Las fotos que subió Nahir Galarza desde la cárcel a su cuenta de Facebook desataron una polémica donde el sensacionalismo y el punitivismo corrieron cabeza a cabeza. El hecho también puso en debate una vieja cuestión: ¿Qué derechos tiene un preso?
Por Nacho Saffarano / La semana pasada, con un combinado explosivo de frivolidad, amarillismo y misoginia, se viralizaron las fotos con las cuales Nahir Galarza reabrió su cuenta de Facebook, a partir de imágenes que se tomó en la unidad penitenciara donde se encuentra detenida. El efecto rebote no fue solo por redes sociales. Rápidamente lo peor de la televisión argentina se hizo eco, dándole lugar al tema en varios de los programas que se encargan de alimentar el estigma generalizado que se tiene sobre las personas detenidas. Amerita hacer una pausa en esta coyuntura convulsionada, para abordar una problemática estructural y transversal a todos los gobiernos pos dictadura: parafraseando a Spinoza ¿Qué es lo que puede un preso? Comencemos.
1- ¿Qué sensata cantidad de derechos, consideramos que debe perder una persona detenida, además de la libertad ambulatoria? En el marco de un Estado que no garantiza a los detenidos derechos mínimos tales como una cama digna, un espacio higiénico, espacios educativos y laborales reales; cercenar el derecho a la comunicación – con lo imprescindible que resulta preservar los vínculos familiares -, es doblemente grave.
2- Podría hacerse un simposio internacional para definir los alcances del derecho a la comunicación, pero acá no viene al caso. La realidad ordena: el desarrollo tecnológico en materia de comunicación sube en ascensor, mientras que la regulación jurídica va en escalera y rengueando. No es culpa de las personas detenidas, la pereza legislativa para adaptar el ordenamiento jurídico a las nuevas formas de conectividad. La mirada actual y arcaica de que la comunicación es sólo presencial y/o epistolar, no hace más que reforzar el conjunto de prácticas tendientes a que los detenidos se disocien cada vez más de la realidad del afuera.
3- Dicho esto, va de suyo que las cárceles están llenas de celulares. Si en la requisa a los familiares, te cortan al medio un sanguchito de pan lactal para chequear que no tenga nada ¿Cómo mierda se creen que llegan los teléfonos? ¿Los hacen en los talleres de carpintería? Una vez más, se visibiliza el fracaso de las políticas prohibicionistas, y la habilitación tácita para que el Servicio Penitenciario haga todos sus negociados.
4- Supongamos que para un Juez – que seguramente conoce más la cárcel por El Marginal, que por las visitas que periódicamente debería hacer – resulta un peligro procesal, un riesgo de fuga, que un detenido suba una foto suya a Facebook ¿Entonces la respuesta es prohibir toda comunicación celular? La mirada punitiva ha hecho estragos, principalmente ha bloqueado cualquier forma de imaginación no represiva ¿Tan difícil es pensar la posibilidad de que haya teléfonos con chip habilitado para comunicarse sólo con números determinados? ¿Qué posibilidad hay que las autoridades registren cada teléfono con los datos de su dueño, y que estos sean los únicos habilitados en usar el aparato?
Reitero, no pueden ser excusas situaciones determinadas (ya saltarán quienes dirán que a través de la habilitación de telefonía celular, se puede propagar la comisión de delitos desde adentro de las cárceles: en todo caso hay que demostrar cuántos casos suceden hoy en día y pensar políticas específicas para esos hechos), para no regular esta vulneración de derechos para los más de 70.000 detenidos de Argentina.
5- Retomemos un poco sobre lo que originó todo éste lío ¿Y si Nahir solamente quería subir fotos para sentirse deseada? ¿Qué sería lo castigable en esta práctica tan común entre cualquier joven en libertad? Si pone la libido en una foto y las posibles reacciones a ella ¿Dónde está el problema? ¿La única posibilidad de desarrollar el deseo sexual en la cárcel, es cojiendo en una salita de visitas horrible, con el servicio vigilanteando desde afuera? Volvemos al punto 1, el debate gira en torno a cuántos derechos consideramos que debe perder un detenido.
Sin quererlo, las fotos subidas por Nahir, pueden ser el puntapié para poner en agenda un tema fundamental para que las cárceles mengüen, al menos un poquito, los dispositivos de ejercicio de dolor que son en nuestro país.
Texto tomado del sitio Socompa.