La nueva cumbre de los BRICS, que tuvo lugar esta semana en Brasilia, se da en un escenario complejo para las relaciones internacionales. En América Latina, el reciente golpe de estado a Evo Morales, el recrudecimiento de los levantamientos en Chile y las posturas en torno a Venezuela, son algunos de los ejemplos claves. Al mismo tiempo, el enclave entre los mandatarios de Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica, tuvo lugar en un momento en el que las diversas alternativas multilaterales entran en tensión por las cuestiones políticas y económicas coyunturales.
Por Vicky Castiglia / Antes de hacer foco en la incidencia de la cumbre de los BRICS luego del golpe de estado en Bolivia y de ahondar en los agitados días que atraviesa Latinoamérica, es importante detenerse en los sucesos que han venido teniendo lugar alrededor del globo en los últimos años. En términos geopolíticos, se pueden destacar tres: la crisis de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la guerra comercial y el avance de China con su iniciativa de la Ruta de la Seda.
El pedido de reforma de la OMC no es nuevo y por supuesto no atañe solo a los miembros del BRICS. En un mundo en el que las reglas del comercio mundial se están reescribiendo y en el que los flujos de intercambio de bienes han disminuido a niveles de 2010 (según un informe publicado a principios de año), la organización atraviesa por un período de crisis.
De hecho, esta cuestión fue abordada en la cumbre y en el documento final los presidentes Vladimir Putin (Rusia), Jair Bolsonaro (Brasil), Xi Jinping (China), Cyril Ramaphosa (Sudáfrica) y Narendra Modi (India) enfatizaron “la importancia de que el comercio internacional se base «en normas», sea «transparente, no discriminatorio, abierto, libre e inclusivo», y se comprometieron con el sistema de comercio multilateral, con la Organización Mundial de Comercio (OMC) como centro. Al mismo tiempo, consideraron «fundamental» que «todos los miembros de la OMC eviten las medidas unilaterales y proteccionistas contrarias al espíritu y las normas» de esta organización.
¿Por qué es importante considerar el factor comercial? La cuestión de la OMC en el documento final es un mensaje para la Casa Blanca: si bien Donald Trump es una de las principales figuras que aboga por un cambio en esa institución, sus políticas unilaterales han alterado el equilibrio global.
Esta situación se da en el marco del segundo suceso a considerar más arriba enumerado: la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
La reconfiguración de las esferas de influencia se ha hecho cada vez notable a partir de la irrupción de China como actor protagónico. El conflicto, que ha llevado a ambas economías a imponerse aranceles punitivos por miles de millones de dólares, afecta al crecimiento del gigante asiático y amenaza a la economía mundial, tal como consignó el medio Ámbito financiero este jueves, al advertir sobre el freno de la producción industrial y la caída de las inversiones del país asiático.
Y es justamente en este marco de reconfiguración y de disputa entre dos potencias en el que entra en juego el tercer factor: la iniciativa china de la Ruta de la Seda, un plan de inversión más que millonario impulsado por Xi Jinping en 2013 para trazar nuevos caminos que conecten al gigante asiático con el resto del mundo, entre ellos Latinoamérica.
Una vez incorporados esos tres elementos, hay que sumar los estallidos coyunturales del sur del continente sin perder de vista el factor económico. Pueden tomarse los casos de Venezuela, Chile y Bolivia para observar cómo Estados Unidos pretende resignificar la Doctrina Monroe propiciando la crisis política en cada uno de los países para evitar perder su hegemonía.
En ese sentido, es fundamental considerar que, a nivel global, Venezuela es uno de los principales países con reservas y productor de petróleo, en tanto Chile posee la mayor reserva de cobre y Bolivia la mayor reserva de litio.
Frente a ese escenario, el rol de los BRICS –a excepción del perfil bajo de Sudáfrica- cobra relevancia. Rusia y China son aliados de Nicolás Maduro frente a las políticas de Trump de llevar adelante una intervención militar, de presionar al resto de Latinoamérica para que los países tomen partido por el opositor Juan Guaidó y de avalar al Grupo de Lima para “buscar una salida democrática e institucional”.
En el caso de Chile, recientemente el presidente Sebastián Piñera, en una entrevista al diario El País, reconoció haber mantenido conversaciones con la Casa Blanca luego de que un funcionario del Departamento de Estado afirmara que tenían “indicios de injerencia de actividades rusas para dar un curso negativo al debate en Chile», tras los levantamientos populares en ese país. Desde la Cancillería de Rusia desmintieron cualquier tipo de injerencia y la portavoz, María Zajárova, afirmó: “En cuanto a la supuesta participación rusa en las protestas en Chile, las especulaciones sobre este tema, suenan solo desde el lado de Estados Unidos, mientras que la parte chilena no tuvo ni preguntas ni reclamos sobre Rusia” y agregó: “Como hemos señalado, a diferencia de algunos representantes de la comunidad internacional, Rusia no interfiere en asuntos internos de otros países”.
En tanto, en el caso de Bolivia, desde Washington no sólo avalaron –y podría decirse hasta propiciaron- el golpe de estado a Evo Morales mediante el recurso de la OEA, sino que además inmediatamente reconocieron a Jeanine Añez como presidenta legítima. Es que fue justamente en la reunión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos en donde mejor se vio reflejada la injerencia de la Casablanca y las presiones hacia el resto de los países latinoamericanos. “Los documentos de la OEA fueron la columna vertebral sobre la que se construyó el relato que habilitó el golpe de estado en Bolivia”, advierte una nota publicada este viernes en Página12, en la que se da a conocer un informe del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), un prestigioso centro de investigación con base en Washington, fundado por los economistas Dean Baker y Mark Weisbrot y de cuya Junta Consultiva forman parte los Nobel de Economía, Robert Solow y Joseph Stiglitz.
El trabajo de CEPR, titulado “¿Qué sucedió en el recuento de votos de las elecciones de Bolivia de 2019? El papel de la Misión de Observación Electoral de la OEA”, echa luz sobre cómo se construyó el relato que dio base al derrocamiento y proscripción de Evo Morales. De todas maneras, lo más evidente fueron las declaraciones del mismísimo secretario general del organismo, el uruguayo Luis Almagro, -expulsado del Frente Amplio por impulsar la intervención militar en Venezuela-, quien aseguró en la sesión extraordinaria de la OEA que “en Bolivia hubo un golpe de Estado el 20 de octubre cuando Evo Morales cometió fraude electoral”, en sintonía con las declaraciones de Carlos Trujillo, el representante estadounidense, quien alegó que su país “rechaza la versión de que esto sea un golpe de Estado”, en referencia a la salida de Morales de la presidencia.
En síntesis, tal como explicó el periodista Santiago Masetti, en una columna publicada por AgePeBA: “La OEA funcionó como la OEA, Estados Unidos como Estados Unidos”.
Los BRICS y Bolivia
Desde su ascenso al poder, el ultraconservador Jair Bolsonaro ha demostrado cercanía a Trump e incluso se mostraba reticente y crítico del “comunismo”. Sin embargo, y en un momento en el que en Brasil tiene lugar la liberación del ex presidente Lula Da Silva, el actual Mandatario modifica su estrategia discursiva en lo que refiere a su relación con antiguos potenciales enemigos. En ese sentido, el ministro de Economía Pablo Guedes, anunció que buscarán un tratado bilateral de libre comercio con el gigante asiático. Sin embargo, Bolsonaro no abandona su alineamiento pro-yanqui: no tardó en reconocer a Añez como presidenta interina de Bolivia. «El gobierno brasileño felicita a la senadora Jeanine Añez por asumir constitucionalmente la presidencia de Bolivia y saluda su determinación de trabajar por la pacificación del país y por la rápida realización de elecciones generales», señalaron desde el Palacio de Itamaraty . Previamente, el gobierno de Brasil había dicho que no consideraba que en Bolivia hubiese existido un golpe de Estado.
El alineamiento de Brasil con Estados Unidos es evidente. “En el Gobierno de Bolsonaro tiene fuerte influencia un ala utraliberal, encabezada por el canciller Ernesto Araújo, que aspira a que Brasil se separe del Mercosur y firme un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos”, explica una nota publicada en Ámbito Financiero que agrega que el anuncio de conversaciones con China por un tratado de libre comercio va en la misma dirección de alejamiento del bloque latinoamericano de comercio.
Ahora bien, ¿qué rol juegan los otros miembros del bloque de economías emergentes en relación con Bolivia? Sudáfrica apela al perfil bajo, pero si de Rusia se trata, a pesar de reconocer a Jeanine Añez como dirigente, desde Moscú descartaron reconocer como legítimo al gobierno de facto. La portavoz de la Cancillería, declaró que la posición de Rusia no se basa en «reconocer lo sucedido en Bolivia como un proceso legítimo», y reconoció los intentos del mandatario Morales de encontrar «soluciones constructivas sobre la base del diálogo» pero que fueron barridos por «el desarrollo de los acontecimientos conforme a un plan de golpe de Estado orquestado». En ese sentido, se puede afirmar que hay una larga tradición de cooperación ente Putin y Morales que quedó evidenciada este año cuando este último viajó a Rusia y firmaron una serie de convenios bilaterales.
Según una publicación del sitio Sputink, el intercambio comercial entre Rusia y Bolivia alcanzó en 2018 los 16,66 millones de dólares, correspondiendo 8,36 millones de dólares a las exportaciones rusas y 8,30 millones de dólares a importaciones desde Bolivia. El aspecto clave de la cooperación económica bilateral es el sector de combustibles y energía. De hecho, en una entrevista del mismo sitio al ahora ex ministro de la presidencia de Bolivia, Juan Ramón Quintana a mediados de año, éste afirmó que Rusia ayudará a Bolivia a convertirse en «el corazón energético de América del Sur».” La presencia de Rusia en América Latina a través de Bolivia va a enriquecer el desarrollo, no solamente de ese país sino también de la región, impulsando grandes proyectos de industrialización”, había dicho el funcionario.
En cuanto a China, es notable el avance de su influencia en la región. Tanto Bolivia como Venezuela, han firmado el documento de adhesión a la iniciativa de la Ruta de la Seda, desoyendo las advertencias de Washington y es además el gobierno de Xi Jinping el principal socio comercial de Chile. En el caso específico de la relación con Bolivia, AgePeBA informó publicó recientemente un informe de Sputink sobre un acuerdo entre ambos países para invertir unos 2.300 millones de dólares en proyectos de explotación e industrialización de litio y otros productos de dos salares del país sudamericano, profundizando una alianza estratégica de alcances económicos y políticos. “En China estamos abriendo su mercado para varios productos agropecuarios, ahora también estamos abriendo mercado para litio boliviano en China”, decía el entonces presidente Evo Morales tras la firma del acuerdo entre la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y el consorcio de firmas chinas Xinjiang Tbea Group y Boacheng. Con el convenio firmado en la ciudad altiplánica de Oruro (oeste), en un acto transmitido por la televisión estatal, suman más de 4.000 millones de dólares los proyectos ya ejecutados o comprometidos para el próximo quinquenio en el plan boliviano de aprovechamiento de sus enormes reservas de litio.
Por su parte, India, fue uno de los países que calificó de golpe de Estado a los sucesos acontecidos en Bolivia. “La embajada de Bolivia en la India rechazó enérgicamente los nuevos intentos de golpe de Estado contra el gobierno del legítimo presidente Evo Morales”, señalaron en un comunicado oficial. “Después de unas elecciones en las que Morales fue elegido democráticamente por la mayoría del pueblo boliviano, no es posible alterar el orden democrático y que fuerzas opositoras busquen desestabilizar con la violencia al gobierno y dañar todos los avances alcanzados por Bolivia en los últimos 14 años, aseveró a Prensa Latina el diplomático boliviano Juan José Cortez y apuntó: ‘Hemos recibido el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre este nuevo intento de golpe de Estado en Bolivia y es algo que nosotros vamos a rechazar enérgicamente y estamos procediendo a comunicar esta situación a toda la comunidad diplomática’.
Al final del encuentro en Brasilia, los miembros del BRICS aprobaron una declaración conjunta en la que urgen a reformar la ONU, la OMC, el FMI y otras organizaciones internacionales, al tiempo que exigen más negociación para resolver crisis regionales y se muestran comprometidos con «ayudar a superar los importantes desafíos que afronta actualmente el multilateralismo», entre otros puntos. Allí, los cinco miembros del bloque reafirmaron también su compromiso con «el principio de soberanía, respeto mutuo e igualdad, con el objetivo común de construir un mundo pacífico estable y próspero». Más allá de la apelación al pragmatismo de Bolsonaro y de la postura diplomática de Ramaphosa, una cosa es cierta: el golpe de estado en Bolivia no pasó desapercibido para Putin, Xi Jinping y Modi, quienes buscan fortalecer su presencia en la región y ponen en jaque la injerencia norteamericana.