Como el fútbol me puede, estoy triste porque finalizó Rusia 2018, donde pudimos ver buenos partidos, algunos pocos muy buenos equipos, y no menos sobresalientes jugadores. Pero feliz porque podré curar mi oídos lacerados por esos ruidos molestos, profundamente reaccionarios en su esencia, y en ciertos casos impresentables que fueron, son y serán, supongo, los comentarios y relatos de la “task force” parlanchina de la estadounidense Fox, colonizadora de la TV Pública: ¡Qué alegría no estar ya obligada a oír a Vignolo, a Latorre, a Macaya Márquez, el del siempre ni para todo y para nada, ni a al ex jugador Ruggeri; y que los de TyC Sport no se crean a salvo, sobre todos los maratónicos paneles de gritadores profesionales. Me gustó más Bélgica pero Francia es un legítimo campeón. Los croatas cumplieron con un Mundial excelente pero el 4 a 2 del tiro del final que sí salió fue lapidario, y justo.
Por Tania Molotova (*) / Y para seguir en este párrafo con los saltos y piruetas que tanto me agradan, como los del primero subrayado con letras negritas, un comentario al margen izquierdo sobre el cual, podrán o no estar de acuerdo y con todo derecho: se dice de mí cualquier cosa, que soy arbitraria, hasta injusta a veces, callejera y busca roña, peleadora que le dicen y por eso me pareció un papelón sino un tongo (palabra vieja si las hay) lo de la pelea del sábado, en la que Lucas Matthysse escupió el protector bucal sin caérsele la cara de vergüenza, defeccionando ante el filipino Manny Pacquiao, leyenda del boxeo, senador y quién nos dice futuro presidente, porque nadie me saca de la cabeza que el nuestro fue, facturó y si te he visto no me acuerdo, dejando para los mejor de la noche a los comentarios del siempre brillante Osvaldo Príncipi. Les decía, admito que soy exagerada para comer, beber y todo aquello que las estreñidas del alma denominan pecado, pero nadie podrá acusarme de “apolítica”, de andar quitándole el cuerpo a los encontronazos siempre por izquierda. Con toda esa perorata quiero afirmar que sí conocemos hasta el asco la responsabilidades históricas como metrópolis colonialistas, y las más de las veces genocidas, que tiene Francia, Inglaterra y tantos países europeos – nosotros no debemos olvidar a la maldita España de la Conquista – ,pero que cuando por ahí con aires progres y patrióticos se dice que los afro franceses o los inmigrantes recién llegados, aunque sea éstos para jugar y ganarse la vida, no son franceses, objetivamente se coincide con los más derechistas de las Galias, quienes no soportan la existencia de compatriotas distintos, ni que hablar de que el fuera de serie número 6 de la azul, Pogba, sea militante musulmán. Por supuesto que son discriminados – el belga de padres congoleños, Romelu Lukaku, fue claro: dijo que cuando hace goles lo reconocen belga y que cuando juega mal le dicen africano -, pero más o menos como se discrimina acá mismito, en el país que decidió casi suicidarse al elegir a Mauricio Macri presidente, a “los cabezas”, a los pobres, a nostras, en fin a todos los que somos distintos o distintas, y si de piel oscurita, ni te lo hago recordar.
Aclarado lo aclarado. No estoy del todo de acuerdo con que Luka Modric haya sido elegido como el mejor jugador del Mundial, y no porque opine en desmedro del excelente croata sino porque en un mismo nivel por ahí lucieron los belgas Kevin De Bruyne y Eden Hazard, sobre todo este último, de galera, bastón, miriñaque y aplausos; y los franceses Antoine Griezmann, fantástico, y Paul Pogba, que la descose tanto porque su abuelita debió haber sido buena pero buena con las agujas, si el nieto no deja ni para remiendos. No me olvido de la revelación joven, Kylian Mbappé, un tormento a la carrera que seguramente en la próxima cita de Qatar 2022 estará en pleno apogeo.
Escribí en el título que Francia fue uno de los mejores equipos, el otro en carrera fue el de Bélgica. Una lástima que se hayan eliminado entre ambas – las protagonistas del que, creo, fue el mejor partido de Rusia 2018 -, y también aspiro a un lugarcito en este nota para reafirmar algunos puntos que vengo insinuando.
Qué los enganches no murieron, Que las funciones del histórico 10 tampoco; que simplemente tienen en la actualidad diferentes atributos aunque la misma naturaleza. Que los mejores de este Mundial jugaron con más de un 10.
Que el Brasil de la leyenda y la Argentina del “niño mercancía” y los escándalos del fútbol nacional impresentable, corrupto y lumpen, abordaron aviones tempraneros porque con “los mercados” y los buenos y hasta magnificentes desempeños de algunos jugadores en las Ligas ricas no basta. Que las estrellas esas cada día más apagadas fuera de sus respectivas empresa / clubes / APPs o “video games” contratistas, son sujetos desarraigados, descendientes de la aculturación; en una palabra de la dependencia, y muy apropiados para vender forros, sánguches o papas fritas, los mismo da.
Que la denominación mejor arquero debe repartirse entre el belga Thibaut Courtois y el inglés con aires de pandillero del East de Londres, Jordan Pickford. Que en funciones defensivas, el central inglés, el 2 Kyle Walker, brilló con luz propia.
En fin. Esos son mis elegidos.
Y para el final. Me encantó ver a Putin, a Macron el derechoso que disimula y perfumado, y a la presidenta croata, la conservadora Kolinda Grabar, entregando premios y besando jugadores bajo la lluvia de Moscú. De vez en cuando, mójense, como se estaba mojando la estatua de Lenin, ahí nomas, afuerita del estadio que llevaba su nombre.
Esto llegó a su fin, aunque intentaré seguir escribiendo por aquí. Por ahora, Francia campeona.
(*) Tania Molotova nació en Argentina, hija de militantes de izquierda. De muy niña vivió en Moscú. Estudió periodismo. Fue amiga y cómplice de poetas y bebedores, admite; y colaboró en publicaciones subterráneas. Como más o menos una vez afirmara ese enorme escritor inglés que fue John Berger, nuestra colaboradora sostiene: “mientras en el mundo sufra un solo pobre, ser de izquierda es una obligación moral”. Sus padres fueron asesinados por la mafia que tan impunemente actuó en la Rusia del ex presidente Boris Yeltsin. Ella regresó a su país natal. Dice, “escribo y escribo”. Vive con un librero anarquista. No tuvo hijos. Ama el fútbol y el boxeo. Se acercó a AgePeBA con sus textos sobre el Mundial Rusia 2018.