Las elecciones del pasado domingo fueron de una carga emocional y política como pocas. Un bloque de actores opositores de diferentes trayectorias y objetivos políticos, concebido y ejecutado éste por Cristina, surgió como la única posibilidad de detener y expulsar del gobierno a la etapa Mauricio Macri de la derecha bestial, tras haber llegado esa derecha a ocupar la Rosada por primera vez en la historia desde las urnas – no califico “desde la urnas” a los simulacros previos a la Ley Sáenz Peña ni a los de la Década Infame – , y no mediante golpes de estado, represión y genocidios. A Alberto Fernández le tocará desde el 10 de diciembre, casi mejor dicho desde la misma noche del domingo, encabezar las esperanzas democráticas y por justicia de millones de argentinos que demandan y necesitan reparaciones urgentes tras estos últimos cuatro años de padecimientos. Fueron, además elecciones en un país arrasado en términos económicos y sociales. Desde esa reflexión inicial, y con lo provisorio y casi urgente del caso, es que ensayaré las siguientes aproximaciones y consideraciones. Comenzaré por lo particular, por lo que vivió la ex candidata a la intendencia de La Plata por el frente Todos, Florencia Saintout; para abordar después y no con pretensiones conclusivas sino a partir de recortes y semblanzas, lo acontecido a nivel nacional, con la convicción de que ambos escenarios se explican entre sí.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / “Gracias a todos los que creyeron, confiaron y acompañaron durante todo este tiempo. Inmensa alegría por la gran elección nacional y provincial. Comienza una nueva etapa, y allí estaremos, trabajando como siempre, por la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación”, dijo desde la redes Florencia Saintout horas después de confirmar que los 40 puntos porcentuales del electorado, con ser muchos y muchos más que los logrados en las PASO, no alcanzaron para desalojar de la Intendencia de la capital bonaerense al representante del desbastador proyecto cambiemita, Julio Garro. Fue una declaración breve pero indicativa de su posible accionar futuro.
Una batalla electoral frustrada siempre conmueve, decepciona y provoca conclusiones apresuradas, sobre todo entre la masa crítica de ciudadanos que votaron por, y entre quienes militaron en torno a esa ilusión. Y seguro que Florencia y su militancia cometieron errores que hoy pueden ser vistos con alguna sobredimensión como consecuencia del duelo inmediato por el objetivo no alcanzado.
Por eso quizá resulte útil poner ciertos puntos sobre algunas íes, y subrayar que ella ha sido derrotada en las urnas por la expresión platense de la bestialidad cambiemita, por la derecha concentrada, que tanto a nivel nacional como en los diferentes territorios tuvo intervenciones electorales acordes con el efecto que sobre su voluntades e intervenciones políticas provocan el aceitado aparato de sentidos hegemónico y clasista.
Cayó en batalla electoral – para quienes la conocen no se rindió ni perdió la guerra – ante esa derecha bestial que apeló a todos los recursos de sentidos comunes con los que cuenta para ordenar y disciplinar y que posibilitan que amplias franjas de la sociedad pertenezcan al gorilismo más cerrado.
Fue también atacada mediante la trama de complicidades objetivas con esa derecha por parte de las prácticas políticas de la democracia renga que se impuso tras la última dictadura, en la que “lo político” queda atado al universo de los negocios, de las ambiciones personales, de la falta de proyectos orgánicos más allá de lo que se proclame, y de la pasión de sus protagonistas por las luminarias de la TV y de los medios de comunicación centrales en general.
Los actores de esas modalidades políticas pueden decir lo que les plazca, pues de la simulación hacen un arte, pero piensan al mundo de los de abajo, de los dominados o como llamemos al colectivo que sufre las lacras del neoliberalismo, como sujetos pasivos, como maleables, como números en encuestas y espectadores de operaciones periodísticas.
Es que esas modalidades se alojaron incluso entre quienes dicen identificarse con el campo popular. Estos fueron infectados y no en forma casual por modelos teorizados e implementados a través de las usinas hegemónicas, una vez concluido el modelo de sometimiento conocido como Doctrina de la Seguridad Nacional. Desde allí pueden ser explicados los sigilosos internismos, la puja por repartijas de espacios “políticos” que son más de negocios y manejos de cajas que otra cosa, y las consecuentes derivaciones de todo ello, como lo es por ejemplo y en instancias electorales, lo conocido como “fuego amigo” y “cortes de boleta”.
Durante toda la campaña Florencia fue bombardeada en forma sistémica por un plexo mediático poderoso, con la intención de degradarla y calumniarla – por un ola de “fake news”, como está de moda llamar en estos días a la mentira organizada-, que casi ninguna otra candidatura de Todos debió soportar; lo que, en forma paradojal habla bien de ella, pues pone en evidencia que su recorrido militante, desde las épocas de estudiante, la pone del lado de las múltiples luchas populares que vivió su generación. Y ello no es poco en tiempos de democracias recortadas o condicionadas, cuando son tantos los prominentes que en apariencias pertenecen al campo popular, aunque tengan que inventarse pasados y biografías y ocultar o resignificar otros más próximos y comprometedores.
Intento pasar ahora el terreno de las semblanzas sobre el escenario nacional y el triunfo y la consagración de Alberto Fernández como presidente electo de los argentinos.
1.- Hay que resaltar que a él le toca ponerse al frente de las tantas esperanzas populares que fueron depositadas en la experiencia electoral que acaba de desalojar a Macri y a su gavilla de la Rosada.
2.- Ambos escenarios abordados por esta nota, el platense y en nacional se tocan. Sin perjuicios a las legítimas sospechas de maniobras ilegales sobre los comicios por parte del gobierno, que se dilucidarán una vez cumplido el escrutinio definitivo, los sorpresivos guarismos que arrojaron las urnas, con una diferencia que le alcanzó a Alberto para ganar en primera vuelta pero sin duda por debajo de las expectativas anunciadas por la propia dirigencia de Todos y por el ejército de “analistas” y encuestadores, obedece, en última instancia, a las causas similares que le imposibilitaron a Florencia llegar al número de votos suficientes para desalojar a Garro de la intendencia.
3.- La derecha concentrada cuenta con un sólido aparato de sentidos, comandado desde el conglomerado mediático y de industrias culturales hegemónico, con el poder económico e incluso con las armas del orden represivo y con los otros dispositivos de violencia estatal, como lo es el Poder Judicial; que hacen posible un país casi dividido por mitades: por un lado el gorilismo acérrimo encolumnado con eficacia; y por el otro el que me place denominar mundo de los justos, sin la teoría ni la organicidad ideológica y política indispensable para torcer el rumbo fatalista de ciclos de experiencias democráticas, interrumpidos por ciclos de restauraciones oligárquicas.
4.- Las urnas del pasado 27 de octubre no dieron como resultado la inminente instauración de un gobierno revolucionario ni sustitutivo del orden neoliberal, orden ese que alude a la etapa actual del sistema mundo capitalista – imperialista, en crisis pero vigente, porque, entre otras posibles interpretaciones, y como señalara el artista plástico y pensador en torno a diseños como modelos comunicacionales, el argentino hace casi dos años fallecido en Milán, Tomás Maldonado, ese modelo capitalista funge como “el sistema digestivo” más eficaz que dio la Historia, tanto que hasta ahora todo lo metaboliza, o tal cual un ejemplo de “hormigón armado” perfecto, el que cruje y se flexibiliza hasta límites insospechados, sin llegar a quebrarse.
5.- Las urnas del 27 de octubre pasado consagraron a Alberto Fernández como el responsable del proyecto elegido para restablecerle a las grandes mayorías los derechos conculcados y al país como formación económica y social el rumbo de factibilidad que el gobierno de Macri dilapidó, hizo estallar, y no por errores e impericias sino en cumplimiento del designio trazado por el proyecto global con epicentro en la trama de poderes públicos y privados de Estados Unidos.
6.- A Alberto no le resultará sencillo cumplir con el mandato que le otorgaron las urnas. Sin perder de vista que la situación de la economía es de extrema gravedad, y que las grandes mayorías son las víctimas de semejante desastre, me atrevo a considerar aunque sea en forma de tentativa que su mayor desafío se encuentra en el terreno político.
7.- Entre los ajenos, pues la derecha concentrada dejará la Rosada en forma que parece ser por ahora ordenada, con una capacidad de fuego electoral, político, cultural y económico de alto voltaje, entre los resortes de la propia burguesía argentina, las fuerzas de seguridad y armadas, los entramados internacionales y de inteligencia y las instituciones parlamentarias, provinciales y municipales.
8.- Pero el tablero político es sobre todo más complejo entre los propios. Que la corrección política y la obediencia a una orgánica que parece pero no es, no nos confunda. Quienes sostengan que los distintos sectores de Todos confluyen en un objetivo estratégico, flaco favor le harán a la tarea medular que tiene por delante el gobierno de Alberto, consistente en cumplir con la demanda de recuperación de justicia que surgió de las urnas.
9.- En ese sentido, debe reconocerse que Todos es un espacio en disputa. Cristina, Alberto, Sergio Massa, Axel Kicillof y tantos otros en todo el país y en los distintos ámbitos políticos, sociales y culturales del frente que ganó las elecciones no piensan lo mismo acerca de la República, no tienen metas estratégicas siquiera complementarias, y no lo ocultan, tal cual puede constarse en las diversas intervenciones que vienen constatándose en forma pública.
10.- Preocupan, al menos desde la perspectiva de este texto, las apariciones en los primeros planos, y a veces como promocionados en tanto eventuales integrantes de la nueva administración, de actores de probada pertenencia al campo de los que abonaron en distintos momento de las última décadas la implantación de modos neoliberales en el sistema de poder, que en muchos casos formaron parte de la más cerril y violenta oposición a las mejores iniciativas y políticas públicas de los gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina, y de quienes, sobran los indicios, suelen ser proclives a las “sugerencias” de cierta diplomacia exterior.
Casi como evidente síntesis final:
Millones de argentinos esperamos y confiamos con esperanza que el gobierno de Alberto cumpla con su mandato: gobernar para que el pueblo recupere la felicidad; que la comida vuelva a las mesas de todos; que la salud, la educación, la Justicia, la vivienda, la cultura y la información vuelvan a ser un derecho en plena ejecución. Esa confianza y esa esperanza requieren de pensamiento crítico, incorrección política y alertas colectivas.
(*)Víctor Ego Ducrot es Doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, donde también tiene a su cargo seminarios de posgrado sobre Intencionalidad Editorial (Un modelo teórico y práctico para la producción y el análisis de contenidos mediáticos); y la cátedra Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la maestría Comunicación y Criminología Mediática. Director del sitio AgePeBA.