Imágenes, frases y videos de la joven sueca de 16 años han invadido los medios de comunicación en los últimos días, luego de su acalorado discurso en la cumbre sobre el clima en Naciones Unidas. Hay posturas benevolentes y otras más críticas, pero la sobreexposición a la que es sometida la joven, ¿a qué intereses responde?
Por Vicky Castiglia / La cuestión climática se ha convertido en un problema de real envergadura y así quedó de manifiesto este año, cuando una fuerte ola de calor invadió Europa, el Amazonas se incendió y el Huracán Dorian azotó las islas Ábaco y Gran Bahama, sólo por citar los ejemplos que más atención del público tuvieron en los medios de comunicación en su momento. Sin embargo, esas noticias parecen diluirse de la agenda internacional para centrar el foco en una joven presentada como una suerte de heroína que tendría al mundo en vilo.
Greta Thunberg tiene 16 años, es oriunda de Suecia, padece del síndrome de Asperger y es una activista de la lucha por el cambio climático. Según ella misma contó, luego de ahondar en el tema cayó en una profunda depresión y dejó de hablar y de comer, y perdió 10 kilos en dos meses. Luego, se convirtió al veganismo. En 2018, dijo haberles pedido permiso a sus padres para iniciar en soledad una huelga escolar frente al parlamento de su país en contra del calentamiento global. Pero el problema no es Greta, que padece un trastorno, es menor de edad y hasta es posible que su deseo de un mundo mejor sea completamente honesto. El problema es el aprovechamiento y la maquinaria mercantilista que explota su figura y que también la objetiviza, la vuelve un objeto, ya sea para criticarla o para venerarla, pero claramente para obtener un rédito económico.
La alerta en este sentido se enciende cuando, a partir de una investigación periodística de The Sunday Times se da a conocer que quien viralizó la primera manifestación de la joven es nada menos que el publicista y especialista en relaciones públicas, Ingmar Rentzhog, a su vez presidente de un Think Tank del que son miembros desde políticos socialdemócratas suecos hasta ejecutivos de grandes empresas energéticas del país, haya estado presente el día que la joven inició su protesta para fotografiarla y hacer viral su historia en las redes sociales.
Según la investigación, “en mayo de 2018 Thunberg consiguió el segundo premio en un concurso de redacciones sobre el medio ambiente organizada por el periódico Svenska Dagbladet. Tras el concurso, Bo Thoren, líder del grupo local Fossil Free Dalsland, contactó con los ganadores y otros jóvenes activistas para hablar sobre la forma de “involucrar y obtener ayuda de los jóvenes para aumentar el ritmo de la transición hacia una sociedad sostenible”, puesto que buscaba “caras nuevas” para el movimiento. Entre las propuestas estaba hacer una huelga escolar. A Greta le convenció la idea de una huelga y decidió ponerla en práctica. Thoren lo sabía y acudió a Estocolmo el 21 de agosto para unirse a ella. Pero el día anterior Rentzhog se encontró “casualmente” a la activista frente al Parlamento y la noticia comenzó a viralizarse antes de que llegara Thoren. Aunque en un primer momento Rentzhog dijo que vio a Greta “por casualidad”, finalmente admitió a The Times que una semana antes había recibido un correo de Thoren en el que le informaba de la protesta”.
En esa publicación se agrega que el motivo por el que los padres de Greta “siempre han negado que exista una colaboración con Rentzhog es que éste es también el presidente de Global Utmaning (más conocido como Global Challenge), un Think Tank en el que están involucrados líderes de lobbies, ejecutivos de empresas energéticas e incluso políticos. La fundadora de Global Challenge es Kristina Persson, exmiembro del Partido Socialdemócrata y ministra del gobierno sueco entre 2014 y 2016. Otros miembros del Think Tank son: David Olsson, miembro de Svenska Bostadsfonden, uno de los fondos inmobiliarios más grandes de Suecia -y a cuya Junta pertenece Rentzhog-; Gustav Stenbeck, cuya familia controla la empresa de inversión sueca Kinnevik.En la Junta también está Petter Skogar, presidente de KFO, la asociación de empleadores más grande de Suecia, y Anders Wijkman, expresidente del Club de Roma y miembro del Parlamento Europeo entre 1999 y 2009. Otro miembro destacado es Nystedt Ringborg, asesora de la Agencia Internacional de Energía y exvicepresidenta de la corporación multinacional suizo-sueca ABB que opera en áreas de robótica y energía, entre otros. The Times subraya además que Ringborg es miembro de Sustainable Energy Angels, una firma de capital riesgo de energía verde”.
Asimismo, mayor es el manto de sospecha si se considera que el inicio de la manifestación de la joven frente al Parlamento de su país tuvo lugar cuatro días después de la publicación de “Escenas de nuestros corazones”, el libro en el que sus padres cuentan la historia familiar en torno a las enfermedades de sus hijas y su cambio de estilo de vida a un modo más ecológico, según publicó el diario La Nación. Los padres de Greta son la cantante lírica Malena Enrman (cuyo rostro aparecía en la primera edición del libro) y el productor televisivo Svante Thunberg. “Tras el boom de Greta, las diferentes ediciones publicadas en otros países se han ido modificando de manera que es ahora la foto de Greta Thunberg con su pancarta de huelga estudiantil quien aparece en las portadas, con su nombre en primer término como coautora y sus padres en segundo lugar”, detalla el matutino.
Desde aquel día en el que gracias a la imagen de Rentzhog la figura de la activista se volvió viral, su figura no ha dejado de estar en el centro de la escena: ella se le atribuye la irrupción del movimiento estudiantil “Fridays for Future” (Viernes por el futuro), ha participado en conferencias de las Naciones Unidas, en el Foro de Davos, en el Comité Económico y Social Europeo, en la Asamblea Nacional francesa y en las famosas charlas TedX. Tiene fotos con Christine Lagarde, Ángela Merkel, Barack Obama, una nominación al Premio Nobel de la Paz y varios libros (aunque no sé sabe con precisión cuántos árboles han sido talados para poder imprimirlos).
La joven (cuya vocación activista no está en discusión ni debe ser invalidada) es presentada por los medios hegemónicos de comunicación, las grandes ONGs y los sectores políticos y corporativos que pugnan por un “corporativismo verde” como una representante de los sectores juveniles preocupados por la cuestión climática. Pero no de todos o de cualquier sector juvenil: el europeo, el súper escolarizado, el que tiene todas las necesidades básicas cubiertas y vive en un país con uno de los mejores índices de calidad de vida. Ese pareciera ser el sector juvenil que tiene voz y voto. Es decir, ¿se tomaría Lagarde una foto con un indígena perjudicado por el fuego en la Amazonia? ¿Pierre Casiraghi, el hijo de Carolina de Mónaco, le prestaría su “velero ecológico” a algún pibe de cualquier lugar marginal del mundo para cruzar el océano Atlántico como hizo con Greta?