Nadie, y en ningún lugar, podría haber pronosticado lo que estamos viviendo: en cuestión de pocas semanas se está produciendo el colapso de las cadenas mundiales de suministro, de la demanda agregada, del consumo, de la inversión, de las exportaciones, de la movilidad.
Pepe Escobar (*) / Ya nadie apuesta por una recuperación en forma de L, y muy pocos en forma de V. Las proyecciones del producto interno bruto mundial para 2020 son de una brusca caída.
En las economías industrializadas, en las que aproximadamente el 70% de la mano de obra se dedica a los servicios, innumerables empresas naufragarán provocando un colapso financiero que eclipsará la Gran Depresión de 1929.
Para la ONG británica, Oxfam cuando la pandemia haya superado la mitad de la población mundial serán millones las personas que estarán viviendo en la pobreza. Y, probablemente en Estados Unidos la tasa de desempleo llegaría a un 32%, con unos 47 millones de trabajadores en el paro.
Según el escenario más optimista de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para el año 2020 el comercio mundial se reduciría en un 13%. En un escenario más realista – la misma OMC – calcula que el comercio mundial se reduciría hasta en un 30%.
Lo que estamos presenciando no es sólo un cortocircuito masivo de la globalización: es un shock mental para tres mil millones de personas hiper-conectadas y confinadas simultáneamente. Sus cuerpos pueden estar bloqueados, pero sus cerebros siguen funcionando en la búsqueda de posibles soluciones políticas.
Pronto nos enfrentaremos a tres grandes debates interrelacionados: la gestión de la crisis (en muchos casos espantosa), la búsqueda de futuros modelos y la reconfiguración del sistema-mundo.
Estamos en la primera etapa de un gran debate acerca de qué hacer para preservar la vida humana.
Ya están apareciendo análisis consistentes de lo que podría ser el próximo modelo económico. Como telón de fondo: una desacreditación total de los mitos (moribundos) instalados por el neoliberalismo.
El nuevo modelo económico debería girar en torno a estos ejes: computación con inteligencia artificial; fabricación automatizada; energía solar y eólica; transferencia de datos de alta velocidad impulsada por 5G; y nanotecnología.
China, Japón, Corea del Sur y Taiwán están muy bien posicionados para lo que viene, así como algunas naciones europeas.
Plamen Tonchev, jefe de la Unidad de Asia del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales (Atenas, Grecia) anticipa una posible reorganización, a corto plazo, de los proyectos de la Iniciativa China “ Cinturón y Carreteras”, que privilegiará la inversión en energía, exportación de paneles solares, redes 5G y una Ruta de la Seda de la Salud.
El Covid-19 ha funcionado como un acelerador de partículas de las tendencias que estaban en desarrollo. China ha demostrado a todo el planeta que un desarrollo económico con un sistema planificado y bajo control no tiene nada que ver con el liberalismo occidental.
En cuanto a la pandemia, China demostró -también a todo el mundo- que la contención del Covid-19 puede lograrse imponiendo controles (que Occidente al comienzo ridiculizó como «draconianos» y «autoritarios») junto con un enfoque científico asistido por test masivos, equipos de protección, ventiladores mecánicos y tratamientos experimentales.
La experiencia china se está traduciendo en el crecimiento de un “poder blando” que ejercerá en el futuro cercano por medio de la Ruta de la Seda de la Salud. Las tendencias parecen apuntar a que China saldrá reforzada especialmente en el Sur Global. China está aplicando en la geopolítica las antiguos reglas del juego “Go Weiqi”.
Por el contrario, los escenarios de la banca y las finanzas occidentales no podrían ser más sombríos.
Según un reciente análisis de economistas británicos: «No se trata solo de Europa. Es muy posible que los bancos no sean lo suficientemente fuertes como para cumplir el papel de salvadores, en ninguna parte del mundo. Este pronóstico incluye a los Estados Unidos, China y Japón. Ninguno de los principales sistemas de préstamos ha sido sometido a pruebas de estrés durante una congelación económica prolongada”
Para los británicos “en las actuales condiciones el sistema financiero mundial se resquebraja producto de un cierre de la economía que puede durar más de tres meses» y que probablemente causará «un desastre para el actual sistema económico y financiero».
Los fallos en el sistema, aproximan una posible una implosión de los productos de especulación denominados “derivados” . Este es su talón de Aquiles : un derivado financiero es un producto financiero cuyo valor se basa en el precio de otro activo y que en EEUU representa por lo menos cuatro billones de dólares en el mercado de valores ; un verdadera bomba nuclear económica.
El Banco “Capital One” (el número once de los grandes bancos norteamericanos) ya están en graves problemas con su exposición a los “derivados”. Fuentes de Nueva York dicen que “Capital One” hizo un espantoso negocio, apostando a que los “derivados” del petróleo no se hundirían. Ahora, estos papeles están en el nivel más bajo de los últimos 17 años.
Una mega presión acorrala a los especuladores de Wall Street que apostaron por un precio del petróleo encima de los 50 dólares el barril. Estas grandes inversiones serán cada vez más insostenibles para la banca estadounidense.
El reciente acuerdo de la OPEP PLUS no cambiará nada: el barril de petróleo se mantendrá alrededor de 25 dólares como máximo.
Esto es sólo el comienzo y todo puede empeorar mucho más. Gran parte de la industria de EE.UU podría cerrarse. Corporaciones, como Boeing , por ejemplo, van directo a la quiebra. Entonces, los préstamos bancarios a estas corporaciones obligatoriamente concluirán . En la medida que esos préstamos decaigan, los bancos se van a meter en grandes problemas.
Wall Street – que está totalmente ligado al mercado de “derivados” – sentirá en carne propia una presión difícil de superar. El rescate de la Reserva Federal del mercado de valores comenzará a desmoronarse. Si esto llegue a ocurrir lo más probable es que se produzca una reacción en cadena.
En pocas palabras: La FED ha perdido el control de la oferta de dinero en los EEUU. Ahora cada banco puede dar crédito sin límite de ningún tipo. La combinación de dos factores explosivos – el suministro de dinero sin control y la producción colapsada – puede llegar a provocar una gran inflación.
En realidad la economía ya se está colapsando porque ahora está en “modo cierre”. Ahora, si los derivados empiezan a implosionar, la única solución para todos los grandes bancos será una nacionalización inmediata (para la ira de la Diosa del Mercado). En Europa el Deutsche Bank es una ejemplo paradigmático de la crisis. Ahora mismo está en graves problemas, tiene una exposición a los derivados de 7 billones de euros, el doble del PIB anual de Alemania.
No es de extrañar que los círculos empresariales de Wall Street estén aterrorizados. Por ello Trump , y los magnates que lo sostienen, insisten en que los norteamericanos vuelven a trabajar inmediatamente. Si no lo hacen los cuatro billones de dólares en derivados empezarán ha implosionar rápidamente. Si esto ocurre se provocaría un colapso de una magnitud que no se ha visto en la historia .
Pero como el mundo no para de girar es posible que ante una «falla de sistema» tengamos que dar el «star» (inicio) de una nueva economía y una nueva forma de vida en sociedad.
(*) Tomado del sitio Observatorio de la Crisis. Pepe Escobar es periodista brasileño experto en asuntos internacionales.