A pesar de que las investigadoras son mayoría en el sistema científico-tecnológico local, solo dos de cada diez puestos jerárquicos están ocupados por mujeres. Aquí, los detalles del diagnóstico de situación que presentó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que antecede al Día Internacional de la Mujer que se celebrará el 8 de marzo próximo.
Por Nadia Luna (*) / El jueves pasado se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha que busca inspirar vocaciones científicas e impulsar una mayor equidad de género en el sector. En este marco, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCYT) realizó un encuentro virtual donde se presentó el informe “Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en ciencia y tecnología”, elaborado por el Programa Nacional para la Igualdad de Géneros de la cartera.
“A partir de la historia y los testimonios de pioneras en nuestro campo, podemos pensar que estamos en una situación un poco más beneficiosa que años atrás, pero todavía hay mucho que mejorar”, afirmó la directora Nacional de Programas y Proyectos, Guillermina D’Onofrio, quien estuvo a cargo de la presentación del informe.
El “techo de cristal” es uno de los principales problemas que enfrentan las mujeres y disidencias en diversas áreas del mundo profesional. Se trata de barreras que dificultan su acceso a cargos jerárquicos – por eso también se conoce al fenómeno como “piso pegajoso” – y que operan sistemáticamente de distintas formas. Por ejemplo, a través de la aplicación de diversos parámetros de evaluación según se trate de un varón o una mujer; pero también mediante el ejercicio de diversos tipos de violencia, como los micromachismos cotidianos. Si bien son situaciones difíciles de relevar y cuantificar, muchas veces terminan expulsando a las mujeres del ámbito laboral.
El informe destacad que de los veinte ministerios que forman parte de la Administración Pública Nacional, solo cuatro están a cargo de mujeres. En el caso del MINCYT, Tecnología e Innovación se encuentra a cargo de un ministro varón, así como las dos secretarías de Estado y tres de las seis subsecretarías que integran el área. Algo similar sucede en las universidades nacionales, donde apenas hay un 11 por ciento de rectoras y un 30 por ciento de vicerrectoras. El informe consigna que “si bien se destaca la participación de las mujeres en secretarías académicas (59%), no se debe perder de vista que estas áreas son las que mayor carga laboral administrativa representan”.
Distribución de directoras y directores de proyectos de I+D por área del conocimiento, según sexo y proyectos iniciados en 2017. Fuente: Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en ciencia y tecnología del Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en CTI. Elaboración propia a partir de la base de datos de SICYTAR.
En lo que respecta a los cargos jerárquicos dentro del sistema científico nacional, el techo de cristal se repite. A pesar de que las investigadoras mujeres son mayoría (59,5%), solo el 22 por ciento de los puestos directivos de los organismos de ciencia y tecnología son ocupados por mujeres, lo que se traduce en menores salarios.
Según D’Onofrio, esa proporción mujeres en puestos directivos se mantenía en un histórico 11 por ciento, “pero la llegada, en diciembre de 2019, de algunas mujeres a cargos jerárquicos, como Ana Franchi al mando del CONICET y Susana Mirassou en la presidencia del INTA, levantaron un poco un promedio que de todos modos sigue mostrando una situación muy inequitativa”, remarcó.
Además de la segregación vertical, las científicas deben enfrentar una segregación horizontal, es decir, por disciplina. Las mujeres están subrepresentadas en las áreas de las ciencias agrícolas, las naturales, las exactas y en las ingenierías.
Este desbalance por disciplina se traslada a la dirección de proyectos. Si bien la distribución es paritaria en términos generales, hay diferencias según el área de trabajo. Las investigadoras dirigen la mayoría de los proyectos en Ciencias Sociales (55%), Humanidades (67%) y en Ciencias Médicas y de la Salud (55%), pero su proporción disminuye en la dirección de proyectos de Ingenierías y Tecnologías (46%).
El informe también pone la lupa en la brecha de acceso al financiamiento para proyectos de investigación. En términos generales, las mujeres directoras de proyectos de I+D solicitan y reciben un 33 por ciento menos de recursos que sus pares varones, y la brecha es más grande en el caso de las Ciencias Médicas y de la Salud.
Distribución de investigadoras e investigadores por gran área del conocimiento, según sexo (2020). Fuente: Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en ciencia y tecnología del Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en CTI.
De la presentación del informe también participó la subsecretaria de Formación, Investigación y Políticas Culturales para la Igualdad del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, Diana Broggi, quien apuntó: “Sabemos que la desigualdad de género es estructural y que es la puerta a las violencias por motivos de género. Por eso, contar con un diagnóstico es fundamental para visibilizar de qué manera el androcentrismo atraviesa todo el ámbito científico y para poder articular políticas públicas entre los ministerios que tiendan a reducir las brechas”.
Hacia una ciencia más equitativa
Si bien todavía hay muchas cosas para mejorar en el camino hacia una ciencia más igualitaria, en los últimos años se han hecho algunos progresos, en consonancia con el mayor protagonismo que fueron adquiriendo los movimientos feministas, especialmente desde el primer Ni Una Menos (2015), y con las movilizaciones masivas por el aborto legal, seguro y gratuito. También proliferaron numerosas agrupaciones de científicas que lograron visibilizar las violencias que padecen al interior del ámbito científico y universitario. Además, comenzaron a generarse cambios a nivel del marco normativo y de las políticas públicas referidas al sector.
Si bien la Ley 25.467 de Ciencia, Tecnología e Innovación (2001) y la Ley 23.877 de Promoción y Fomento de la Innovación Tecnológica (1990) no incorporan la perspectiva de género en la investigación y la paridad de género en la distribución de algunos de los cargos, sí lo hace el proyecto de Ley 25.467 de CTI que recientemente obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados. Otros ejemplos de la incorporación de esta perspectiva son el Programa Nacional para la Igualdad de Géneros del MINCYT y el área de Política Transversal de Género y Diversidad Sexual de la Agencia I+D+i, ambos espacios surgidos en el 2020.
“Un objetivo importante que nos propusimos es promover la incorporación de la perspectiva de género en los procesos de investigación. Esto alude a diversas cuestiones, como derribar estereotipos de género y lograr que la investigación incorpore el análisis de sexo-género en el diseño de los proyectos, de forma que podamos apuntar a tener investigaciones de mejor calidad”, señaló D’Onofrio.
Distribución de cargos según sexo (2020). Fuente: Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en ciencia y tecnología del Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en CTI. Elaboración propia a partir de datos relevados de las universidades nacionales de gestión estatal.
Otras líneas de trabajo que enumeró la funcionaria tienen que ver con la actualización del Banco de acciones en género y ciencia. Sus objetivos son recopilar instrumentos de políticas con perspectiva de género implementados en universidades y organismos de investigación para que sirvan como modelo de consulta; la realización de mesas de debate abiertas al público y mesas de trabajo internas sobre cuestiones de ciencia y género; y la revisión de instrumentos de política, como sucedió con la modificación del lenguaje androcéntrico de las bases del Premio Distinción Investigador/a de la Nación Argentina y el Concurso Innovar.
A los problemas estructurales de desigualdad de género en ciencias, el año pasado se sumó la profundización de algunos aspectos a raíz de las medidas de aislamiento implementadas por la pandemia, especialmente en lo que respecta a la superposición de las tareas laborales con las tareas de cuidado, que recaen mayormente en las mujeres y disidencias. Ante la pregunta de TSS sobre si esto será tenido en cuenta a la hora de evaluar informes y ascensos, D’Onofrio afirmó que “hay conversaciones con distintos ámbitos para ver cómo se puede atender esta cuestión. Es una preocupación muy importante y va a ser un tema de agenda en los próximos meses”.
Además de la presentación del informe, hasta el 8 de marzo que se celebrará el Día Internacional de la Mujer, el MINCYT realizará diversas acciones para difundir el trabajo de mujeres en la ciencia a través de las redes sociales bajo el hashtag #MujeresEnCiencia. Una de las actividades es el ciclo de charlas que se puede ver en Youtube y que comenzó con el conversatorio “Niñas de hoy, investigadoras del futuro. Estrategias para construir vocaciones científicas con perspectiva de género”.
(*) Texto publicado en Socompa, con el título: Un “piso pegajoso” para las científicas argentinas.