Paradójicamente, el hecho de quedarnos en casa reduce las posibilidades de contagio, pero a su vez nos vuelve más vulnerables a otra pandemia, la de la desinformación. Este fenómeno fue advertido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que calificó como “infodemia” a la sobreexposición de información, tanto verdadera como falsa, sobre una enfermedad.
Con la aparición del coronavirus en nuestra región aumentó exponencialmente la cantidad de noticias falsas que circulan en las redes sociales, a la par que también se registró un mayor volumen de conexión por parte de los usuarios debido a las medidas de aislamiento tomadas por el Gobierno nacional para evitar el avance de la enfermedad. De hecho, en las primeras semanas de la cuarentena la conectividad aumentó un 25%, según la Cámara Argentina de Internet.
En Argentina, como ocurre con otros fenómenos masivos, la producción de Fakes News en torno al tema de acrecentó de forma acelerada, y desde hace más de un mes circula en las redes sociales infinidad de desinformación en torno al coronavirus. Del corpus analizado en este trabajo pueden identificarse tres tipos de noticias falsas: aquellas relacionadas a la salud y a supuestos consejos para prevenir o curar la enfermedad (la mayor parte de la producción está enfocada en este aspecto); las políticas, referidas a supuestas medidas del Gobierno o de acciones específicas de un dirigente; y aquellas que tienen que ver con supuestas decisiones administrativas que afectan vida cotidiana de la población.
Para identificar cómo circulan las Fakes News tomaremos una primera consideración teórica expuesta por Guadalupe Nogués, autora del libro “Pensar con otros. Una guía de supervivencia en tiempos de posverdad”. Para Nogués hay dos formas de hacer circular la desinformación: “una es intencional, manufacturada por grupos de interés con el objetivo de enturbiar las aguas y generar dudas”, pero existe otra, la más extendida, que “no es intencional y que puede emerger a partir de cómo cualquiera de nosotros actúa (o deja de actuar)”. (Nogués, 2018).
Esta segunda forma de difundir la desinformación, que podemos llamar involuntaria, es más difícil de controlar puesto que está fuertemente enraizada en cada uno de nosotros: tiene que ver con nuestras creencias más íntimas, con la pertenencia a cierto grupo y con los valores con los que crecimos. Este es nuestro marco conceptual (“frame”) desde el que miramos al mundo.
Es por ello que antes de hablar concretamente de noticias falsas o desinformación conviene repasar un fenómeno que de algún modo lo engloba y trasciende, y que nos permitirá entender por qué este tipo de noticias circula con tanta facilidad: la posverdad.
Se trata de un neologismo cuyos orígenes pueden remontarse a 1992, pero su uso extendido es mucho más nuevo: en 2016, el famoso diccionario de Oxford declaró a la Posverdad como la “palabra del año” y la definió como las “circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”.
Para el comunicador digital Edgardo Rovira, la Posverdad es “una circunstancia donde los hechos objetivos tienen menor importancia para la opinión pública que las emociones o las creencias personales. En otras palabras quiere decir que no es sinónimo de mentira, sino simplemente se usan hechos alternativos o se fuerza la realidad justamente porque es relativa, para tratar de convencer a las personas y suelen hacerse desde lo emotivo” (Rovira, 2018. Entrevista propia).
Por su parte, el doctor en Comunicación Martín González Frígoli, explica que “la Posverdad en los contenidos digitales se va de alguna manera colando lentamente a través de instalar noticias falsas o Fake News en forma insistente y en forma intercalada y con distintas estrategias y con distintos robots” (González Frígoli, 2018. Entrevista propia). Además, señala que “es importante entender en este concepto la insistencia, la reiteración, que es la clave para que se vayan instalando y colando estas estas noticias que no son verdaderas”.
En tanto, el citado trabajo de Guadalupe Nogués refiere a la Posverdad como “el momento en que los hechos se ocultan, moldean, manipulan (muchas veces de forma deliberada y sistemática) y las emociones que esos hechos generan—o incluso otros totalmente inventados— pasan a primer plano”. (Nogués, 2018).
Esta definición es importante por el hecho de que “no siempre hay una intencionalidad en ignorar la información que se tiene en pos de tomar posturas que la contradicen y se basan en la emoción”. Es que para la autora “a veces, y tal vez sea esta una de las componentes más críticas del problema, lo que ocurre es que hay cierta indiferencia ante la distinción misma entre lo que es la mentira y lo que es la verdad. A veces, que algo sea verdad simplemente no es importante para la persona” (Nogués, 2018).
Es en este punto donde las Fakes News logran tanta difusión: no en el accionar de quien emitió intencionalmente una falsa noticia, sino en el de aquellos que, interpelados en sus emociones, prenociones y (por qué no) fanatismo, la difunden creyendo firmemente que están respaldando una verdad.
De esto último surge otro concepto teórico al que prestarle atención, y que está relacionado con la tendencia del ser humano a acomodar las situaciones de acuerdo a su marco de referencia. El término “frame” o “marco” fue acuñado por Gregory Bateson “para referirse al marco de interpretación por el que las personas se detienen en ciertos aspectos percibidos del entorno y desatienden otros”. Para explicar esta definición, Bateson usó la metáfora del marco de pintura (picture frame) “donde indica que el encuadre actuaría como el marco que delimita el lienzo que está dentro del cuadro y permite distinguir el cuadro de la pared. En otras palabras, para Bateson el frame cumplía una doble función: incluir los elementos en su interior (dentro del marco) y excluir a los que están afuera (el resto de elementos de la pared)” (Atarama-Rojas y Jocope Gómez, 2017).
El concepto de “frame” será utilizado en este trabajo en particular para abordar uno de los aspectos centrales de la Posverdad: el denominado “sesgo de confirmación”, concepto según el cual una persona selecciona, de un conjunto de hechos, aquellos que sustentan su postura previa, y excluye los demás. En ese sentido, el “frame” según la conceptualización de los autores mencionados más arriba, será el marco desde el cual las personas interpretan las informaciones y las aceptan o rechazan, de acuerdo a nociones previamente concebidas.
En tanto, Erving Goffman define el frame como un “esquema o estructura mental” que incorpora los datos externos objetivos. Dice el sociólogo que el marco define la realidad y hace una comprensión de ella en un proceso que implica un proceso de construcción y categorización de las experiencias externas. A este primer paso, Goffman lo llama “primary frames” (Tapia Tejada, 2013). Al ser un proceso que parte del entorno, Goffman afirma que los frames se generan a partir de procesos sociales. En esto se diferencia de Bateson, para quien el frame parte de procesos psicológicos, ya que los marcos residen en la mente del sujeto.
Finalmente, antes de pasar al análisis de casos concreto conviene realizar una aclaración importante: si bien en el presente marco conceptual se habló de Fakes News, conviene a partir de ahora referirnos a ello como “desinformación”, puesto que presenta un aspecto más abarcativo del fenómeno, toda vez que muchas de las situaciones que circulan en las redes no cumplirían estrictamente con una categorización de “noticia”, ya que sus modos de producción y circulación en red estaría más relacionado con el “rumor”. De este modo, sería restrictivo entonces hablar únicamente de “noticias falsas”, ya que las lógicas de producción y circulación de la mayoría de las situaciones revisadas exceden el marco de los medios de comunicación propiamente dichos.
Frente a esto, el presente trabajo se divide en dos partes: por un lado, a continuación, se realizará un análisis sobre cómo se produce y difunde la desinformación; y en un segundo momento se producirán herramientas para poder identificarla y evitarla.
Como mencionamos más arriba, del análisis de la desinformación que circula en las redes sociales en torno al coronaviurs se pueden tipificar tres grandes tipos de noticias falsas: aquellas relacionadas a la salud propiamente dicha; otras vinculadas con la política; y una tercera respecto de la vida cotidiana durante el aislamiento social.
Los peligros de seguir consejos por WhatsApp
La desinformación relacionada con supuestos consejos para combatir el coronavirus e incluso curarlo es la más extendida y a su vez la más peligrosa, ya que podrían inducir acciones que van en contra de las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
En ese sentido, en estos meses una de las formas más comunes de difusión de falsedades fue la circulación en WhatsApp de audios o consejos de supuestos médicos que indican cómo combatir el coronavirus.
En ocasiones los audios aparecían sin nombres (apenas se hacía una referencia a “un médico en España” o “una doctora que trabaja en el Posadas”) ni datos profesionales como la matrícula. En otros, directamente, los remitentes se hacían pasar por reconocidos profesionales de la salud.
Esto ocurrió en el caso de la doctora Silvia González Ayala, profesora titular de la Cátedra de Infectología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Una cadena de WhatsApp sugería una serie de consejos que supuestamente habían sido difundido por ella en una charla con profesionales del Hospital de Niños de La Plata.
Aclaración importante: generalmente se recomienda no difundir desinformaciones aún aclarando que lo son, para evitar que se sigan reproduciendo. En este caso lo hacemos solo a los fines de poder mostrar, en este trabajo de investigación, de qué forma se producen y circulan.
El texto daba datos erróneos sobre cómo identificar los síntomas del coronavirus y qué hacer para “matar” al virus, como tomar bebidas a más de 27° C de temperatura. El mensaje se viralizó a raíz de la “autoridad” que suponía que una reconocida profesional diera esos consejos. De este modo muchas personas, sin saberlo, estaban difundiendo una falsedad.
Pero la propia González Ayala desmintió ser la autora de esos supuestos consejos, dijo que las medidas son “absolutamente falsas y no tienen base científica” y sostuvo que “la circulación de esta información errónea constituye una afrenta a la salud pública”.
Días después ocurrió algo similar, pero esta vez a través de mensajes de audio en los que se ofrecían “recomendaciones” contra el coronavirus. Quien grabó esos mensajes se presentó como Carina Martinich, microbióloga del Instituto Malbrán”.
En el audio se escuchan una serie de recomendaciones para la prevención del coronavirus y unas proyecciones sobre el posible impacto de la enfermedad en las próximas semanas en el país. Sin embargo, el Instituto Malbrán negó que una persona con ese nombre trabajara en esa dependencia y aclaró que todas sus comunicaciones “se publican únicamente a través de sus redes oficiales”.
Por su parte, la verdadera Carina Martinich negó haber enviado esos mensajes. Se trata de una bioquímica especialista en bacteriología que trabaja en el Laboratorio del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (CEMAR) de Rosario.
La médica contó la raíz del malentendido, un claro ejemplo sobre cómo la desinformación se vuelve viral de forma no intencional ni maliciosa. Dijo que el audio le llegó a una tía suya (pediatra jubilada) que vive en Chaco y que pensó que la que hablaba era ella. “Tiene 80 años (…) Me confundió la voz y lo reenvió a sus contactos, con el texto debajo que decía quién era yo la que hablaba”.
Es decir, el audio ya existía y estaba circulando, pero se viralizó luego de que la tía de la profesional le pusiera su nombre y apellido, creyendo que era ella quien la llamaba “tía” al comienzo del falso mensaje. La mujer lo compartió con colegas médicos y amigos, pero a los pocos días la “bola de nieve” se hizo indetenible. Martinich indicó en diálogo con el portal chequeado.com que “me empezaron a caer mensajes de todos mis contactos preguntándome si era verdad lo que decía acerca de que 70 o 75% de la población se contagiaría en la provincia. A todos y cada uno le expliqué que no era yo. Recibí mensajes de todo Santa Fe, de Misiones, Santiago del Estero y Córdoba, entre otras provincias”.
Podemos ver entonces en estos casos que la viralización ocurre por dos vías. La primera tiene que ver con lo ya mencionado: la apelación a la “autoridad” de una médica y docente universitaria. En tanto, la segunda, que es una de las principales causas de la difusión masiva de desinformación, es, además, la confianza en quien reenvió el mensaje: por lo general se trata de familiares, amigos o conocidos en quienes una persona confía y no creería que van a mentirle.
Repasemos el falso audio de la “médica del Malbrán”. La especialista trabaja en un centro de testeos de posibles casos de coronavirus en Rosario. Una tía, médica jubilada con varios contactos profesionales, creyó reconocer su voz en un audio que le habían enviado (el mensaje comenzaba con un “Hola, tía”) y lo difundió con la “tranquilidad” de creer conocer a su emisor. A su vez, las primeras personas que reenviaron el mensaje lo hicieron porque se los envió esa médica, en quien seguramente confían, y les aseguró que quien hablaba era su sobrina. En el vértice de la cadena hay una persona malintencionada que se decidió hacer rodar una desinformación, pero su masivización se dio por parte de personas que con “buena fe” creían hacer circular información importante.
Falsos “consejos” de salud
Otro de los formatos en los que más rápido se mueven las desinformaciones es el de los supuestos consejos de prevención para evitar contagios o “matar” al virus. Los mismos resultan muy peligrosos porque pueden hacer que las personas que los escuchan relajen otro tipo de prevenciones recomendadas por los organismos pertinentes.
Una de las más difundidas en este aspecto es un audio de WhatsApp de “Laila Ahmadi”, una supuesta “estudiante de China de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Zanjan”, quien sostiene que usar “el máximo de vitamina C posible para fortalecer el sistema inmunológico”.
Se trata de la versión en español de un audio que circula en muchos países, todos con la misma idea. Sin embargo, esta práctica no figura en las recomendaciones de la OMS, y ningún estudio hasta ahora ha arrojado pruebas concluyentes de que la vitamina C sirva para prevenir el contagio de coronavirus, ni de un resfriado común: el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos señala que tomar suplementos de vitamina C regularmente reduce el riesgo de contraer un resfriado entre las personas que realizan ejercicio físico intenso, pero no en la población general.
Otra falsa recomendación que circuló por redes sociales de forma global sostenía que “hacer gárgaras con agua tibia y sal, elimina el virus”. Atribuían el consejo al científico Zhong Nanshan, reconocido por ser uno de los profesionales que logró contener en 2003 una epidemia de SARS (una variante de gripe con características similares a las del coronavirus).
Sin embargo, la propia OMS rechazó que existan evidencias de la efectividad de esa práctica, y varios portales dedicados al chequeo de noticias falsas indicaron que el equipo del reconocido científico negó que él haya brindado un consejo semejante.
Otra de las desinformaciones detectadas en estas semanas llegó a través de un mensaje viral de WhatsApp que sostenía que tomar antiinflamatorios como el ibuprofeno aumenta las probabilidades de desarrollar una forma más grave de la enfermedad. “Por lo visto hace q (sic) la infección se desarrolle mucho más rápido” y “ocasiona que el virus se potencie 5 o más veces”, agrega la cadena.
La información también es falsa: la OMS aclaró que “no estamos al tanto de los informes de ningún efecto negativo (del ibuprofeno), más allá de los habituales que limitan su uso en ciertas poblaciones”.
Este tipo de viralizaciones, como se indicó más arriba, son peligrosas puesto que podrían llevar a que muchas personas, confiadas en que les llegan por conocidos y citan a eminencias de medicina, relajen otro tipo de controles. Hasta el momento, las únicas recomendaciones a seguir son dadas por la OMS y las autoridades sanitarias de nuestro país, y consisten en la higiene de mano con agua y jabón, uso de alcohol en gel (en caso que las manos no estén ostensiblemente sucias), permanecer en espacios bien ventilados, cubrirse con el pliegue del codo al toser o estornudar. Y en los últimos días comenzó también a recomendarse el uso de barbijos caseros, para evitar la compra de material especial que profesionales de la salud.
Desinformación política
Un segundo grupo de desinformación surgida durante la pandemia del coronavirus están dirigidas a crear un clima de opinión contrario a un sector político.
El primer caso a analizar es aquel que afirmaba que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner “rompió la cuarentena” tras llegar de Cuba y viajó a Santa Cruz en un avión de esa provincia.
Sin embargo, la información era falsa: se tomó el vuelo de una aeronave perteneciente a la provincia de Santa Cruz, captado por una web que permite hacer el seguimiento del tráfico aéreo, y con ese dato real se quiso hacer ver que la vicepresidenta había viajado en él.
La desinformación tiene varias aristas: por un lado, al ocupar un cargo institucional, Cristina Fernández de Kirchner está eximida del cumplimiento de la cuarentena. Por otro lado, se le achacaba que supuestamente debía estar confinada 14 días por haber regresado del exterior, pero Cuba (el destino del que arribó) no se encuentra en la lista de países riesgosos por parte de la OMS, por lo que quien hubiera estado en la isla no estaba obligado al confinamiento, al margen de los alcances del decreto de aislamiento obligatorio, generales para toda la población excepto las excepciones antes vistas.
Finalmente, desde la Gobernación de Santa Cruz se indicó que en ese vuelvo se trasladó a técnicos del Instituto Malbrán.
Otra desinformación que circuló vinculada a la política es la noticia de que un supuesto médico que había participado de las pericias al cuerpo del fiscal Alberto Nisman había encontrado la “cura” al coronavirus.
El mensaje, viralizado por Facebook y Twitter, informaba que “el Dr. Gerardo Dovakin, nacido en Bariloche, se recibió en España. Acaba de descubrir una vacuna contra el coronavirus,la están aplicando en España por prevención. Los medios nac. no lo dicen porque este gran doctor participó en la autopsia de Nisman determinando que lo asesinaron”.
Además, el mensaje es acompañado por la foto del supuesto profesional realizando una entrevista televisiva, como para darle un mayor grado de veracidad:
Sin embargo, el “Dr. Dovakin” no existe. La foto corresponde al actor argentino Ramiro Blas y fue tomada de la escena de la serie española “Vis a vis”.
Por otro lado, la OMS no anunció hasta el momento el hallazgo de ninguna cura contra el coronavirus, y la fiscalía que investiga la muerte de Nisman indicó que ningún perito con ese nombre participó en los estudios que se mencionan. Finalmente, “Dovahkiin” es el nombre de unos personajes de la serie de videojuegos de rol “The Elder Scrolls”.
Decisiones falsas
También surgió en los primeros días de cuarentena otro tipo de desinformación, relacionada con decisiones administrativas falsas. La primera de ellas tiene, a su vez, un costado político, puesto que se intentó acusar al Gobierno de ocultar las cifras de fallecidos. Pero también buscó generar pánico en la sociedad, indicando que los fallecidos por Covid-19 eran apilados en una camioneta durante la noche.
En este caso, se trata de un video que circuló en Facebook y Twitter, y que mostraba a un grupo de personas cargando aparentemente un cadáver dentro de una camioneta en la que, según se escucha en el audio, hay otros cuerpos de personas fallecidas a causa del coronavirus.
Si bien la escena no es trucada, las circunstancias que se narran en el video son falsas: se trata de una operación habitual que realiza el transporte forense del Cuerpo de Bomberos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para casos judicializados. Si fueran víctimas de coronavirus, el operativo sería totalmente diferente: el personal debería llevar el equipo de protección personal (EPP) exigido por un protocolo elaborado por el ministerio de Salud de la Nación en base a recomendaciones de la OMS.
Según ese instructivo, “el cadáver debe ser transferido lo antes posible al depósito después del fallecimiento” y que “las personas que participen en el traslado del cadáver deberán contar con equipos de protección personal adecuados, similares a los recomendados para el personal de salud que atiende casos en investigación, probables o confirmados para infección por la COVID-19”.
El segundo caso, en tanto, apunta además a trastornar la vida cotidiana de las personas: durante los primeros días de cuarentena circuló por WhatsApp y Facebook un texto que afirmaba que “los seguros no van a cubrir las pólizas de autos por cualquier siniestro que suceda violando el decreto de aislamiento. Si no puede justificar el motivo por el cual circulaba, no lo va a cubrir por ser falta grave del asegurado”.
Sin embargo, la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN) aclaró que “no existe ninguna información fehaciente que circule a través de otros canales” que no sean los oficiales del organismo.
Bibliografía
Atarama-Rojas, T., & Jocope Gómez, J. (2017). Cobertura periodística de la minería: el frame de las noticias mineras en el Perú. Question, 1(55), 136-156. Recuperado a partir de https://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/4253
Entrevistas a Edgardo Rovira. “¿Cómo se construye la Posverdad? Recursero de Perio. http://www.recurserodeperio.com.ar/como-se-construye-la-posverdad/
Entrevista a Martín González Frígoli. “¿Cómo se cuela la Posverdad en los contenidos digitales?”. http://www.recurserodeperio.com.ar/como-se-cuela-la-posverdad-en-los-contenidos-digitales/
Nogués, Guadalupe. “Pensar con Otros: una guía de supervivencia en tiempos de posverdad”. El Gato y la Caja. 2018.
Tapia Tejada, Eduardo. “Un estudio dinámico sobre la difusión de rumores”. Tesis doctoral. Facultad de Ciencias Políticas y de Sociología. Universidad Autónoma de Barcelona. 2013.
Tomado del sitio Recurserodeperio.