La macroeconomía es un éxito. Las estadísticas internacionales muestran a Chile como un líder en la región, pero para millones de chilenos, ese líder tiene los pies profundamente hundidos en el barro.
Por Omar Sepúlveda (*) / Barro en un cieno espeso formado por la desigualdad, la segregación social, la corrupción que alcanzó a altos mandos del Ejército y de Carabineros, por un ‘capitalismo salvaje’ que tritura a los más desposeídos y esquilma a la clase media.
El alza de 30 pesos (unos 25 centavos de dólar) en los pasajes del Metro (uno de los más caros del mundo) , rechazado en primera instancia por los estudiantes, fue la gota que rebasó el vaso y constituyó la chispa que detonó el estallido social que estremece a un país que en las últimas décadas logró un importante crecimiento.
El incremento económico, sin embargo, no se ha traducido en una mejor vida para gran parte de la ciudadanía. La teoría del goteo, proclamada como una panacea por el neoliberalismo implantado por el régimen militar, favoreció la acumulación de capital por los más ricos, pero no ‘chorreó’ hacia las capas medias y menos favorecidas de la sociedad, acrecentando la desigualdad hasta niveles obscenos .
A diario, centenares de miles de personas se manifiestan pacíficamente en las grandes ciudades. Son marchas y concentraciones que incluso ocurren en los sectores más acomodados de la capital, y en las que participan familias completas, algunas con sus pequeños hijos a cuesta, que protestan contra el alza incontenible de los privatizados servicios básicos.
Ocurre con el abandono de ancianos que reciben pensiones miserables de las privadas Administradoras de Fondos de Pensión (AFP), las cuales, sin ningún pudor privatizan las ganancias y socializan las pérdidas.
Además, la colusión de las tres mayores cadenas de farmacia para cobrar precios prohibitivos por las medicinas, el costo de la educación, de la salud, del transporte, de la vivienda, de los alimentos, en vez de prisión, multa económica y condena a clases de ética a connotados empresarios que eludieron miles de millones de pesos en impuestos (?) perdonazos a gigantes del retail, mientras rematan las casas de quienes dejan de pagar sus contribuciones por un año (…) la lista de causas del descontento puede ser interminable.
El martes por la noche, el presidente Sebastián Piñera, quien pocos días antes se ufanaba de que Chile era un oasis de estabilidad en la región, dijo que el estallido es producto de ‘que los problemas se acumulaban desde hace muchas décadas y que los distintos gobiernos no fueron ni fuimos capaces de reconocer esta situación en toda su magnitud. Reconozco y pido perdón por esta falta de visión’.
También, admitió de forma implícita, que los más de 900 hechos de ‘violencia graves’ no fueron protagonizados por la ciudadanía que protesta en forma pacífica, sino por vándalos y delincuentes que saquean, incendian y destruyen, y justificó así la decisión del gobierno de utilizar ‘todos los instrumentos que contempla la Constitución’ (léase decretar Estado de Emergencia, sacar los militares a la calle e imponer toque de queda en muchas ciudades del país).
Por primera vez desde el retorno a la democracia en 1990, y como en los años de la cruenta dictadura militar de Augusto Pinochet, militares con arreos de combate convocados por el gobierno patrullan las calles y enfrentan a manifestantes, helicópteros sobrevuelan la ciudad, disparos atruenan la noche en horas de toque de queda.
Según el autónomo Instituto Nacional de Derechos Humanos, al menos cinco de las 18 personas que han muerto durante esta crisis perdieron la vida a causa del accionar de agentes del Estado, el resto pereció por diversas causas durante los saqueos.
Las masivas protestas llevaron al presidente Piñera a pedir al Congreso anular el alza de los pasajes del Metro, lo cual fue aprobado en un solo día, y a proponer una Agenda Social que incluye medidas urgentes en temas como salud, reducción de las dietas de parlamentarios y altos sueldos de la administración pública.
Asimismo, mayores impuestos a los sectores de más altos ingresos, reducción del número de parlamentarios, sueldo mínimo garantizado por el Estado para los trabajadores y mecanismos para anular la reciente alza de 9.2 por ciento en las tarifas de electricidad, entre otras.
Para algunos, las medidas anunciadas son un primer paso en el camino correcto, para otros, son insuficientes, solo pildoritas para calmar un estado de efervescencia social que no se veía en el país desde los tiempos de lucha contra la dictadura, y que eluden demandas fundamentales como el término de las AFP, la educación gratuita e incluso una nueva Constitución que ponga freno al ‘capitalismo salvaje’ que impera en el país.
‘Chile despertó y vamos por más’, es una de las consignas levantadas por una eclosión que sin una cabeza visible, ha encontrado en las redes sociales su exitosa forma de convocatoria y donde no pocos demandan la renuncia del presidente Piñera.
(*) Texto tomado de la agencia Prensa Latina. Sobre su autor: destacado periodista chileno, ex corresponsal de las agencia Notimex y Prensa Latina. Testigo excepcional del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile.