Si los cambiemitas se van de la Rosada, seguirá el país bajo los dictados de Washington y su diseño estratégico de dominación, o verá al mundo al revés, en forma pluripolar y con decisiones nacionales soberanas. Las fuerzas opositoras deberían informar sobre sus planes a la ciudadanía. La respuesta se hará esperar. Pero mientras tanto: la recientemente estrenada serie de Netflix “Así nos ven”, narra el caso de cuatro jóvenes africanos y un latino acusados y condenados erróneamente por una violación en Nueva York en 1989. A raíz del caso de «los cinco de Central Park», un reconocido magnate inmobiliario pagó por aquel entonces una página de publicidad en cuatro de los periódicos más importantes para exigir mano dura y la recuperación de la pena de muerte. Pasaron varios años y los jóvenes debieron cumplir condenas hasta que, en 2002, se comprobó su inocencia. En cuanto al magnate inmobiliario, fue elegido democráticamente como 45º presidente de los Estados Unidos.
Por Vicky Castiglia / El racismo de Donald Trump nunca dejó crecer y al día de hoy sigue dando que hablar. “Qué interesante ver a las congresistas demócratas ‘progresistas’, que proceden de países cuyos Gobiernos son una completa y total catástrofe, y los peores, los más corruptos e ineptos del mundo (ni siquiera funcionan), decir en voz alta y con desprecio al pueblo de Estados Unidos, la nación más grande y poderosa sobre la Tierra, cómo llevar el Gobierno», publicó el pasado domingo en twitter.
Las congresistas a las que el mandatario hace referencia son la neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez, de origen puertorriqueño; la somalí nacionalizada estadounidense en su adolescencia, Ilhan Omar; Rashida Tlaib de orígenes palestinos y la afroestadounidense Ayanna Pressle. A ellas, el Mandatario les dijo que “vuelvan a sus países a y ayuden a arreglar esos lugares, que están totalmente rotos e infectados de crímenes”. El ataque no sólo revela una suerte de “nacionalismo blando” tal como refirieron las víctimas del ataque, también es un ataque a su condición de mujeres.
Los discursos raciales, del odio y de la superioridad norteamericana son los caballitos de batalla de un político que ha sabido hacer de la red social Twitter una especie de plataforma política que hoy reúne a más de 65 millones de seguidores. Desde allí, es común ver al Mandatario ejercer todo tipo de presiones hacia el interior y el exterior del país (como las amenazas lanzadas a China en el marco de la guerra comercial, por ejemplo), dar directivas y dejar asentado su punto de vista en lo que refiere a cualquier tipo de tema, como el día en que criticó a la duquesa de Cambridge por tomar sol desnuda. Pero cualquiera que piense que las estrategias de comunicación de Trump carecen de criterio y seriedad, son aleatorias o no están milimétricamente estudiadas, está errado.
El tipo de discurso que hoy utiliza el poder en Estados Unidos ha servido de inspiración para muchos, entre ellos el duranbarbismo. Si algo supo construir Cambiemos en la campaña del 2015 fue el discurso de la grieta. Supieron construir, en términos zaffaronianos, la figura de un “otro” que en el plano de lo simbólico representaba a los malos, los pobres, los violentos, frente a un “nosotros” blanco e impoluto que contenía al conservadurismo tradicional de la Argentina y al que le ofrecieron a ciertos sectores de la clase media.
La influencia discursiva de reforzamiento de prejuicios al mejor estilo de Trump con los inmigrantes, los negros y los latinos, se hace evidente principalmente en la agenda de seguridad instalada por el gobierno de Mauricio Macri anclada Doctrina Chocobar. De boca de su ministra Patricia Bullrich han salido frases como “el que quiera andar armado que ande armado” y sus políticas han ido en ese sentido: pedido por la baja en la edad de imputabilidad, permiso a sectores de las fuerzas de seguridad a disparar por la espalda sin dar la voz de alto, y la incorporación de pistolas taser, sólo por citar algunos ejemplos.
En este sentido, no resulta casual la visita del secretario de Estado de EE.UU. Mike Pompeo a nuestro país el próximo 19 de abril. Argentina volverá a mostrarse alineada a los intereses del norte a partir de uno de los temas que discursivamente para Trump es importante: el terrorismo. En ese sentido, según informó Página12, el presidente Mauricio Macri ratificó públicamente que va a “declarar a Hezbollah como grupo terrorista” a través de un decreto, en vísperas de cumplirse el 18 de abril 25 años de la voladura de la mutual judía AMIA que provocó 85 muertes y dejó más de 300 heridos. Todo coincidirá con la fugaz visita del secretario de Estado estadounidense, Michael “Mike” Pompeo, que llegará a Buenos Aires un día después, el 19 de abril, para presidir la «Segunda Conferencia Ministerial Hemisférica de Lucha contra el Terrorismo». Allí también habrá un encuentro con las actuales autoridades de la AMIA, donde Pompeo será uno de los disertantes junto al canciller argentino Jorge Faurie.
En tanto, y si de construcción de enemigos se trata, en política exterior la estrategia de Estados Unidos en la región ha venido estado enfocada en Venezuela y Argentina se comportado como alumno ejemplar. Esta semana tendrá lugar en la provincia de Santa Fe la 54ª reunión cumbre del Mercosur en la que Argentina cederá la presidencia a Brasil. El Mercosur viene de firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea y busca, desde la llegada a la presidencia de Bolsonaro y Macri trazar un perfil más económico y comercial dejando de lado cualquier tipo de abordaje ideológico. De hecho, la cuestión de una identidad latinoamericana fue dejada de lado cuando se abandonó la Unasur. En la próxima cumbre se espera que se aborde “la crisis de Venezuela”. Asimismo, el próximo 23 de julio, sesionará también en nuestro país el denominado Grupo de Lima, creado en 2017 para ejercer presiones contra el gobierno de Venezuela en sintonía con los intereses de Estados Unidos.
La demagogia punitiva, el reforzamiento de ciertos prejuicios establecidos a partir de la relación seguridad / inseguridad, la apelación a la paranoia social para la segmentación del electoral se muestran como estrategias recurrentes en las esferas de poder exportadas desde Washington. Da igual si el enemigo es un inmigrante mexicano, una congresista somalí, o un pibe del conurbano bonaerense. Para este tipo de lógicas, Venezuela y el Hezbollah parecieran ser lo mismo. El hilo conductor es el sostenimiento de sector un sector en el poder: el que entiende el mundo para unos pocos.