Se trata de romper un silencio injusto. De lado de los que sufren aislamientos, con o sin pandemia. Una selección de crónicas prestadas.
Papa Diaw es un migrante senegalés. Trabaja en la calle Avellaneda, en el barrio de Flores. Estudia los cursos de español que dan en el Bloque de Trabajadorxs Migrantes.
Nosotros vivimos acá en Flores, trabajamos en Flores también. Yo ahora estoy en casa, sin salir, sin trabajo y muy aburrido. Ayer hablaba con mi familia de Senegal, están tristes por nosotros. Para mí lo más importante es mi familia. Mi principal problema es que si yo no trabajo, no les puedo mandar plata, y si nosotros no enviamos plata, ellos no tienen nada para comprar. Ése es el problema. Yo estoy bien, gracias a Dios, pero yo quiero que mi familia esté bien.
Recién pude hablar con mi esposa, ella me dice que allá también tienen cuarentena, pero no todo el día. En el día podés trabajar, salir a comprar algo, pero en la noche no se puede salir allá. Sí hay coronavirus allá en Senegal pero no hay muchos casos, gracias a Dios.
Acá vivimos en un departamento con mis amigos. Hay muchos de mis paisanos que no tienen nada para comprar, para vivir. Algunos sí tienen poco pero tenés algunos que no tienen nada, como el 70% no tiene más nada. Nosotros usualmente juntamos plata, por ejemplo. Cuando nosotros compramos las cosas, como la alimentación, cada uno saca plata. Si tenés 500, pones 500; si tenés 1000, pones 1000 o si no lo que tengas. Si no tenés, no pagás, los otros te van a ayudar, te van a dar la mano. Pero es muy difícil, porque en un momento se va a terminar la plata y no hay más nada.
Penda es de Guinea y es miembro de la comunidad senegalesa, también trabajadora de la vía pública en el barrio de Flores. Junto con Papa Diaw es estudiante de los cursos de español impartidos por el Bloque de Trabajadorxs Migrantes.
La situación es muy complicada para todo el mundo y más complicada para nosotros los senegaleses que estamos en Argentina y para todos los extranjeros. No estábamos preparados para esta cuarentena. Hay muchos muchachos que no tienen nada en casa porque nosotros siempre estamos enviando la plata a África para ayudar a la familia. Siempre estamos en el Western Union para enviar un poco. Y cuando viene el decreto, nosotros no estábamos preparados, así que es muy complejo este momento. Gracias a Dios estamos en casa, pero no podemos ayudar a la familia, porque no estamos trabajando y no podemos enviar nada. Ellos también están muy preocupados por nosotros, quieren saber cómo estamos.
Los senegaleses acá viven juntos y se organizan por casa. Hay casas donde viven cuatro, cinco, seis o dos. Es muy raro que veas una casa donde vive uno solo, así que la comida la comparten siempre entre ellos, pero como nadie trabaja ahora, es muy complicado. Hay unas casas donde los muchachos no tienen nada para comer. Nadie puede decir: “esto quiero comer”, “esto no quiero”. Lo poco que tengan lo deben comer a la fuerza, para vivir. Los muchachos están muy cansados y no hay nadie para ayudarlos.
Yo estoy en casa con mi marido y no salimos. Antes de esta situación, tenía muchas cosas para comer, pero ahora ya casi no me queda nada. Mi mayor problema es Bamba, mi hijo de 2 años; es muy chiquito, no puede saber si hay o no hay, él no sabe nada de eso. Él, cuando necesita, lo reclama. Él no sabe.
Hoy acabo de hablar con mi mamá, ella está más o menos bien, está en casa. En África es muy difícil la situación. En Senegal también está la enfermedad, pero el gobierno sabe que no puede hacer cuarentena general, porque todos trabajan al día: lo que trabajas hoy, comés hoy. En la mañana salen para buscar qué traer a la familia y luego vuelven, pero la gente no tiene nada, no hay trabajo y nosotros no estamos pudiendo ayudar. En la noche ya no se puede salir y los mercados cierran al mediodía. Desde las 7 de la tarde hasta la mañana no hay nada, solamente la policía, que camina, que controla, como acá.
Penda y Papa Diaw nos brindaron sus testimonios por audio y fueron transcritos por el Bloque de Trabajadorxs Migrantes para las crónicas barriales de Marcha. El BTM está recibiendo donaciones en solidaridad con la comunidad senegalesa en Buenos Aires.
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La comunidad africana que vive en nuestra La Plata también está aislada. Cumpliendo con el encierro en sus hogares, no pueden salir a la calle para vender sus productos y de esta manera su situación es crítica. Con mucho respeto y humildad, uno de los voceros de los más de 200 integrantes de este grupo pide ayuda.
En el marco de la cuarentena que todos los argentinos estamos cumpliendo desde hace ya casi un mes para resguardarnos del coronavirus, la numerosa comunidad senegalesa de La Plata atraviesa una situación crítica y pide ayuda para poder pasar el encierro de una manera un poco más aliviada.
Son más de 200 africanos que desde hace años trabajan por las calles de nuestra ciudad vendiendo productos que les sirven para poder sobrevivir acá y fundamentalmente ayudar a sus familias que viven una situación mucho más comprometida aún en su continente de origen.
El cumplimiento a rajatabla del aislamiento social decretado por el presidente Alberto Fernández los golpea doblemente porque no pueden salir a la calle a ganarse el dinero que necesitan día a día para cumplir su misión, y no reciben ningún subsidio ni ayuda del Estado. Si a esto se le suman todas las penurias que pasaron desde que se alejaron de su tierra buscando un futuro mejor para los suyos, y el destrato de la policía y de alguna parte de la sociedad que continúa discriminándolos, el panorama de los africanos en nuestra ciudad es triste.
Por eso, en las últimas horas se difundió en las redes una imagen con un breve texto que es en realidad un pedido de solidaridad para ellos. Con la humildad y el respeto que los caracteriza, simplemente piden una mínima ayuda económica a todo aquel que pueda dar una mano y les permita atravesar esta parte del otoño de la mejor manera, hasta que la situación vuelva a normalizarse de a poco y ellos puedan continuar con sus tareas en la vía pública sin molestar a nadie.
«Campaña solidaria. Hola, queremos contarte que muchos amigos y amigas de la comunidad senegalesa necesitan de vos. Elloss no pueden trabajar y no están percibiendo ayuda del Estado. Entendiendo que la salida es colectiva te invitamos a que los puedas ayudar», escribieron desde la Coordinadora Migrante y la Asociación Senegalesa de La Plata, organizaciones que los ayudan y asesoran para que puedan vivir con dignidad y tranquilidad en nuestra tierra.
Los datos del CBU (2850529940095170168348, Banco Macro) para aportar dinero son de Cheikh Gueye, uno de los referentes de esta comunidad que antes de la cuarentena pasaba todo el día en la esquina de 12 y 56, vendiendo lentes de sol, bufandas, gorras y otros productos.
En una entrevista con 0221.com.ar en 2018, Cheikh había contado su historia, que es durísima. En 2006 decidió ir hasta Mauritania -país limítrofe con Senegal- para embarcarse sin otra opción en una aventura de terror entregándose de lleno a la suerte. Viajó durante tres interminables días en el mar, junto a otras 79 personas que hicieron malabares para comer y dormir algo, de a ratos, en un barco diminuto, precario y muchas veces mortal. Así pasó por varias ciudades hasta llegar a La Plata hace poco más de cinco años.
«Lo único que conozco de La Plata es el centro. Y algo de Los Hornos, porque viví durante tres meses. Actualmente vivo al lado del bingo, con mi hermano y tres chicos más. Yo me despierto a las 6, rezo, y a las 8 me preparo para venir acá a las 9, hasta las 8 y media de la noche, rezo, ceno y me voy a dormir. No tengo tiempo para otra cosa. Mientras nosotros estamos bien acá mandando algo, mi familia está bien. Ellos dependen económicamente de nosotros. Su felicidad depende de nosotros», definió en aquel momento.
Textos tomados de los sitios Marcha y 0221.