Para El Pejerrey Empedernido, brindar es cosa de todo el año, aunque no con cierta caterva que, verán, en las próximas líneas anunciará. Peso a todo, en las mesas de fin de año, el escabio nunca debe faltar, así que viene bien un repaso de vinardos.
Abstemios. Regimentados ideológicos, algo así como fanáticos y fanáticas de las dietas porque sí, sin prescripciones del galeno. Estreñidos del alma y perseguidoras de remilgadas moralidades con olor a moralinas viejas. Injustos e injustas por convicción y traza zancadillas, que vienen a ser aquellos que la parlan por izquierda o dizque nacionales y populares con más vericuetos que cataduras, tanto que adoran la vida y la política el altar de los negocios. Patrones. Alcahuetes. Embozadas sin causa, porque sí y para joder. Terraplanistas. Veganos, vegetarianas y pelotudos de todos los géneros posibles e imposibles, para ser políticamente correctos aunque sea por un segundo, de esos que dicen con esta vacuna sí, con ésta no. Burócratas y habitantes de Turrilanda en general. Con ustedes nunca…Sí en cambio hasta con los que piensan diferente pero muestran sus manos, a veces hasta con empuñadoras y brillos, pero no importa; y ni que decir con amigos y compañeras: con todos ellos sí salud, por un nuevo cumpleaños del Jesú y porque se va, que se va, que se fue el ’20 del XXI, conocido en las bibliotecas futuras como maldito año de la peste… Qué sea con vinos del temple y las luces que prefieran, pero confieso que, este, vuestro humilde Peje, hace un tiempo que enarbola entusiasmos entre los rosados de Malbec y los Torrontés de paso fuerte, entre los que piden frescores del tiempo, y frente a los Cabernet Franc y los Petit Verdot, que de estos últimos aun pocos se encuentran en despachos curdelas o comunardos, a menos que os refugiéis en tiendas de licores y sabrosuras más finolis. Y nótese que mi entusiasmo por la parras es abierto hasta el infinito de los tiempos y los espacios, si hasta más de un lagrimón placentero merece el alguien que grite por ahí ¡para los 12 un farol!, que es tinto de los que raspan en vasos con culos de botellas y soda fría de burbujilla picosa; o por qué no un Clericó muy de Semillón con limones estrujados y otras frutas y también gloria a la divina Sangría con el rojo sonrojante que prefieran y tan solo fresas, que son nuestras frutillas, batidas en picado de hielo que te quiero hielo… Dicen algunos que nuestro brindis a copa alzada nació entre ciertos festejos bélicos de Carlos V en el Siglo XVI, como “yo te ofrezco”, la victoria se supone, pero en alemán, que se diría bring dir’s o cosa parecida… Sin embargo, los cultores de esas versiones se quedaron cortos, porque a tu salud ya bramaban por Occidente los griegos del IV antes del cofla, los romanos y los visitantes de tabernas e inquilinos de monasterios en el Medioevo, mamita mía, para convertir en sana costumbre el zamparse un trago primero y ante todos o con un tintinear de cálices, para dejar en claro que lejos estaba el anfitrión o convocante brindador de querer mandarle una cicuta camuflada a alguno o a varios de sus invitados… Pero hasta cuándo, dime cuándo, si tan sólo quería contarles dos cosillas: que para estas fiestas escabié con mi amigo Ducrot y su escritora preferida; y que en el universo brindis cabe la humanidad entera: lo hacemos por nuestros vivos y por nuestros muertos; si hasta por los santos, arrojando el primer trago de ron a la tierra, en honor de ellos…Se brinda por amor, por desamor y…siempre se brinda… Sí, con la copa del estribo me despido, salucita vidas mías, y escuchad lo que os dejo en la retirada…Con este brindis de tango / que el maestro desgranaba / junto a él estaba yo. / Entre el humo de los puchos, whisky, tangos y pernod, / aquel sueño se cumplía…/ que más se puede pedir, / Rivero… Grela / y yo (Alberto Morales y Ángel Sanzó)… Eche, mozo, más champán / que todo mi dolor / bebiendo lo he de ahogar / Y si la ven / amigos díganle / que ha sido por su amor / que mi vida ya se fue / Y brindemos, no más, la última copa / que, tal vez, también ella ahora estará / ofreciendo en algún brindis su boca / y otra boca feliz la besará (Francisco Canaro y Juan Andrés Caruso). Yo sentí que mi vida / se perdía en un abismo / profundo y negro / como mi suerte. / Quise hallar el olvido / al estilo Jalisco / pero aquellos mariachis / y aquel tequila / me hicieron llorar. / Me cansé de rogarle / con el llanto en los ojos / alcé mi copa / y brindé con ella. / No podía despreciarme / era el último brindis / de un bohemio / con una reina. / Los mariachis callaron / de mi mano sin fuerzas / cayó mi copa /sin darme cuenta (José Alfredo Jiménez)… Otra vez: ¡Salud, porque se trata de brindar, de dar…!
Texto tomado del sitio Socompa. El Pejerrey Empedernido es heterónimo de Víctor Ego Ducrot, periodista, escritor, profesor universitario y director de esta página. Doctor en Comunicación por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la misma UNLP. Tiene a su la cátedra Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la maestría Comunicación y Criminología Mediática, en la cual integra el Consejo Académico.