Un trabajo realizado por una organización no gubernamental en colaboración con referentes de las comunidades Wichí y Nivaĉlé, propone una guía para los medios que permita una construcción de la noticia respetuosa de los pueblos y su diversidad cultural.
Por Daniel Cecchini (*) / Un repaso de las construcción que los medios hegemónicos – y muchos otros, incluso más cercanos a las realidades sobre las cuales pretenden informar – hacen de las “noticias” relacionadas con los pueblos originarios en la Argentina no solo muestra una preocupante tergiversación de los hechos sino también el uso de terminología discriminatoria que apunta a reforzar la marginación, promover el ninguneo social y cultural, y en muchos casos someter a las comunidades indígenas a un proceso discursivo de criminalización que justifique acciones represivas sobre ellos y sus reclamos.
Así, las luchas por la recuperación de la propiedad comunitaria de las tierras ancestrales del pueblo mapuche se transforman en “tomas” o “usurpaciones”; el secuestro nocturno seguido del traslado a centros de aislamiento en Formosa de indígenas presuntamente afectados por la Covid-19 se convierten en “medidas sanitarias”; el desconocimiento o la represión del uso de las lenguas originarias se convierten – a la hora de “informar” – en “educación”.
“Los medios deben reflejar la noticia en forma íntegra, porque muchas veces muestran un pedacito de la realidad y no es la verdad”, dice Eulogio Corvalán, dirigente Nivaĉlé de la comunidad Fwa’aicucat, en la provincia de Formosa.
No se trata de una realidad exclusivamente Argentina sino de un fenómeno mundial.
El año pasado, el Banco Mundial estimó que en nuestro planeta habitan 476 millones de personas pertenecientes a los pueblos indígenas, que representan un 5% de la población mundial. Estos pueblos se han visto históricamente discriminados, marginados y perseguidos lo que llevó a la desaparición de muchos de ellos y a fuertes procesos de aculturación con la consiguiente pérdida de identidad. En la actualidad, los pueblos indígenas representan el 15% de la pobreza extrema a nivel mundial, triplicando las cifras de la población no indígena.
Por otra parte, de los 6700 idiomas hablados actualmente en el mundo, 4000 corresponden a lenguas indígenas, muchas de ellas en peligro de desaparición.
En Argentina, hay un millón de habitantes que se reconocen como parte de más de 40 pueblos originarios y que representan el 2,4% del total de la población.
Los indígenas y los medios
“La dimensión cultural, y dentro de ella la comunicación, no es una excepción a esta lista de deudas. No obstante los avances simbólicos y materiales, persisten fuertes prejuicios y prácticas discriminatorias contra estos pueblos. El lenguaje es terreno de tensión y disputa de poder, en la que las palabras tienen una significación que no es neutral y se encuentra en constante actualización y negociación. En la disputa por el sentido es importante repensar los términos con que se nombra a las identidades indígenas, ya que deben ser reconocidas como sujetos políticos”, señala uno de los integrantes del equipo de comunicación de la Asociación por la Cultura y el Desarrollo (APCD) de Las Lomitas, en Formosa.
Y agrega: “Los medios de comunicación son actores indispensables para desarmar estereotipos negativos que sostienen actitudes hostiles hacia los pueblos indígenas. Es necesaria la labor de comunicadores para transformar estos discursos y colaborar en el respeto a las identidades originarias. Por todo esto, es necesario aportar elementos para producir una comunicación respetuosa para con los pueblos indígenas, que los represente como sujetos de derechos individuales y colectivos que deben ser reconocidos y garantizados”.
En el mismo sentido se pronuncia Ícalo Vicente, docente Wichí de la Comunidad Lote 47 de Formosa: “Un enfoque intercultural supone reconocer, aceptar y escuchar la realidad misma. Queremos que nos conozcan y que los medios se acerquen más, ya que ellos transmiten información. Es importante que difundan la realidad y no suposiciones», sostiene.
Hacia una información respetuosa
Poco o nada – más que intentar contrarrestarla – se puede hacer para modiicar la información tendenciosa y discriminatoria que se propala desde los medios hegemónicos sobre las luchas y las realidades de los pueblos originarios. Detrás de cada una de esas “noticias” – y de la teminología que utilizan – hay intereses económicos que las sostienen y direccionan.
Sin embargo, el fenómeno no se circunscribe exclusivamente a esos medios sino que atraviesa la casi totalidad de las cobeturas periodísticas, que se limitan a repetir, por lo general de manera inadvertida, los discursos impuestos no por afinidad ideológica sino por no tener otros recursos a mano.
Para abrir otras posibilidades en la manera de informar sobre las comunidades originarias, integrantes de la Asociación por la Cultura y el Desarrollo (APCD) de Las Lomitas elaboraron en conjunto con referentes de las comunidades Wichí y Nivaĉlé, una guía para los medios que permita una construcción de la noticia respetuosa para los pueblos y su diversidad cultural.
Lo que sigue pertenece a ese trabajo, titulado Pueblos indígenas en los medios. Recomendaciones para el ejercicio de la comunicación con enfoque intercultural. El autor de este artículo considera que no es solo de utilidad para los periodistas sino también para los lectores.
¿Cómo comunicar sobre pueblos indígenas?
-Identificar prejuicios y evitar expresiones discriminatorias tales como “indios”, “ya no existen”, “atraso”, “terroristas”, “malón”, entre muchas otras. Las estigmatizaciones y estereotipos que se naturalizan habilitan y justifican la violencia hacia los pueblos originarios, lo que es inadmisible en un Estado de derecho.
-Los pueblos indígenas no precisan “que les den voz”, ya la tienen. Es imprescindible trabajar en la diversidad y consultar con los y las referentes de las comunidades originarias para visibilizar su cultura, sus derechos y su existencia. Es importante generar espacios para difundir su voz y habilitar diálogos más horizontales, evitando el exotismo, la romantización y la discriminación.
-Visibilizar la actividad y el protagonismo de los pueblos originarios, haciendo énfasis en su presencia y actualidad. Evitar recurrir a una mirada miserabilista y destacar también el potencial, los sueños y las esperanzas de futuro de los pueblos.
-Contextualizar el relato de los hechos con información pertinente respecto a la territorialidad, normativa vigente, marco social y político, precedentes y situaciones similares.
-En lo posible, no utilizar símbolos, expresiones o términos de uso común para la sociedad no indígena sin consultar previamente con los pueblos indígenas ya que para otras culturas pueden tener otro significado. Por ejemplo, el arco iris es considerado de manera positiva en la sociedad no indígena pero es un símbolo de presagios negativos para la cultura Wichí.
-Respetar intelectual, artística y espiritualmente a los pueblos indígenas. Para reproducir imágenes o sonidos (temas musicales, ritmos) se debe contar siempre con el consentimiento expreso de sus miembros, a la vez que se debe ofrecer a la audiencia una contextualización del material (su significado y su importancia).
-Hacer un cuidadoso registro fotográfico y audiovisual, que esté en consonancia con el tono de la información escrita. Evitar el uso de imágenes amarillistas que atenten contra la dignidad de las personas representadas.
-Destacar la importancia que tienen los territorios para los pueblos indígenas y sus culturas. Indagar en los sentidos colectivos, la historia, los conflictos y el cuidado del medio ambiente, entre otras dimensiones.
-Dar a conocer los distintos puntos de vista sobre cuestiones que involucran a los pueblos indígenas, incluso si hay varias perspectivas distintas entre estos pueblos. No asumir la univocidad y homogeneidad de los pueblos indígenas.
-Mostrar las perspectivas indígenas sobre temas de interés y repercusión pública de actualidad.
Pautas para el uso del lenguaje
-Utilizar la palabra “indígenas” u “originarios” para referir a personas pertenecientes a pueblos originarios.
-No utilizar la palabra “raza” para nombrar ninguna pertenencia étnica, en ningún caso. Ese concepto quedó científicamente desacreditado a mediados del siglo XX luego de los horrores del nazismo.
-Usar la denominación “discriminación” en sustitución de “racista” o “racismo”, para referirse a prácticas ofensivas hacia los pueblos indígenas u otros colectivos.
-Escribir la denominación de cualquier pueblo indígena como es correcto en la gramática de sus propios idiomas: “Wichí”, “Nivaĉlé”, “Qom”, “Aymara”. Lo mismo vale para referirse a sus lenguas y, en general, a cualquier término propio. Evitar el uso de términos acuñados por otros pueblos indígenas o por la conquista española, ya que suelen ser despectivos.
-Evitar las declinaciones de género, en lo posible. Respetar la identidad autopercibida de cada sujeto, incluyendo el género, y su pertenencia étnica, cultural y política.
-No españolizar palabras en idiomas originarios, por ejemplo, es incorrecto decir “wichi”, “nivacle” o “quom”.
-Hablar en términos de “derechos”, evitando el uso de “privilegios”, “prebendas”, “beneficios” y demás términos por el estilo.
-Referirse a la “cultura”, la “cosmovisión”, el “conocimiento” y los “saberes” de los pueblos indígenas, evitando términos del tipo “paradigma” y “filosofía”, propios de culturas no indígenas, excepto que los propios pueblos indígenas lo utilicen.
-Referirse al “arte”, “manifestaciones artísticas” o “expresiones culturales” de los pueblos indígenas para narrar su riqueza cultural. Evitar el uso de “artesanías” y “folklore”, puesto que banaliza su bagaje cultural.
-Evitar el uso de “toma” y “usurpación” al referirse a procesos de ocupación y recuperación de territorios. Ambos términos violan el principio jurídico de inocencia al referirse a delitos antes de que haya sentencia judicial. Usar, en cambio, “recuperación” u “ocupación”.