Un texto desde el aislamiento preventivo contra esta suerte de peste siglo XXI, que no enmudece ni a políticos, ni a periodistas.
Por Vicky Castiglia / El comienzo de una nueva y más estricta cuarentena en el AMBA, Chaco, General Roca y Neuquén, nos agarra en medio de unos días bastante ajetreados para la agenda nacional. Martín Guzmán se apresta a presentarle a los acreedores la que se espera sea la última propuesta de reestructuración de deuda en una semana en la que se dio a conocer que la caída de la actividad económica durante el último abril fue del 26,4% en la comparación interanual. Por estos días también, la Justicia indaga a los varios detenidos acusados de espionaje durante el gobierno de Mauricio Macri al tiempo que se investigan “los vasos comunicantes” entre los servicios de inteligencia, la gestión anterior y hasta algunos periodistas. Como si todo esto no bastara, el titular de la Unión Cívica Radical propone hacer de Mendoza un país independiente. De repente, pareciera que Vicentín pasó hace mucho tiempo.
Este miércoles, de hecho, me resultó difícil al abrir los diarios y portales dar con la cifra de contagiados y fallecidos por coronavirus en nuestro país (los primeros superan 64.500 casos y los segundos, los 1300), algo que no me había pasado antes durante la cuarentena. Y es justamente el tratamiento que los grandes medios de comunicación -en particular el diario La Nación- le dieron a todos esos temas lo que me llamó la atención, en especial en lo que refeire a la tríada espionaje-pandemia-economía.
Desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP llevamos tiempo trabajando con un modelo teórico metodológico llamado Intencionalidad Editorial, cuyo objetivo es analizar al periodismo desde el periodismo y develar las parcialidades en los discursos que los grandes medios de comunicación buscan instalar como verdades absolutas. Este modelo -cuyas bases se encuentran en el libro Sigilo y nocturnidad de las prácticas periodísticas hegemónicas, en el que escriben Víctor Ego Ducrot, Ernesto Espeche y Fernando López – sostiene que “no existe la neutralidad, todo contenido mediático implica una toma de posición a favor de algunos de los actores individuales o colectivos de lo noticiable, algo que esta semana ha sido muy evidente.
En las semanas previas a la irrupción del escándalo por los casos de espionaje, el ojo mediático hegemónico estuvo puesto en el falso dilema cuarentena-economía, con un sesgo muy marcado a favor de la reactivación económica, por encima de la salud de la gente. Ilustran muy bien esto las declaraciones en Twitter de la periodista Silvia Mercado, quien aseguró que le encontraría “más sentido a las restricciones” si hoy tuviéramos 20 mil muertos en lugar de mil.
El anuncio de una caída histórica de la actividad económica para el mes de abril fue rimbomantemente anunciada por el diario La Nación el sábado, antes de que se conozcan los datos oficiales del Indec, lo que ocurrió el lunes. Y el lunes también llegó el editorial de Carlos Pagni para el mismo medio y la aseveración por parte del periodista de que estamos camino de regreso a un estado de situación como el del 2001.
El columnista puso claramente de manifiesto su postura a favor de la economía en detrimento de la salud cuando propuso la estrategia de la inmunidad del rebaño. “¿Qué quiere decir inmunidad de rebaño? Que nos vamos contagiando y nos vamos inmunizando. Hay un momento en que esa inmunidad involucra a tanta gente que la epidemia empieza a ceder y la curva comienza a bajar en serio. Hay estudios, y uno muy divulgado por estos días del Dr Nic Lewis, que dice que se está descubriendo que la inmunidad de rebaño se adquiere con una proporción no necesariamente alta de población. Es decir, habría un grupo de gente que se contagia más, entre un 15% o 20% de la sociedad, y una vez que estos están contagiados el resto que se va infectando es cada vez menor. O porque viven aislados, o porque son menos vulnerables. Entonces, podría llegar a pensarse que con que un 15%, 20% o 30% de gente que ya tuvo el virus se garantizaría que comenzaría a bajar la curva de contagios y sobre todo en la curva de letalidad”.
Las palabras de Pagni fueron rápidamente refutadas por los expertos. Página12 sostuvo: “La inmunidad de rebaño es un número calculado. Históricamente se usa para calcular a cuánta gente vacunar, no cuánta gente debe salir a contagiarse y morir por un virus desconocido para poder ‘reabrir’ la economía”, explicó el biólogo molecular Ernesto Resnik, al tiempo que alertó que “el chiflado negacionista que cita Pagni es Nic Lewis, quien se autogestiona como ‘analista independiente’, normalmente dedicado a negar el cambio climático, ahora niega la epidemia, con no más armas que su opinión. Por su parte, el doctor en Ciencias Químicas, Rodrigo Quiroga, investigador del Conicet y especializado en bioinformática, explicó: “Carlos Pagni vuelve a reflotar la idea de la inmunidad de rebaño con 30% de infectados. En AMBA significa 5 millones de infectados, muchos con secuelas crónicas, 100.000 internados en terapia intensiva y 25.000 a 50.000 muertos. Adicionalmente, aunque estuviéramos dispuestos a pagar ese precio, llegar a 30% de infectados sin colapsar el sistema de salud es casi imposible, y aun siendo posible lleva muchísimo tiempo”.
Que Pagni sea uno de los editorialistas principales del diario, así como su discurso en sí mismo, evidencian el posicionamiento de La Nación en términos de Intencionalidad Editorial respecto a la crisis consecuencia del confinamiento y la pandemia apostar por la economía a costa de lo que sea, incluso de la salud de la gente.
Sin embargo, al binomio pandemia-economía en el análisis del discurso, debe sumársele un elemento más que irrumpió en los últimos días: el escándalo por el espionaje durante el gobierno de Mauricio Macri, que derivó en la detención de hasta el momento de 22 personas. Se investiga el seguimiento y operaciones de inteligencia no sólo a opositores –como Cristina Fernández de Kirchner- sino también a funcionarios del gobierno como Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Nicolás Massot y Emilio Monzó, además de sindicalistas, dirigentes, periodistas y la lista sigue y se amplía con el paso de los días.
Sin entrar en detalle de las causas por espionaje, vale subrayar que las detenciones fueron ordenadas por el juez federal, Federico Villena. Este es un elemento central en términos de análisis de discurso del diario La Nación a raíz de dos notas publicadas este miércoles, una de ellas por uno de sus columnistas de mayor renombre: Joaquín Morales Solá. “Los silencios del Presidente” se titula la pieza periodística, quien califica de excesos las detenciones ordenadas por Villena, se refiere al Magistrado como “polémico” y se ocupa de poner en duda la causa que éste lleva adelante. Cabe resaltar, que entre los detenidos, no hay sólo espías. Susana Martinengo y Darío Dalmau Pereyra, quienes fueran secretaria de Documentación y jefe de contrainteligencia de la AFI durante la presidencia de Mauricio Macri, forman parte de la lista. Asimismo, si bien permanece en libertad, el antiguo secretario privado del ex Presidente, Darío Nieto, también es investigado, aunque el juez ordenó recientemente la exención de prisión.
La columna de Morales Solá permite linkear a una nota publicada el 16 de junio por otro periodista, que traza un perfil detallado del magistrado. Allí, lo que llama la atención es, fundamentalmente el último párrafo: “Cuando le presentaban a un nuevo juez, el fallecido ministro de la Corte Suprema Enrique Santiago Petracchi siempre le decía lo mismo: ´¿Sabe cuándo va a ser un juez independiente? Cuando traicione a quien lo nombró´. Esta semana, un amigo de Villena le recordó esta historia. Solo para que la tenga presente”. No se necesita un modelo teórico y metodológico, solo un poco de sentido común, para detectar el tono de amenaza de la última oración.
Los discursos en torno a la tríada pandemia-espionaje-economía no son sólo críticas desde todos los frentes a la gestión de Alberto Fernández o a determinado espacio político. El objetivo primero de la intencionalidad Editorial es develar las parcialidades que los grandes medios hegemónicos buscan instalar, con pretensiones de objetividad, en los discursos sociales. Blindar al macrismo y priorizar el discurso economista por sobre la salud de la gente pareciera ser el objetivo en un momento en el que el mundo enfrenta una de las mayores crisis y los muertos se cuentan de a miles; y mientras en el país los globos amarillos de la revolución de la alegría comienzan a explotar.