Seguimos los argentinos en clave de cuarentea. Y seguimos escribiendo.
Por Vicky Castiglia / En invierno, en otoño, en primavera y en verano. Durante los últimos cuatro años, antes del coronavirus y la cuarentena, Vialey yo solíamos tomarnos un recreo del laburo para fumar un cigarro abajo del nogal de la facultad. No sé cómo hace, pero siempre me saca una sonrisa. Ayer me di cuenta de que no sólo lo extraño a él, extraño también ese mini ritual, esos cinco minutos al sol para hablar de la nada y de todo con uno de mis mejores amigos.
Me considero una afortunada porque tengo esos rituales con un montón de personas. Hasta empiezo a pensar que la vida es un poco eso, los cinco minutos que una encuentra en el trajín de lo cotidiano para compartir con las personas que quiere. Y quizás, ahí está también la explicación de por qué este aislamiento de repente se me hace tan cuesta arriba: porque las cosas ínfimas, pero al mismo tiempo las que más tenían sentido para mi, fueron puestas en pausa.
Ésta fue mi semana más pesada de la cuarentena. Hice todo lo que tenía que hacer y lo que tenía que inventar para mantenerme ocupada, pero una sensación de malestar me acompañó constantemente. La realidad me resulta tan difícil de explicar que no me detengo a pensarla, simplemente sigo. Leí una nota de Mariana Enríquez en la revista de la Universidad de México y me sentí bastante identificada. En una parte describe cómo se siente en estos días de pandemia y dice: “pienso corto, no encuentro reflexiones”. Le dije a Rober que empezaba a sentir el encierro en mi propia cabeza.
Creo que lo que más me impactó fue haber salido a la calle y no poder ver las caras de las personas. Entiendo y acompaño la política de obligatoriedad del uso del tapabocas, es lo que hay que hacer para prevenir el virus, pero no por eso me conmueve menos. Hablé con Lupe y sacamos en limpio que además de la incertidumbre, lo que entra en juego es también que no estábamos preparados –porque no lo podíamos prever- para todo esto. Es como jugar al ajedrez, pero en un tablero de damas.
Me quedé pensando en la idea de los mini rituales y encuesté a varios amigos y amigas por Whatsapp. ¿Qué es lo primero, lo primerísimo, que van a hacer cuando se levante la cuarentena?, les pregunté. Hubo varias respuestas genéricas de birra y fútbol con amigos y asado con la familia, y hubo también otras más específicas como caminatas por el bosque, visitar a alguien en especial y abrazar a una mascota. En todas hay un encuentro, una sonrisa. En todas encontré un ritual. Me hice la pregunta a mí misma y lo primero que se me vino a la cabeza fue que quizás, le pediría a mi papá que cumpla su promesa con mi hermana y de una vez por todas la llevemos al Cilindro a ver Racing.