cuando hace falta ese soporte para renegociar los compromisos de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Nada impide que la Argentina siga en ese foro, y además apuntale el GCI”, cierra.
Por otra parte, en materia de seguridad, hay que señalar dos potenciales ejes de tensión vinculados a las medidas tomadas durante el gobierno de Cambiemos y que podrían llegar a alterar el equilibrio del vínculo entre la Casa Blanca y la Rosada.
En primer lugar se ubica el decreto firmado por Macri en el que declara terrorista a Hezbollah, al que según consignó La Política Online, Fernández podría derogar. «Alberto no presentó todavía una posición sobre este tema, pero si considera que el decreto tiene errores, (por lo que) por supuesto que se podría derogar», habría manifestado una fuente cercana al Presidente electo a ese medio, que luego agrega: “El presidente electo evita por ahora referirse en público sobre el decreto, pero un integrante de su mesa chica dijo a LPO que el texto es un «error garrafal» del canciller Jorge Faurie, hecho a medida de las necesidades geopolíticas de Donald Trump”. Habrá que esperar para ver si esa derogación finalmente se hace efectiva.
En segundo lugar, se desconoce aún cuál será la postura de Fernández en relación con el Grupo Antiterrorista que, se supone, operará en la Triple Frontera a partir de un acuerdo firmado entre Brasil, Argentina, Paraguay y Estados Unidos en julio de este año. En aquel momento y en el marco de la visita del secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, se había pautado que a finales de este año se llevaría a cabo un encuentro en Paraguay para poner en funcionamiento la estructura del Grupo. El acuerdo, estaba signado por las manifestaciones de apoyo de Trump a Macri, en especial por haber declarado a Hezbollah como organización terrorista.
Recientemente, cuando recibió en la Casa Blanca a su homólogo de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, Trump realizó unas declaraciones en relación a Siria que, de todas maneras, son aplicables a sus políticas en general. “Nos vamos a quedar con el petróleo, sólo por eso hemos dejado tropas allí”, señaló. En ese sentido, traer a colación la presencia estadounidense en la Triple Frontera no es menor, en especial, si se tiene en cuenta su posición en torno a Venezuela (que cuenta con una de las principales reservas de petróleo), y a Bolivia (que tiene la mayor reserva de litio), sólo por citar dos ejemplos.