El homicidio de Villa Gesell y otros casos. Un resumen de las últimas horas y un enfoque desde los parámetros de la criminología mediática, un abordaje interdisciplinario que se trata a nivel de maestría en la Facultas de Periodismo de la UNLP.
Por Vicky Castiglia / El lunes pasado se conoció la noticia de un nuevo asesinato adolescente. Franco Iván Coronel, de 15 años, falleció el domingo a la madrugada en Villa Elisa, partido de La Plata, en el marco de un cumpleaños de 15 y luego de recibir un disparo presuntamente perpetrado por un joven de su misma edad. Coronel habría recibido el disparo luego de haber intervenido en defensa de un amigo suyo al que un grupo de pibes –entre ellos el acusado- le habría sacado la gorra. “Los agresores escaparon del lugar en bicicleta y ayer mismo la Policía logró dar con tres de ellos, quienes coincidieron en señalar al mismo como el que había disparado. Los investigadores trataron de ubicarlo, pero no lo lograron. Y en las últimas horas el menor se presentó acompañado por sus padres ante la DDI La Plata, donde quedó aprehendido, de acuerdo a lo informado”, informó un medio de la capital bonaerense.
Un día después, el diario El Día reportó un nuevo caso de violencia adolescente acontecido en Berisso el pasado sábado. “Entre 10 le pegaron a uno y en Berisso sobrevoló la tragedia de Villa Gesell”, titulaba el diario al tiempo que informaba que la moza de un salón de fiestas de esa localidad denunció a través de las redes sociales el ataque a golpes que sufrió un joven a manos de otros diez. “El hecho no fue policialmente denunciado y se desconoce si la víctima sufrió heridas de consideración pero lo cierto es que quedó expuesta otra situación límite de la nocturnidad que no hace más que volver sobre la tragedia de Fernando Baez Sosa. La moza, cuya identidad se mantiene en reserva, subió un video sobre lo ocurrido el último sábado por la noche en la zona de 172 entre 82 y 84 al término de una fiesta. Con valentía, la chica filmó a los agresores para luego advertirles: «sepan que los estoy filmando, vienen de pegarle a un chico entre diez». En su relato en las redes sociales la chica contó que «cuando nos íbamos vimos como cerca de 10 pibes golpeaban con piñas y patadas a un joven y en la otra esquina había otras 15 personas mirando sin hacer nada”, explicó. También contó que quiso intervenir, llamar a la policía y que sintió impotencia ante la falta de ayuda. “No podía hacer la que no pasaba nada e irme a mi casa sabiendo que ese chico podía ser otro Fernando, estaba desquiciada. Los 15 observadores me decían que no conocían a las personas, ¿qué tiene que ver?”, se preguntó. Después de frenado el ataque en manada, siempre según el relato de la joven, los agresores se fueron del lugar pero más tarde regresaron en autos y motos. “Todas esas personas volvían a pegarle al chico, pudimos junto con los dueños del salón protegerlo para que no pase nada. Por favor tomen conciencia, basta de violencia”, pidió.
La muerte del joven platense y el ataque al joven de Berisso tiene lugar al cumplirse un mes del denominado crimen de Villa Gesell, ocurrido la madrugada del pasado 18 de enero, cuando Fernando Báez Sosa, de 18 años, fue asesinado a golpes por un grupo de jóvenes frente al boliche «Le Brique», en esa localidad balnearia. Por el crimen están imputados y detenidos Maximiliano Thomsen y Ciro Pertossi como coautores, y Matías Franco Benicelli, Ayrton Michael Viollaz , Luciano y Lucas Pertossi, Tomás Enzo Comelli y Blas Sinalli, como partícipes necesarios. En tanto, Juan Pedro Guarini y Alejo Milanesi quedaron en libertad por falta de mérito pero seguirán siendo investigados y recientemente se conoció que se investiga la participación de un presunto onceavo integrante.
A estos tres casos, se le suma además un ataque perpetrado en un boliche bailable de González Catán –partido de La Matanza- a Priscila Barreto, de 19 años. “Un ataque como el de Villa Gesell, pero en González Catán y entre mujeres”, señalaba el pasado 16 de febrero el diario Clarín e informaba sobre “un incidente en un local bailable, un ataque desproporcionado filmado desde varios ángulos por jóvenes que nunca intentaron evitar el despliegue violento. Y, una vez más, con la víctima en el piso, una trompada descomunal y una patada artera, criminal. Casi lo mismo que en Villa Gesell, pero en González Catán y, esta vez, entre mujeres: una joven de 19 años y su atacante, una adolescente de 17 que fue detenida, acusada de intento de homicidio, y ya quedó en libertad”.
Según el diario, la agresora estaba con un grupo de amigas y agredían a Priscila. Cuando esta última salió del local bailable, la agresora la habría agarrado de los pelos y le habría empezado a pegar. En uno de los videos de la paliza que recibió se ve cómo es arrastrada hasta la calle mientras recibe rodillazos y trompadas en la cara. El video fue filmado por una amiga de la agresora, que arengaba a los gritos de «Dale, Y., daleeeee», mientras advertía: «Son bondi de guachas, eh, que nadie se meta porque nos paramos de mano todas». “Mientras Priscila estaba rendida en el piso, uno de los varios patovicas que miraban la pelea, se acercó a la amiga de la agresora, la que filmaba el video, y le dijo: «¡Paralas, loca! ¿Qué estás filmando? ¡Separalas!», a lo que la amiga respondió: «Tienen bondi de pibas, dejalas que se peleen». A pesar de los fuertes golpes de puño y rodillazos, principalmente en la cara, la víctima logró escapar y correr. Y las demás fueron detrás suyo; le arrojaron dos botellas de vidrio, una de las cuales le dio a Priscila en el cuello. La alcanzaron, y volvieron a pegarle. Al rato, los patovicas se acercaron y las separaron, «Estuvieron un rato viendo cómo me pegaba, hasta que me sacaron de ahí, me metieron en el boliche y me dejaron parada al lado de la barra», contó Priscila al matutino. Circunstancialmente, un primo suyo pasó por el lugar con su camioneta y la reconoció. La llevó al hospital Simplemente Evita, de González Catán. En el video se ve que las otras chicas también tienen rastros de sangre en sus miembros y en la ropa, indicio de que ellas también habrían tomado parte en la agresión.
Sin dudas, una escalada en la violencia juvenil ha tenido lugar el último tiempo, aunque ciertos factores hicieron que el caso de Villa Gesell tomara gran dimensión mediática. A la saña con la Fernando fue asesinado se suma el hecho de que los acusados vienen de una clase acomodada y son jugadores de rugby. Estas cualidades desataron un fuerte debate en toda la sociedad. En primer lugar por la relación con la violencia y las prácticas machistas con la que ha sido siempre presentado ese deporte y en segundo lugar porque su condición de clase no se condice con las categorías que establece lo que Dr. Eugenio Zafaronni ha denominado “criminología mediática”, desde donde los medios de comunicación hegemónicos construyen sus discursos para criminalizar la pobreza.
“La criminología mediática crea la realidad de un mundo de personas decentes frente a una masa de criminales identificada a través de estereotipos, que configuran un ellos separado de la sociedad, por ser un conjunto de diferentes y malos”, explica Zaffaroni ya agrega que “la construcción del ´ellos´ es por semejanza”, por lo que los medios recurren a estereotipos y parecidos para construir un “ellos” de barrios marginales (frente a un “nosotros” que es blanco e impoluto. Es decir, además de la brutalidad del crimen, uno de los principales factores noticiables y, tal vez lo que instaló el caso en la sociedad, fue que justamente la violencia provino desde el seno del “nosotros”, poniendo en evidencia que la violencia no reconoce estratos sociales pero que en algunos casos –como éste- la pertenencia de clase permite relacionar las prácticas violentas con la impunidad.
En términos de criminología mediática, es allí donde radica la explicación del tratamiento mediático al asesinato a sangre fría que cometieron los denominados “rugbiers”. En cambio, los otros tres casos arriba enumerados tuvieron lugar en lo que se identifica como sectores más marginados: González Catán, Berisso y Villa Elisa. Si son narrados en la prensa es por su vinculación con el caso de Gesell, algo que de hecho queda demostrado en los títulos de las notas.
Sin embargo, hay ciertas cuestiones que funcionan como hilos conductores de estos cuatro casos y que van más allá del factor de clase. Son cuestiones a las que quizás habría que prestarles un poco más de atención. En todos los casos la violencia fue perpetrada por jóvenes o adolescentes a la salida de una fiesta o de un club nocturno. En segundo lugar se actuó en manada o en patota. En tercer lugar la saña y la brutalidad con la que se obró son llamativas. Y finalmente, la mayoría de los casos fueron documentados por las cámaras de los celulares de los espectadores, de otros jóvenes que estaban ahí presentes. Puede hallarse una explicación clasista sobre cada caso, pero no se agota ahí. La verdadera pregunta es por qué algunos pibes más allá de su condición social están actuando con niveles de violencia que cruzan cualquier tipo de límite y hasta qué punto el mundo virtual los ha atravesado, que se vuelve más importante producir contenido para las redes sociales que preservar la vida de una persona.