Y no porque hayan jugado mucho mejor que los suizos, acaso no mucho más que el gol de Forsberg, que los de rojo no igualaron; y sí también es cierto que los de la bandera que le dio color a la camiseta de Boca Juniors, hace más de un siglo, lucieron más compactos, mejor parados en defensa y en bloque cuando atacaban. Pero no fue ese el resultado que más me entusiasmo, sino (el otro, lo otro del título), que es lo que surgió de una lectura de media mañana antes del partido, desde mi celular. Aquí va, y después vuelvo al fútbol, con algo de japoneses y la resurrección del 10 verdadero, como Shinji Kagawa, que siempre fue el número de los que más saben, pese lo que les pese al negocio de los DT y a la prensa dizque especializada.
Por Tania Molotova (*) / Ahora la hincha provisoria o platónica de Suecia (jamás tuve novio, amante ni marido en Estocolmo), sobre todo desde la costa argentina, maltratada, ofendida, lacerada por la lumpen derecha que nos gobierna; y no porque en el país de la Escandinavia impere lo que las zurdas perucaplebeyas como yo aspiramos para un futuro que debe llegar, sino porque bueno, algo es algo.
“Las autoridades suecas creen en un día laboral más corto…Los trabajadores municipales de Gotemburgo, serán los primeros en participar de una experiencia laboral que permitirá poner ‘a prueba’ el sistema de seis horas diarias, cinco días a la semana, iniciativa de las fuerzas políticas de izquierda” (tomado del sitio Motor Económico). Y comento: sin rebajas de salarios, claro, y más allá de que la intención última sea que las laburantes (y los) vivan algo más confortable, para generar más y mejor plusvalía. ¿Se entiende? “Ha llegado el tiempo de probar si esto realmente va a funcionar en Suecia. Haremos el experimento y compararemos, después tomaremos una decisión legislativa en firme extensible a todos los trabajadores”, explicó Mats Pilhem, vicealcalde de Gotemburgo, al periódico sueco The Local.
¡Qué sé yo! Acá tenemos a Mauricio Macri en la presidencia de lo poco que nos está quedando de la República; y en el fútbol a los negociados millonarios que entronizaron al tatuado DT Jorge Sampaoli, a quien contrataron por cinco años y con una clausula indemnizatoria por la cual si lo cesan en forma prematura, la AFA deberá pagarle 20 millones dólares.
Por supuesto que esa contratación surgió cuando Macri era socio político del capo del sindicato de Camioneros, Hugo Moyano (ahora de vuelta en la oposición), también titular del club Independiente y alto dirigente de la propia AFA: Daniel Angelici, un operador del ocupante de la Rosada en vaya a saber una qué labores y hombre vinculado a los servicios de inteligencia, a su vez jefe de Boca, a la vicepresidencia de la Asociación; y un yerno de Moyano, ex barrabrava y ex matón a la titularidad de la misma. Todos en combinación con el padre del “niño mercancía”, Jorge Messi, el de los contratos con empresas de Israel, allegadas a la Mossad.
El futbol de alta competencia es, hace tiempo, una corporación transnacional que genera billones, y que, por supuesto, se inscribe en la lógica de la actual etapa de sistema capitalista global, que se reconoce, con atributos diferentes, en lo de antaño en tanto sesgo de referencia histórica: divide al mundo en sociedades centrales y dominantes, y sociedades periféricas o dependientes (llámese a todo ello imperialismo).
Por allá, por las capitales del imperio, a fuerza de sometimientos, matanzas y coloniajes, como victimarios, supieron acumular saberes y entre ellos ponerle un límite aunque sea simbólico a la voracidad lumpen; y por aquí no: y como sólo y tan sólo de fútbol se trata, quizás sea por ello que el “niño mercancía” luce en el Barcelona y no la selección de su país de origen.
Todo esto es apenas un ensayo y me sacude la duda ante mí misma cuando constato que en otros fútboles dependientes (¿acaso con cuasi burguesías menos lúmpenes?), a pesar de todo, las cosas se pueden hacer algo mejor; porque “el pístolero” Suárez y Cavani, que militan en escuadras del Norte rico, cuando se calzan la celeste ahí están, y con un DT en serio…No sé, tal vez esté equivocada. No será la primera vez, ni la última.
Como errada puedo estar ahora que afirmo: el 10, el enganche, el mejor de todos y el que distribuye juego, pisa los frenos o le mete gas, el que se la banca, sigue existiendo, digan lo que digan en la corporación de intereses de los DT and company y los de la prensa futbolera mandamás: ¿lo vieron jugar al japonés Shinji Kagawa, más salido de un texto de Yukio Mishima (“Caballos desbocados”, enorme, que de uno de Haruki Murakami (“Tokio’s Blues”, muy occidental)? ¿O acaso Luis Suárez, quien suele no perdonar en el área, no está enganchando para Cavani o la inversa, mientras cuenta con volantes a la moderna como “el cebolla” Rodríguez? No sé. Se me ocurre. Hasta la próxima.
(*) Tania Molotova nació en Argentina, hija de militantes de izquierda. De muy niña vivió en Moscú. Estudió periodismo. Fue amiga y cómplice de poetas y bebedores, admite; y colaboró en publicaciones subterráneas. Como más o menos una vez afirmara ese enorme escritor inglés que fue John Berger, nuestra colaboradora sostiene: “mientras en el mundo sufra un solo pobre, ser de izquierda es una obligación moral”. Sus padres fueron asesinados por la mafia que tan impunemente actuó en la Rusia del ex presidente Boris Yeltsin. Ella regresó a su país natal. Dice, “escribo y escribo”. Vive con un librero anarquista. No tuvo hijos. Ama el fútbol y el boxeo. Se acercó a AgePeBA con sus textos sobre el Mundial Rusia 2018.