El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se apresta a llegar a Buenos Aires donde se entrevistará con su par Mauricio Macri, el jefe de la provocadora profesional de la CIA y la Mossad, desde su juventud claro, a cargo del ministerio de Seguridad. De esa reunión sólo podrá salir una cosa, una cosa que empieza con V: Veneno.
Por Vicky Castiglia / El próximo 6 de junio el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, visitará la Argentina para reunirse con Mauricio Macri y abordar dos temas de agenda en común: Venezuela y un potencial acuerdo con la Unión Europea. El encuentro, que se da en un escenario en el que el nivel de aprobación de ambos mandatarios ha disminuido notablemente en sus respectivos países, tiene como objetivo profundizar las relaciones bilaterales entre ambos gobiernos luego de la visita del mandatario argentino a Brasilia a principios de año. Por aquel entonces, tenían lugar los primeros acercamientos y el compromiso para trabajar en conjunto en cuestiones vinculadas a “la lucha contra el crimen organizado, defensa, energía nuclear y reformas económicos”, entre otras cuestiones. Aquella visita también sirvió para sentar posición en contra del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a quien en acusaron de dictador, una postura que ambos mandatarios han venido sosteniendo en el tiempo y que han profundizado a través de su trabajo en el Grupo de Lima y del apoyo al opositor Juan Guaidó.
Por estos días, previo a la llegada de Bolsonaro, su hijo Eduardo arribó a Buenos Aires, fue recibido por las máximas autoridades del macrismo y retomó el tema Venezuela. En una serie de polémicas declaraciones a la prensa, el legislador afirmó que “está de acuerdo que signifique terminar con el gobierno de Maduro”. Si bien aclaró que se trataba de una opinión personal fue una clara muestra de apoyo a la política intervencionista que viene planteando Estados Unidos.
Sin embargo, no es sólo la perspectiva internacional injerencista lo que tienen en común ambos Presidentes. Salvando algunas distancias, pueden trazarse ciertas similitudes entre las gestiones de Macri y Bolsonaro en lo que refiere a sus doctrinas de seguridad, fuertemente ancladas en políticas de mano dura y gatillo fácil. Hay una imagen que ilustra bastante esta sintonía: cuando el líder de Cambiemos llegó a Brasil fue recibido con un “saludo pistolero” por parte de su par.
En este sentido, en los últimos días, Bolsonaro ha estado en el ojo de la tormenta por su persecución a los docentes. Es que propuso a los alumnos que filmen a los maestros “que promuevan ideas de izquierdas”. Ya durante su campaña, en el marco de sus discursos católicos, antifeministas, racistas y antiminorías había anticipado que iría contra el supuesto “adoctrinamiento marxista y de género en las escuelas”. En tanto, en Argentina, estas semanas ha quedado expuesta la consolidación de la mano dura a partir de la masacre de San Miguel del Monte, en la que cuatro adolescentes perdieron la vida y se investiga si fue a manos de la policía.
La bolsonarización de las políticas de seguridad en Argentina no es nueva, pero viene cobrando cada vez más peso. La autorización de la ministra Patricia Bullrich a las fuerzas policiales para disparar por la espalda (que data de 2018), la reciente compra de pistolas taser para proveer a los uniformados y el proyecto que el macrismo envió al Congreso para bajar la edad de imputabilidad, son sólo algunos ejemplos. Incluso las coincidencias se observan en el plano de lo discursivo. “La seguridad pública comienza dentro de casa”, dijo Bolsonaro hace poco, al flexibilizar las normas para la posesión de armas y el país registró una suba en la compra de armas legales. En noviembre del 2018, una frase similar salió de la boca Bullrich: “Argentina es un país libre, el que quiera andar armado que ande armado”. A ellas se le suma la frase “delincuente abatido, policía condecorado”, expresada por el diputado salteño Alfredo Olmedo a favor del gatillo fácil.
La profundización de los vínculos en materia de seguridad tiene a Bullrich de protagonista. La ministra se reunirá con el juez brasileño Sergio Moro, responsable del encarcelamiento del ex presidente Inacio Lula Da Silva, y ahora detenta el cargo de ministro de Seguridad. El encuentro tendrá lugar el próximo 3 de junio en el que quemarán un campo de marihuana en Paraguay, según reportó Infobae. Según se informó, ambos ministros buscan también que Estados Unidos vuelva a controlar la triple frontera, algo que se había descartado durante los años del kirchnerismo y el PT de Lula. Pero antes está el fútbol.
En enero, tras la asunción de Bolsonaro un periodista de Folha de San Pablo le dijo a Bullrich, en referencia a sus políticas de seguridad: “En Argentina dicen que usted se bolsonarizó”. La Ministra retrucó: “Nosotros fuimos los primeros en implementar esas medidas”. Según Noticias, allí funcionario brasileño se interesó especialmente en la gestión de su par argentina y veinte días después lanzó un ante proyecto de “Anti Crimen” con varios de los puntos que Bullrich impulsó durante sus tres años frente a la cartera de Seguridad.
El macrismo, en toda su gestión, ha convertido en una política de Estado su ideología más reaccionaria, al igual que pretende hacerlo Bolsonaro en Brasil. La Doctrina Chocobar en Argentina, nació al policía que asesinó por la espalda a Pablo Kukoc, luego de que éste asaltara a un turista extranjero, se ha convertido en la base de la gestión en materia de Seguridad, cuestión evidente luego del asesinato a cuatro jóvenes en forma despiadada en San Miguel del Monte, hecho que, tal como señaló el Dr. Víctor Ego Ducrot en AgePeBA recientemente expone además “la existencia en se pueblo de una suerte de banda policial que despliega prácticas criminosas desde hace mucho y muy probablemente como parte de una trama más compleja de crimen organizado, tramas que casi siempre incluyen elementos de los poderes políticos, judiciales, fiscales y mediático”.
No son sólo los casos de gatillo fácil los que exponen esta política. El fuerte incremento de las muertes de detenidos en comisarías es otro ejemplo. Sólo desde la asunción del macrismo se han reportado 65 casos, según un informe de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) que se dio a conocer seis meses después de la Masacre en la comisaría de Esteban Echeverría, donde fallecieron 10 personas. Pero además, esta lógica de armar a las fuerzas de seguridad y aplicar medidas punitivas, se da en un escenario de fuerte incremento del desempleo, la inflación, la pérdida del poder adquisitivo y el severo endeudamiento con el FMI en Argentina, y se da además en un contexto electoral.
El plan económico neoliberal acompañado de políticas conservadoras en materia social, han llevado a Macri y a Bolsonaro al poder. La cuestión reside entonces en si ese tipo de estrategias tienen recepción en el entramado social y si pueden sostenerse y hasta profundizarse en el tiempo.