La concentración descarada de la información en manos de pocos, con muchos intereses diseminados a lo largo de la cadena económica hace imposible no tomar decisiones, que en algún momento toquen esos intereses. Se hace indispensable la formación de un grupo de actores federales que puedan brindar las opiniones desde el más profundo interior del país para anteponer a los interese comerciales y de poder el interés comunitario, de crecimiento y solidaridad. “No hay otra alternativa que intentarlo, e intentarlo y volver a intentar” (Zygmunt Bauman).
Por Sergio Peralta (*) / Hace casi diez años, escribí una nota (Cantares de Gesta, 02/04/2010, alainet.org) motivado por el inmenso trabajo que el músico inglés Sting junto al, también músico, bosnio Edin Karamazov llevaron adelante recuperando el trabajo del célebre juglar ingles Jhon Dowland. La relación nació a partir del “peso” que tenían los juglares, en tiempos de los cantares de gesta y su influencia en los modos de pensar y muchas veces resolver los problemas de esa sociedad a partir de los dichos de estos “recitadores de noticias”.
Claro que muchos años pasaron desde la reunión en las plazas para escuchar al bate subido a un banco de madera mientras recitaba de manera rimada los “informes” que el grupo escuchaba y el rol que actualmente cumplen los medios de comunicación y las redes sociales, hoy subidas a la magia del ciber espacio que permitió que entre 2000 y 2017 un 976% más de la población tuviese acceso a Internet (The Internet Big Picture – World Internet user and 2017 populations stats). El poder que tienen es infinitamente superior, pero el objetivo es el mismo, marcar la agenda.
La concentración descarada de la información en manos de pocos, con muchos intereses diseminados a lo largo de la cadena económica hace imposible no tomar decisiones, que en algún momento toquen esos intereses. Es que además de manejar los medios, ocupan roles centrales en la economía del país y no es una novedad que, como dijo el genial humorista Quino, “nadie amasa una fortuna sin hacer harina a los demás”. Justamente y en función de panaderos del poder los empresarios dueños de medios no ceden ni un ápice de poder y de toma de decisiones, porque está en sus genes la forma acumulativa de poder.
Hoy en Argentina existe una realidad, que lleva al gobierno a tener que enfrentar a este reducido núcleo de poder, con una ley de medios golpeada, suprimida en parte por decreto del gobierno saliente, con medios públicos abandonados, con una agencia de noticias destruida, con periodistas que se vieron favorecidos con pautas escandalosas y que oficiaron de voceros a sueldo y con un grupo político, hoy oposición, que avaló la política comunicacional del macrismo.
Siempre me pareció que era prácticamente imposible tratar de imponerse a un multimedio; en todo caso era mejor “poner” un multimedio, pero al servicio de la sociedad, que permitiera informar sin tener a la noticia como una cuestión de negocios y en donde las mentiras, hoy llamadas “fake news” fueran desterradas. Es que el manejo de las falsas noticias en tiempos de las “postverdad” golpean la puerta de los hogares desde distintos ángulos. Ya en 1928 Edward Bernays lo explicaba en su libro PROPAGANDA, Cómo manipular la opinión en democracia, “Si logramos comprender el mecanismo y los resortes de la mentalidad colectiva, ¿acaso no podríamos controlar las masas y movilizarlos a voluntad sin que ellos se dieran cuenta ?La manipulación consciente, inteligente, de las opiniones y los hábitos organizados de las masas juega un rol crucial en una sociedad democrática. Quienes manipulan ese mecanismo social imperceptible forman un gobierno invisible que realmente dirige el país” .
Está claro que la tarea que enfrenta el actual gobierno es inmensa, poco a poco salen a la luz los resultados que el neoliberalismo logró colar en la realidad del país, ocultados por la complicidad de los medios hegemónicos, la vista gorda de los socios políticos de la campaña destructiva y de una justicia con la balanza inclinada del lado de los poderosos y que perdió su tarea protectora de derechos. El hambre no puede esperar, se necesita de manera urgente poner a funcionar la economía productiva del país, recuperar la investigación, la educación, solo por nombrar alguna de las prioridades.
Ahora no es necesario ser un especialista en comunicación para observar como se oculta el increíble derrotero que llevó al Banco de la Nación Argentina a realizar un préstamo a la empresa VICENTÍN que lo pone en riesgo, debajo de horas de noticias y especialista en dilucidar porque un grupo de argentinos se tomó a golpes de puño con un grupo de uruguayos, o de tratar de formar la idea de ruptura entre el gobierno nacional y el gobierno de la provincia de Buenos Aires en el tema negociación de la deuda contraída por el macrismo, solo por dar dos ejemplos de realidades ocultadas, tapadas con cartón pintado.
El poder de fuego es devastador de cientos de radios, canales de televisión, diarios en papel y portales digitales que segundo a segundo siembran noticias que forman al que escucha, mira, lee un mundo asombrosamente negro, pintado con la pintura de la inquina y el odio, del interés desmedido por el poder. Poder que otorga el dinero.
Se hace indispensable la formación de un grupo de actores federales que puedan brindar las opiniones desde el más profundo interior del país para anteponer a los interese comerciales y de poder el interés comunitario, de crecimiento y solidaridad. Lo nacional y popular tiene que abastecer la cadena multimedial que se necesita para comenzar a desarmar la agenda que un grupo de no más de cien personas han logrado imponer a muchos, demasiados, argentinos.
Se debe recuperar el poder de la palabra como elemento comunicador de la realidad, el mismo origen hizo que el rugido de un león, el estruendo de un trueno, el silbido del viento se fonetizara y se pudiera transmitir oralmente. En manos de mentirosos, la palabra se ha vuelto una herramienta de dolor, de odio y confusión que ha sumido a los argentinos en una oscura “infoxicación” intoxicados de información falaz que impide ver que un horizonte, esta vez puede ser mejor.
(*) Periodista mendocino.