Los experimentos electorales, como la instalación mediante las urnas de Mauricio Macri en Argentina y la modosita alternancia post Pinochet en Chile, que tiene a Sebastián Piñera en La Moneda y a Michelle Bachelet en la ONU, nada menos que en el área Derechos Humanos, están puestos en tela de juicio debido a las movilizaciones crecientes contra los ajustes económicos y a una tendencia generalizada, no sólo en América Latina, hacia ciertos hartazgo, por izquierda y por derecha, respecto de las burocracia o “castas” de políticos profesionales en el centro del sistema propuesto por el modelo democrático formal, que cruje. Desde los centros hegemónicos se lanza, y con claridad, una adecuación de aquella estrategia de las derechas “institucionalizadas”, que se puede visualizar ya no como la de “democracias vigiladas”, al estilo de las transiciones post dictaduras, sino ahora como “democracias militarizadas,” en el marco de una nueva versión siglo XXI de la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN). Algunas consideraciones muy puntuales sobre Chile, Ecuador, Bolivia y Argentina, tan sólo por citar casos de alta visibilidad.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / El estamos «en guerra» lanzado por Piñera mientras miles de chilenos salían a la calles y eran reprimidos – hasta la noche del lunes 21 el propio gobierno reconocía unos 15 muertos y más de dos mil detenidos por el accionar desbocado de Carabineros (policía) y las Fuerzas Armadas – constituye una clara invocación a los principios de la Doctrina de la Seguridad Nacional, modelo teórico sobre el que actuaron las pasadas dictaduras latinoamericanas.
¡Qué falta hace que las direcciones políticas contemporáneas, los periodistas y los analistas políticos de las nuevas generaciones lean al belga católico José Comblin, fallecido en 2011; uno de los más lucidos conocedores de ese marco teórico de origen estadounidense y con antecedentes en los dispositivos ideológicos de las fuerzas coloniales francesas durante la represión a los revolucionarios argelinos. Los actores políticos que se expresan en el llamado macrismo forman parte de la misma «piara de prostibularios caciques» a la que pertenece el empresario presidente de Chile. Esta es la América Latina de hoy, en peligro.
Más o menos en los términos de los dos primero párrafos apuraba algunas ideas desde las redes sociales en la noche de ese mismo lunes, que deben ser aclaradas o ampliadas. Al menos eso intentaré.
José Comblin nació en Bélgica en 1923 y falleció en Brasil en 2011. En 1947 comenzó su actividad sacerdotal. Fue doctor en Teología por la Universidad Católica de Lovaina. Se instaló en América Latina en 1958. Fue uno de los más lúcidos teóricos de la Teología de la Liberación. “Le Pouvoir Militaire en Amérique Latine. L’Idéologie de la Securité National” (Éditions Jean Pierre Delarge, París; 1977 y traducido al castellano con el título “La Ideología de la Seguridad Nacional”) es quizás el mejor trabajo teórico sobre la DSN, en el que se desmenuza el método represivo de las dictaduras en América Latina durante la denominada Guerra Fría y del cual derivaron las prácticas de Terrorismo de Estado que venían siendo experimentadas por las fuerzas de ocupación francesas en Argelia. Sobre este proceso histórico específico indispensable es la relectura de la obra del médico, militante revolucionario e intelectual de la Martinica, Frantz Fanon.
“Estamos en guerra” dijo Piñera, ostentando la investidura no de un general golpista sino la de un presidente elegido por el voto popular. Disparó con la precisión y la rudeza a veces no enunciada pero siempre ejercitada, desde que llegó a la Rosada, por el presidente Mauricio Macri. También por el brasileño Jair Bolsonaro y por todos los ungidos por los urnas de la derecha autoritaria de nuestro subcontinente.
Ese estar “en guerra” contra la propia sociedad presupone algunos puntos cruciales: creciente punitivismo indiscriminado y represión a las luchas sociales; construcción mediante de los aparatos de inteligencia de escenarios que justifiquen la intervención represiva de las FF.AA y de Seguridad; gran despliegue simbólico y de disciplinamiento social desde el plexo de medios de comunicación hegemónicos, incluyendo todo tipo de intervenciones en las llamadas redes sociales y otros espacios digitales; articulación internación con los sistemas financieros globales y los entramados políticos, militares y de inteligencia de Estados Unidos y sus principales aliados, pues el objetivo sigue siendo uno, el control social en los países dependiente y la apropiación de sus recursos económicos, mediante modelos oligopólicos para la producción y distribución de bienes materiales e intangibles, como así también el sometimiento a la lógica financiera global (endeudamiento, por ejemplo).
La DSN presupone un viejo precepto de la teoría militar, enunciado por el prusiano Carl von Clausewitz (17801 – 1831): “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Pero ubica al enemigo fronteras adentro, transformando a las FF.AA. de los países latinoamericanos en fuerzas de ocupación contra las instancias rebeldes, revolucionarias o de protesta social al interior de cada sociedad.
Esos escenarios tienen sus brazos armados pero también diplomáticos. ¿Se acuerdos de aquella frase sobre el ministerio de colonias?
El 16 de octubre pasado, la Secretaría General de la OEA emitía el siguiente comunicados: Las actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las dictaduras bolivariana y cubana, que buscan nuevamente reposicionarse, no a través de un proceso de reinstitucionalización y redemocratización, sino a través de su vieja metodología de exportar polarización y malas prácticas, pero esencialmente financiar, apoyar y promover conflicto político y social. Las “brisas bolivarianas”, a las que ha hecho referencia el presidente de la ilegítima asamblea nacional constituyente bolivariana, han traído desestabilización, violencia, narcotráfico, muerte y corrupción. El costo mayor lo ha pagado el propio pueblo venezolano, pero los países del continente hoy también están pagando un alto precio por la crisis provocada por la dictadura venezolana. Las brisas bolivarianas no son bienvenidas en este hemisferio. Condenamos firmemente la amenaza de exportar malas prácticas y desestabilización a Colombia realizada por ese personero de la dictadura bolivariana. La estrategia de desestabilización de la democracia a través del financiamiento de movimientos políticos y sociales ha distorsionado las dinámicas políticas en las Américas. Durante años, la dictadura venezolana, con apoyo de la dictadura cubana, institucionalizó en la región sofisticadas estructuras de cooptación, represión, desestabilización y de propaganda mediática. Por ejemplo, el financiamiento de la dictadura venezolana a campañas políticas ha sido una de las formas efectivas para incrementar capacidades de generar conflictividad. La crisis en Ecuador es una expresión de las distorsiones que las dictaduras venezolana y cubana han instalado en los sistemas políticos del continente. Sin embargo, lo que también han demostrado los hechos recientes es que la estrategia intencional y sistemática de las dos dictaduras para desestabilizar las democracias ya no es efectiva como en el pasado. La Secretaría General de la OEA reafirma su obligación de proteger los principios democráticos y los derechos humanos, y de defenderlos donde éstos sean amenazados. Asimismo, se mantiene a la disposición de los Estados Miembros en sus esfuerzos para hacer frente a los factores de desestabilización organizados por la dictadura venezolana y cubana”.
El presidente Trump ya salió a condenar a Evo Morales, acusándolo de manipular los resultados electorales del domingo último, los que le dieran legitimidad para un nuevo mandato presidencial.
El ocupante de la Casa Blanca sostiene con fuerza los esfuerzos de Macri y su campaña del “sí se puede”, que no apunta a dar vuelta un más que probable triunfo del frente Todos y va más allá, incluso, de la lógica electoral de mantener un piso de votos que mantenga a los amarillos como vector de opositores en una Argentina gobernada por Alberto Fernández, quien, más allá del poderoso caudal de votos que se apresta a cosechar el días 27, y como en la cúpula de su armado político reconocen y por causas que exceden al objeto de este texto, comenzará gobernando con catálogo de peligrosas debilidades económicas pero también políticas.
No. La dureza de los discursos de Macri en esa suerte de aparentes dislates que conforman su “road movie” del “sí se puede”, y las propias concepción de los actos como tales, son maniobras de la derecha más bestial – con o sin él (Macri) –, tendientes a consolidar un masa crítica desde la cual operar contra el gobierno que lo sucederá, con la de cisión de tomar cualquier sendero que lleve a esa derecha hacia lo que aquí calificamos de “democracia militarizada”.
Antes del cierre. En esa lógica se inscribieron, por ejemplo, las coberturas periodísticas aquí de los levantamientos populares en Ecuador y Chile, y las manifestaciones vernáculas de solidaridad, por parte de los medios hegemónicos encabezados por los del Grupo Clarín y La Nación, pero también por los del Grupo América, de reciente acercamiento a Todos, y por algunos de los programas de los canales de noticias C5N y Crónica.
En consonancia con esos discursos periodísticos, que ocultan a los provocadores de los servicios de inteligencia en las movilizaciones locales y hablan de “terroristas” apoyados desde Venezuela, un ola de intervenciones en medios digitales sostienen, desde Chile, y con los libretos típicos del propia CIA, que las protestas populares son orquestadas por una suerte de invisible izquierda armada internacional.
Sí, la derecha abandona cada día con mayor presteza sus experimentos electorales, para, por los menos, apuntalarlos con el restablecimiento de la Doctrina de Seguridad Nacional, en su versión siglo XXI.
Estamos en peligro y necesario es explayarse sobre ello, más allá de las lógicas expectativas que mantenemos los argentinos de cara a los comicios del domingo 27, en los que la derrota de Macri es indispensable para las expectativas de las mayorías en toda su diversidad de clase e identidades; como imprescindible resulta, para evitar el avance del proceso de militarización en “democracia” y terminar con la precariedad de los ciclos finitos de gobiernos nacionales, populares y progresistas, la consolidación de una fuerza social, cultural y política que modifique la naturaleza del sistema de poder, sintetizando en favor los conglomerados dominados, la dialéctica que por ahora se reduce a la puja entre facciones de un mismo bloque histórico y hegemónico.
Estamos en peligro y es urgente la recuperación a escala regional y con sus nuevos modos y atributos, del proyecto plebeyo; la imposición de los malditos sobre el país burgués, sobre la América Latina doliente.
(*) Víctor Ego Ducrot es Doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, donde también tiene a su cargo seminarios de posgrado sobre Intencionalidad Editorial (Un modelo teórico y práctico para la producción y el análisis de contenidos mediáticos); y la cátedra Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la maestría Comunicación y Criminología Mediática. Director del sitio AgePeBA.