Con la complicidad de esa suerte de fascismo debocado que se encarna en la figura patológica del presidente Jair Bolsonaro, quien el jueves batió el récord de la bestialidad discursiva. “Son los indios, ¿quieres que culpe a los indios? ¿Vas a escribirle a los indios mañana? ¿Quieres que culpe a los marcianos?», dijo ante un grupo de periodistas, según destacan la BBC y una multiplicidad de medios de todo el planeta. Y completó al salir del Palacio de Alvorada, la residencial: «pueden ser hacendados también, todo el mundo es sospechoso, pero la mayor sospecha viene de las ONG».
En el artículo ¿Qué está pasando realmente con la Amazonia?, desde España, la colega Silvia Barquero afirma: El pulmón verde del planeta está ardiendo por los cuatro costados. El fuego arrasa la Amazonia hasta el punto de que el humo ha oscurecido el cielo de São Paulo mostrando una imagen apocalíptica. Y no es para menos.
Según datos ofrecidos por el Ministerio de Ciencia y Tecnología brasileño, se han registrado 71.497 focos entre el 1 de enero y el 18 de agosto de 2019. Un aumento del 82% con respecto al mismo período del año pasado. Lo que indica que la Amazonia desaparece pasto de las llamas cada año, desde hace ya mucho tiempo.
¿Pero cómo es posible que se produzcan decenas de miles de incendios? Evidentemente 71.497 focos distintos no se generan de manera fortuita.
En febrero de 2017, la organización Mighty Earth publicó un informe desvelando la relación entre la producción de soja y la deforestación masiva en la cuenca del Amazonas. Las imágenes tomadas con drones son realmente escalofriantes y ofrecen una idea contundente de la magnitud del problema.
Su informe señala un dato importante: la producción de soja se utiliza mayoritariamente para alimentar a las vacas que se convertirán en carne para satisfacer la demanda de Europa y Estados Unidos. Literalmente, estamos devorando el planeta.
Detrás de este macabro negocio, Mighty Earth encontró a dos multinacionales de la alimentación: las estadounidenses Cargill y Bunge, que compran la soja producida en los campos generados tras talar los bosques de Brasil y Bolivia.
No es la primera vez que una organización ecologista señala a estas empresas. Según un informe de Greenpeace de 2006, Cargill es el impulsor de la destrucción de la Selva Amazónica y revela que: «Gran parte de la soja brasileña que alimenta a los pollos, vacas y cerdos en Europa es suministrada por el gigante agrícola Cargill».
Una tercera investigación conjunta realizada por The Guardian, Repórter Brasil y la Oficina de Periodismo de Investigación, constata que cada año se talan hasta 5.800 km2 (una superficie idéntica a la de la provincia de Cantabria entera) de bosques en la Amazonia para convertirlos en pastos utilizados para la cría de ganado que posteriormente es enviado a mataderos que producen carne para los mercados mundiales.
Lo pueden decorar, maquillar y ocultar, pero la realidad es que la creciente demanda mundial de carne se ha convertido en la principal causa de la destrucción de la selva amazónica y del planeta en su conjunto. Las estimaciones no son nada tranquilizadoras: el consumo de carne se duplicará a nivel mundial en los próximos 20 años.
Nos enfrentamos a una seria y profunda crisis alimentaria global. El 80% de la tierra agrícola, incluídas las tierras del tercer mundo, se utiliza para la producción de cereales y grano destinados a alimentar a los animales que se sacrifican en cifras astronómicas para saciar el apetito voraz del primer mundo, donde 2.000 millones de personas tienen sobrepeso u obesidad. Todo ello desoyendo las indicaciones de Naciones Unidas que instan a los gobiernos mundiales a favorecer el consumo directo de proteínas vegetales, garantizando el acceso a comida suficiente a los 10 mil millones de personas que se espera vivan en el planeta para 2050.
Sabemos que el consumo de carne roja y carne procesada está directamente relacionado con el cáncer, desde que nos advirtiera de ello la Organización Mundial de la Salud.
Sabemos que la industria de la carne genera tantos gases de efecto invernadero como todos los coches, trenes, barcos y aviones juntos.
Sabemos además que la producción de carne consume los recursos hídricos del planeta: para producir un sólo kilo de carne de vaca, se necesitan 15.000 litros de agua, por lo que la industria ganadera contribuye a la sequía, la desertización y como ahora vemos, a la deforestación de nuestros bosques.
Así que podemos rezar por el Amazonas, pero si queremos ser realmente efectivos, tenemos la solución en nuestras manos eligiendo lo que ponemos en nuestros platos. Es urgente tomar en serio de la recomendación de Naciones Unidas y realizar un cambio en nuestra dieta, introduciendo de nuevo en alimentos de origen vegetal: cereales, legumbres, frutas y verduras.
Será bueno para los animales, para nuestra salud y para el futuro del planeta.
Según la agencia AFP, a las trasnacionales de la minería se le suman en este escenario de desastre la llamada minería ilegal.
La minería ilegal en el Amazonía se expandió de forma «epidémica» en los últimos años, según denuncia un colectivo de asociaciones ambientales que publicó recientemente un mapa inédito identificando más de 2.300 minas clandestinas en seis países de Sudamérica, la mayoría en Venezuela y Brasil.
«La incidencia de la extracción ilegal en la Amazonía, especialmente en territorios indígenas y áreas naturales protegidas, ha crecido exponencialmente en los últimos años con el aumento del precio del oro», afirmó el antropólogo brasileño Beto Ricardo, quien coordina la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).
Este colectivo formado por ocho ONG contabilizó 2.312 puntos de extracción ilegal y 245 áreas en Venezuela, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
«Como una epidemia, la extracción ilegal destruye el bosque, contamina los ríos y amenaza la supervivencia de centenares de comunidades autóctonas», especialmente por el uso del mercurio vertido en las corrientes de agua, subraya Ricardo, quien dirige igualmente el Instituto Socioambiental, una ONG con sede en Brasil.
Según los datos recogidos en este mapa inédito, la mayor cantidad de minas ilegales se concentra principalmente en Venezuela y Brasil.
Entre los puntos registrados, 37 se encuentran en territorios indígenas, la mayoría de ellos en Brasil (18), donde la elección del utraderechista Jair Bolsonaro, que asumirá el poder el 1 de enero, suscita grandes preocupaciones a los defensores del medio ambiente.
El excapitán del Ejército dio a entender recientemente que Brasil podría salir del acuerdo de París sobre el clima si la soberanía del país estuviera en juego, especialmente en las exigencias relacionadas con la demarcación de tierras indígenas, donde está prohibida la actividad minera. Escéptico del cambio climático, Bolsonaro admitió también haber participado en la reciente decisión de Brasil de renunciar a la organización de la cumbre del clima COP25, adoptada por el gobierno actual debido a problemas presupuestarios, según la versión oficial.
En tanto, desde La Habana, Luis Beatón, de la agencia Prensa Latina informa: Un peligro para la humanidad se abre paso entre las llamas que hoy consumen la Amazonia en Brasil: el calentamiento global podría acelerarse si la región se convirtiera en una fuente de emisiones de carbono.
La noticia del fuego en la Amazonia es viral en las redes sociales y en muchos medios de prensa, mientras los expertos advierten que el enorme siniestro puede afectar severamente la función de ese entorno como almacén vital de carbono.
Según estadísticas citadas por estadounidense The Washington Post, la selva tropical absorbe una cantidad sustancial de los dos mil 400 millones de toneladas métricas de carbono que los bosques mundiales atraen anualmente.
Pero la contingencia incendiaria debilita esa función debido a la deforestación y a la alteración de los patrones climáticos.
En este escenario es llamativo el anuncio de la Casa Blanca de que el presidente Donald Trump planea no asistir a la próxima Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas que se celebra en Nueva York el 23 de septiembre.
Una fuente del entorno presidencial indicó que el administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), Andrew Wheeler, encabezará la delegación estadounidense, y será el encargado de mostrar ‘el progreso ambiental de Estados Unidos’, algo que muchos ponen en duda conociendo la negativa de Trump de reconocer el fenómeno y sus peligros.
La cumbre de la ONU será auspiciada por su Secretario General, António Guterres, y será testigo de un llamamiento a todos los líderes para que elaboren planes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo de reducir las emisiones en un 45 por ciento durante la próxima década y alcanzar emisiones netas nulas para 2050.
Más al sur, en Brasil, el mundo es testigo de cómo las políticas del presidente Jair Bolsonaro acentúan los cambios que pueden contribuir a la modificación del clima, mientras más de 74 mil incendios este año acercan la contrariedad y destruyen el hábitat de millones de especies de plantas y animales.
Se estima que un 20 por ciento del oxígeno de la Tierra se produce sólo en la región que ocupa la selva amazónica, que abarca varias naciones sudamericanas, pero la mayor parte de ella la ocupa Brasil.
Desde que asumió la presidencia el gobernante brasilero la tasa de deforestación en la Amazonia aumentó notablemente, alcanzando una tasa superior a tres campos de fútbol por minuto, según datos del gobierno citados por The Guardian el mes pasado.
Bolsonaro califica de ‘mentiras’ las estadísticas, y agregó que la advertencia sobre la deforestación perjudicó al país en las negociaciones comerciales, mientras culpa a organizaciones no gubernamentales de estar detrás de los fuegos con argumentos risibles.
La organización GreenPeace Brasil dijo que los incendios crecieron en las zonas más afectadas por el aumento de la deforestación.
Según Danicley de Aguiar, un defensor de los bosques amazónicos de Greenpeace Brasil, ‘desde que asumió el cargo, el gobierno actual desmanteló sistemáticamente la política ambiental del país’, algo muy parecido a lo que hace su par Trump en Estados Unidos.
Al respecto, el diario estadounidense The Hill señala que Bolsonaro se ganó una reputación como el brasileño Donald Trump debido a su escéptica visión de la regulación ambiental.
Dijo como candidato presidencial en 2018 que las políticas ambientales estaban ‘sofocando’ la economía y amenazó con retirar a Brasil del acuerdo sobre el clima de París.
Al respecto de los peligros de ahora, expertos citados por el diario The Washington Post advierten que un aumento de los incendios y la deforestación en la selva amazónica haría más difícil para los países firmantes del Acuerdo sobre el Clima de París limitar el calentamiento global a ‘muy por debajo’ de los 3,6 grados.
En estos momentos de angustia y peligros para la humanidad, también hay voces que contrarían las hipótesis de los mandamases en Washington y Brasilia.
Entre estos está el senador Bernie Sanders, un aspirante a relevar a Trump, quien adelantó un amplio New Deal verde para abordar el cambio climático si llega a la Casa Blanca, un plan que, según él, asumiría ‘el mayor desafío que enfrenta nuestro país’ y crearía 20 millones de puestos de trabajo.
Al presentar su idea el político dijo que ‘este es un momento crucial en la historia de Estados Unidos, y realmente, en la historia de la humanidad. La crisis climática no sólo es el mayor desafío que enfrenta nuestro país; también es nuestra mayor oportunidad para construir un futuro más justo y equitativo, sino que debemos actuar de inmediato’.
Sander, contrario a los esquivos planes de Trump, promete que declarará el cambio climático como una emergencia nacional en su país y se unirá a los Acuerdos Climáticos de París, de los cuales el actual gobernante se retiró en 2017.
Tal vez hoy, cuando la Amazonia está en llamas, algunos comprendan que llegó la hora de tomar medidas agresivas para frenar los efectos del cambio climático, algo a lo que llamaron líderes mundiales en 1992 en la Cumbre Climática de Rio de Janeiro, cuando advertían de las amenazas que pesaban sobre la especie humana y su desaparición.
La selva amazónica de Brasil está ardiendo. El número de incendios detectados llegó a un total de 72.843 en lo que lleva del año, lo que equivale a un aumento del 80% en comparación con el mismo periodo de 2018. ¿Qué está pasando?
Se encienden las alarmas ante el récord de incendios registrados en el Amazonas en lo que va del 2019. Parte de la selva amazónica, de la cual dos tercios de ella se encuentran en Brasil, está siendo actualmente consumida por las llamas mucho más rápido que en los últimos seis años.
El Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE), organismo encargado de hacerle un seguimiento a esta zona selvática desde el 2013, informó que del 1 de enero de 2019 hasta el 20 de agosto del mismo año se reportaron 72.843 incendios en el Amazonas, lo que representa un incremento de más del 80% en comparación con el 2018.
A pesar de que expertos sobre cambio climático de las Naciones Unidas y de diferentes ONG medioambientales trabajan y alertan alrededor del mundo para mitigar la crítica situación global que vive el planeta tierra, la selva del Amazonas, considerada el bosque tropical más grande del mundo, llamada también como «el pulmón del planeta», ya que produce el 20 por ciento del oxígeno en la atmósfera terrestre, está ahora en estado de emergencia.
Según el INPE, unas imágenes satelitales obtenidas desde el 15 de agosto hasta la fecha evidencian 9.507 incendios nuevos en Brasil, la mayoría de ellos en la región amazónica, razón por la que varias zonas del país están cubiertas de humo.
El 9 pasado de agosto, la capital del estado de Amazonas, Manaos, se declaró en emergencia, al igual que el estado de Acre, fronterizo con Perú, que ha estado en alerta ambiental desde el 16 de agosto.
La Organización Meteorológica Mundial, voz autorizada de la ONU sobre el clima y conocida por sus siglas en inglés (WMO / OMM) publicó en Twitter imágenes y videos satelitales que muestran la crítica situación en el Amazonas.
Expertos medioambientales brasileños se arriesgan a decir que el aumento sin precedentes de incendios forestales en este país se ha dado a causa de las políticas del presidente Jair Bolsonaro, según ellos el mandatario está enfocado en mejorar la agricultura y la minería en la región amazónica, ignorando que el aumento de la deforestación está siendo un cáncer irreversible para la selva.
Para Bolsonaro la culpa la tienen otros. «Puede haber, sí, y no estoy afirmando, una acción criminal de esos ‘oenegeros’ para llamar la atención contra mi persona, contra el Gobierno de Brasil, y esa es la guerra que nosotros enfrentamos», dijo a periodistas el presidente brasileño este 21 de agosto.
Pero la organización no gubernamental Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonía (Ipam), emitió un comunicado en el que asocia la deforestación como la razón principal del creciente número de incendios. «El número de focos de calor registrado en la Amazonía ya es un 60 % superior al de los últimos tres años y ese pico tiene relación con la deforestación y no con una sequía más fuerte como podría suponerse», denunció la organización y agregó que los incendios provocados por agricultores y criadores de ganado se pueden salir de control.
Ante las fuertes críticas contra sus políticas, el presidente Jair Bolsonaro se pronunció hace unos días negando las acusaciones y resaltando su forma de gobernar. En su cuenta de Twitter, el mandatario sugirió a la canciller Angela Merkel usar los fondos para «reforestar Alemania» y reprochó a Noruega por «matar ballenas» y «extraer petróleo del Polo Norte», en forma de defensa a todos aquellos que lo culpan de destrozar la selva del Amazonas.
El 28 de julio pasado Bolsonaro defendía la explotación y deforestación de los bosques: «Brasil es nuestro, la Amazonía es nuestra». El mandatario insistió con la soberanía del país sobre el bosque tropical más grande del mundo para «explotarla» junto a otros países. La tala de árboles creció en junio más de un 88% con respecto al último año
La agencia Reuters sostenía: El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, pronunció este sábado un discurso de corte nacionalista en una ceremonia militar celebrada en Río de Janeiro, en la que volvió a reivindicar la soberanía de la Amazonía.
«Brasil es nuestro, la Amazonía es nuestra, la Presidencia es del pueblo brasileño, pueblo al cual yo debo una lealtad absoluta», exclamó el mandatario dirigiéndose al nuevo batallón de paracaidistas de las Fuerzas Armadas de Brasil.
Bolsonaro, en el poder desde el pasado 1 de enero, es un capitán de la reserva del Ejército y líder de la emergente extrema derecha en Brasil, que ha manifestado en más de una ocasión su deseo de «explotar» la rica biodiversidad amazónica junto con otros países.
También critica con frecuencia lo que él denomina de «ecologismo chiíta», practicado, a su juicio, por las ONG, así como la «industria de demarcación de tierras indígenas» impulsada por administraciones anteriores a la suya.
Asimismo, ha puesto en duda las datos de deforestación en la Amazonía brasileña, que creció un 88,4 % en junio respecto al mismo mes del año pasado, según el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), un organismo público.
Las políticas agresivas de Bolsonaro en relación al bosque tropical más grande del planeta amenazan con obstaculizar en algunos países de Europa, como en Francia, la ratificación del acuerdo de libre comercio alcanzado entre el Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) y la Unión Europea.
Tras el acto, Bolsonaro dijo a los periodistas que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller de Alemania, Angela Merkel, querían que, a su regreso a Brasil tras la última reunión del G-20, «demarcase 30 reservas indígenas más» y ampliara los territorios protegidos en el país.
«Solo en reservas indígenas tenemos ya un 14% (del territorio) tomado aquí en Brasil», apuntó.
Asimismo, volvió a destacar las reservas minerales de algunas de esas áreas protegidas y que su objetivo es «explotarlas» con otros socios.
«Por eso, mi aproximación con Estados Unidos. Por eso, quiero una persona de confianza en mi embajada de los Estados Unidos», dijo sobre la polémica decisión de presentar como candidato a uno de sus hijos, el diputado federal Eduardo Bolsonaro, para ese cargo diplomático.
Durante su discurso en la ceremonia militar, Bolsonaro dijo que «por la primera vez en la historia» del país hay, refiriéndose a sí mismo, un «presidente que está honrando y cumpliendo lo que prometió durante la campaña».
«Es el bien del pueblo brasileño, es colocar a Brasil en el lugar de destaque que merece, es declarar nuestra verdadera independencia y es luchar por el bien de todos», explicó.
Luego recordó que «Brasil es un país laico», pero que la gran mayoría son de fe cristiana, como él, para terminar su intervención con el lema que usó durante la campaña electoral del año pasado: «Brasil por encima de todo, Dios por encima de todos».
Y la citada Prensa Latina consigna este viernes: Bolsonaro considera enviar Ejército para combatir quema en Amazonia. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, confirmó hoy que estudia enviar al Ejército para combatir los incendios en la Amazonia, a través de una operación llamada Garantía de la Ley y el Orden (GLO).
Según Bolsonaro, la decisión se adoptará más tarde este viernes. ‘Es una tendencia (determinar un GLO)’, dijo a periodistas al abandonar el Palacio Alvorada (residencia presidencial).
El político de extrema derecha indicó que anoche hubo una reunión para abordar el tema. ‘Lo que tengamos a nuestro alcance lo haremos. El problema es el recurso’, dijo.
En una orden publicada el jueves en una edición adicional del Diario Oficial de la Unión el mandatario determina que todos los ministerios, de acuerdo con sus competencias, adopten ‘medidas necesarias para inspeccionar y combatir los brotes de incendios en Amazonia para preservar y defender la selva amazónica, patrimonio nacional’.
Realizadas exclusivamente por orden expresa de la Presidencia, las misiones GLO se realizan en casos, en las cuales las fuerzas tradicionales de seguridad pública se agotan.
En estas acciones, las Fuerzas Armadas actúan por un tiempo limitado, con el objetivo de preservar el orden público, la integridad de la población y asegurar el funcionamiento regular de las instituciones.
A través de las redes sociales, el presidente de Francia, Enamnuel Macron, llamó a los países miembros del G7 para discutir la serie de incendios en la selva amazónica y clasificó el fuego provocado de crisis internacional.
El exmilitar brasileño reaccionó y calificó este discurso de sensacionalista y colonialista, y su hijo, el diputado Edurado Bolsonaro, compartió un vídeo en la red social Twitter, en el que se llama idiota al jefe de Estado galo.
Según el Instituto Nacional de Investigación Espacial, los incendios en la mayor selva tropical del mundo aumentaron en 82 por ciento bajo el Gobierno de Bolsonaro, quien deslegitima tal número y elude la responsabilidad.