O apelar a la conciencia ciudadana para no dejarnos vencer. Cuando el miedo mediático nos abruma más de la cuenta y las proyecciones económicas se empantanan, la unidad de las grandes mayorías aparece como el principal método de aislar al virus. Si no hay vacuna, hay lucha. Siempre hay lucha.
Por Calos M. López / La apertura de nuevos servicios y del transporte en general presenta la oportunidad de modificar sustancialmente por primera vez a nivel nacional el aislamiento que mantiene el país desde marzo de este año. Los protocolos sanitarios definidos por territorios tendrán sus diferencias porque existen tantos caminos posibles como ciudades, lo que requiere entonces que el cuidado para evitar contagios masivos recaiga en la propia atención que los ciudadanos podemos aportar desde nuestro lugar. Así como la economía no se resuelve con inversiones que no tengan puestos de trabajo, la pandemia tampoco será más feliz -dentro de lo posible- sin el compromiso asumido de la sociedad. Una decisión política no será estratégica si nadie espera recibirla.
En el corriente mes los contagios han mantenido un patrón sostenido con la particularidad de que los informes de cada domingo esos contagios disminuyen considerablemente, lo que en principio demostraría que la circulación del virus es tan efectiva como lo sea la movilización de personas por la vía pública.
El domingo pasado los casos bajaron a poco más de 10 mil, cifra muy similar al domingo 11 de octubre. El domingo 4 de este mes los contagios fueron de 7.600, uno de los picos más bajos de los últimos meses. Es decir que indudablemente la única solución parecería ser mantenernos aislados.
Sin embargo, y como los casos de cada jornada son los reportados ese día, independientemente de cuándo hayan tenido lugar como contagios, los registros dominicales pueden también ser considerados en baja debido a que durante los fines de semana los trabajos de cómputos disminuyan.
La situación económica, ligada directamente a las condiciones laborales actuales, no permite que el aislamiento continúe por mucho tiempo más. Tampoco lo hace la dura realidad emocional que atraviesan muchas familias distanciadas. Es por ello que el transporte de media y larga distancia para reubicaciones familiares, cuestiones de trabajo y necesidades de salud será ampliado a las actividades permitidas poco a poco en diferentes regiones del país. La Rioja se convirtió el pasado lunes en una de las primeras provincias en habilitar vuelos de cabotaje, sin fines turísticos aún, pero con la posibilidad de volver a moverse y más importante aún, con la reorganización de puestos de trabajo que durante la cuarentena se vieron afectados por el cese de actividades.
Urgente será que se resuelvan situaciones como las que reporta en las últimas horas el sitio AdnSur: “Les negaron la entrada a Formosa y desde hace dos semanas duermen en la ruta con su nene de cuatro años. La familia se refugia debajo de un acoplado a la vera del camino a la espera de una respuesta del gobierno provincial. Las autoridades aseguran que él no es formoseño y que, por lo tanto, no puede entrar”.
Ya con el comienzo de la semana y las actividades comerciales, el último día se registraron más de 16 mil casos a nivel nacional y partieron 384 vidas más. Es entonces el actual un momento que definirá consecuentemente lo que ocurra en los próximos meses.
Las grandes mayorías han apelado a respaldar las decisiones de protección sanitaria y deberán seguir haciéndolo si lo que deseamos es un verano con cifras de contagio que no se disparen más de lo esperado.
Esta semana se dio a conocer el protocolo para la temporada de verano 2021 por parte del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires, el cual confirma que no será requisito realizar testeos para realizar turismo entre el 1 de diciembre y el 4 de abril.
La responsabilidad ciudadana será un factor determinante para que el virus no se propague a niveles insostenibles. La comunicación de las medidas sanitarias que se estipulan también tendrá un rol importante. En principio, el protocolo para la costa bonaerense propone la utilización de la aplicación Cuidar Verano para concentrar en línea los datos de las personas que se encuentren viajando por la provincia. A su vez, los hoteles y los restaurantes tendrán que abrir con ciertas limitaciones de ocupación y estarán prohibidas las actividades en espacios cerrados como los cines y los teatros.
Los problemas económicos que atraviesa la Argentina son profundos y dejarán huellas marcadas por varios meses. De igual manera, la falta de estabilidad política en determinados momentos del aislamiento hizo que muchos enfoquen la atención mediática en debates carentes de conocimiento o sentido común. Lejos de esta visión, se debe apelar a mantener un fluido alcance de las medidas para que la ciudadanía sea parte de una realidad en la que salir a la calle se ha convertido en una experiencia algo riesgosa para la salud de muchas personas.
La ciudadanía movilizada y consciente de la realidad que tenemos en nuestras tierras es lo que tanto temen quienes abogan por la inestabilidad del poder. Para muchos comunicadores de las grandes corporaciones mediáticas las personas que recorren nuestras calles son “la gente”. Ese anticuado concepto sólo busca perpetuarse en la idea de que quienes salimos a comprar el pan no tomamos decisiones. Somos meros instrumentos, cuando en realidad no hay futuro posible sin inclusión educativa.
No hay camino posible sin la unidad popular, sin la presencia consciente de comprender la difícil realidad que viven cientos de argentinas y argentinos sin trabajo o que ni siquiera pueden pensar en un virus porque no hay comida. Entonces, aquellos que tengan el privilegio de no sentir estas últimas dos situaciones tendrán la responsabilidad de evitar que el virus nos gane, de igual manera que otros males.
Es que los conceptos de libertad pueden ser muy destructivos. Ante un virus siempre la vida estará por delante de cualquier otra necesidad, como de igual manera ante una economía golpeada las clases trabajadoras y las grandes mayorías son las que deben recuperarse para volver a sentir una caricia. Una parte de esta reconstrucción le corresponde al Estado, al sector empresarial como generador de puestos de trabajo y a la voluntad de mantener una unidad proactiva en el sector político; pero a vistas de lo ocurrido en los últimos siete meses de aislamiento y próximo a liberarse nuevas actividades, será el pueblo en su conjunto el que aporte el 50% restante para que los meses siguientes sean al menos por un ratito, algo cercano a una celebración de fin de año.
La lucha contra el coronavirus es extensa, pesada y confusa por momentos. Europa conoció el éxito temporal al salir del invierno para volver a sufrir las consecuencias de los contagios esparcidos durante el reciente verano. En nuestro país -y en América Latina en su conjunto- muchas otras variables también profundizan la actual situación.
No será fácil como no lo fue durante la cuarentena obligatoria. Nuestra realidad, desde mantener un trabajo hasta salir a realizar una compra a un supermercado, fue alterada por completo. Así como la historia reciente del país demostró que cuando se cree alcanzar el éxito es quizá el momento más endeble, es que los meses siguientes deben ser tomados con la responsabilidad sanitaria que requiere.
El escenario muta pero el objetivo es el mismo, volver al ruedo sin olvidar que toda lucha necesita almas que la alimenten.