“Hace casi 30 años escribí una nota que, pasado el tiempo, no recordé en el momento en que volví a encontrarme cara a cara con el admirado trovador-cantautor-poeta, y le entrevisté de manera más formal que la primera vez. En mis pesquisas de recobrar lo más trascendente de lo hecho –teclado por medio (por tanto excluyo familia-hijos-amistades)– he vuelto a reescribir lo que apareció en el primer fascículo o “plaquete” del ya mencionado y frustrado libro titulado Jazzeando para eslabonarlo con el producto de nuestro más reciente encuentro. El hilo conductor de ambos me resultó interesante. Espero que mis lectores actuales coincidan”. Otro texto en homenaje a los 60 años de Prensa Latina, por uno sus periodistas emblemáticos.
Por José Dos Santos, desde La Habana / Una búsqueda trascendente. Ramas del mismo tronco, la trova y lo popular se dan la mano al máximo nivel y muestran la identidad de las raíces.
La Habana. La ocasión –un poco coyuntural—permitió hurgar en razones y causas, mirar más allá de lo formal y alcanzar el criterio concluyente de que la música cubana de hoy tiene punto de comunión en la búsqueda de formas para expresar la cubanía de un nuevo sentir.
El encuentro con el abanderado de la Nueva Trova cubana y de la Nueva canción Latinoamericana, Silvio Rodríguez, lo provocó su regreso artístico a Chile, tras casi 17 años de forzosa lejanía.
Junto a él, coincidiendo en los criterios como en el trabajo conjunto que preparaban, Jesús “Chucho” Valdés, el alma propulsora de Irakere, fue testigo y participe del análisis.
Lo que comenzó como evocación de los inicios y explicación de los puntos de contacto entre la música del trovador y la de la superbanda derivó en una reflexión sobre el nacimiento de la generación de artistas que hoy marca la pauta en el desarrollo musical cubano.
La gigantesca comunicación que había podido apreciar en los ensayos entre el poeta genio de la tierna guitarra y la agrupación ovacionada lo mismo en un festival de jazz que un bailable popular nos llevó a casi tres décadas atrás, cuando con la transformación socio-económica que se producía en el país, los hombres de la cultura comenzaron también a buscar su propio camino.
Este empeño comenzó a cobrar forma en la primera mitad de la década del sesenta, entre otros ejemplos, con la Orquesta Cubana de Música Moderna (OCMM), el Grupo de Experimentación sonora del ICAIC y la aparición de nuevo ritmos que se ignoraron en el extranjero por la omisión cómplice de quienes quisieron –y aún buscan—bloquear culturalmente a Cuba.
Silvio evocó la etapa de Chucho y otros jóvenes músicos integrantes de la OCMM que formaron primero un quinteto de jazz y luego fueron núcleo de Irakere, en momentos en los cuales también “ya estaban sucediendo otras cosas en la música cubana”.
El Grupo de Experimentación, a cargo del maestro Leo Brower, surge –como paradoja y refutación—en la época que incluso se hablaba de música detenida, en crisis, criterio que desconocía, al decir del trovador cubano, la labor de muchos músicos, “cada cual en su propia expresión”, que buscaban lo mismo.
Para él, “había un fenómeno generacional, una intención de vincular la tradición a la sonoridad, a los timbres, con los recursos que la técnica de entonces ponía en las manos de los artistas”.
De esa gran hornada de entusiastas –a veces poco comprendidos y estimulados—se fue creando una intención. “Estábamos en distintas orquestas y grupos –valora Silvio—pero había una identificación”.
Cada cual ha recorrido su camino en este cuarto de siglo, pero esas motivaciones comunes explican que vertientes aparentemente tan diversas como baladas para la reflexión y la emoción y ritmos bailables que desatan la furia del cuerpo puedan conjugarse con éxito, y ser reflejo de un mismo fenómeno cultural, que rebasa incluso estrechas fronteras geográficas y se inscriben en el alma artística de toda una región.
La cubanía como hilo conductor de Silvio e Irakere (“está en nosotros de una forma diferente, particular” nos dijo)tiene a su vez una proyección latinoamericana, en tanto el cantautor es ídolo en Hispanoamérica y el grupo resplandece a la cabeza del jazz latino internacional.
El creador de El Unicornio os explicaba que “ninguno puede resumir en sí mismo toda la cubanía; somos elementos de ella, distintos puntos de vista, diferentes formas de asumirla, de interpretarla, de serlo”
Por ello es congruente cuando se le siente sabor brasileño a algunas de as nuevas piezas montadas con Irakere, o que cierto aire andino se pasee junto a sus guajiras y sones cubanos.
Ecléctico por naturaleza, Silvio considera que cada músico, como cada ser humano, tiene su sensibilidad y experiencias particulares, a partir de las cuales se conforma el sentido de todo, incluido el musical.
Por eso se explica que –no obstante, muy amante de la trova tradicional—sienta y disfrute de la influencia de “otras cosas universales”, como la música beat, pop, los Beatles, lo brasileño y lo americano indio (Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui).
Esta especie de “Frankestein del pentagrama”, como jocosamente se autodefinió, es incluso admirador del jazz, y reconoce su influencia en muchos sentidos, aunque con modestia apunta que esa música “no la toca quien quiere sino quien puede”.
Hombre que crea atmósferas intimistas con sus poemas cantados, admitió cierta conexión anímica con los cultores de esa forma de sentir la música y me confió que fue Julio Cortázar, con su famoso cuento sobre Charlie Parker (El Perseguidor) quien le hizo prestarle más atención al tema.
La reflexión sobre las raíces y expresiones de lo que hoy constituye el amplio espectro sonoro de la Mayor de las Antillas, no por breve fue menos definitoria.
Quedó claro que es imposible subestimar los aportes de cada corriente al caudal principal de la música contemporánea cubana, un mosaico de formas, estilos y conceptos entramados en la búsqueda de lo trascendente, lo que hace esta expresión artística una fuente en permanente desarrollo.
(29 de marzo de 1990)
SILVIO RODRIGUEZ
Los sueños de un creador
Poeta que declama con su canto mensajes del; pensador incisivo y poco tolerante con los absurdos; revolucionario que no transige con la filosofía de la derrota; hombre en busca de sueños… ¿inalcanzables?
Llego a Silvio Rodríguez -más que trovador, individuo de pensamiento- sin pretensiones de descubrirle nichos ocultos, porque ha sido uno de los grandes transparentes de la cultura cubana. Atiéndanse las letras de sus canciones y encontraremos respuestas a interrogantes de todo tipo. O si no, léanse las entrevistas (¿cientos?) que le han hecho a lo largo de una carrera, la cual ya supera el medio siglo, y hallaremos mucho de lo que le ha caracterizado.
Por eso el empeño lo dirijo a hurgar un poco más allá, a través de sus sueños –cumplidos o insatisfechos- que son muchas veces el motor de acciones vitales, o resultado de ellas, sobre todo para los románticos idealistas (esos que viven y mueren por una idea).
Los sueños son recurrentes en su obra. En una, Reparador de sueños, el optimismo se trasluce cuando canta: “Siempre llega el enanito, con sus herramientas de aflojar los odios y apretar amo-res. Siempre llega el enanito, siempre oreja dentro, con afán risueño de inundar lo roto. Siempre apartando piedras de aquí, basura de allá, haciendo labor. Siempre va esta personita feliz trocando lo sucio en oro….”
Lo que quiero recabar comienza preguntándole: ¿Cuál fue el primer sueño que recuerdas? ¿En qué contexto lo tuviste y cuánto significó para los posteriores?
“El primero fue cuando vivíamos en San Antonio de los Baños, en la calle Jesús Planas. Allí, cuando nació mi hermanita -yo tenía casi cuatro años-, le cedí mi cuna y me pusieron en un catre a dormir en la sala Entonces tuve un sueño muy extraño: el mundo no tenía casas ni nada. Solo eran manos, brazos levantados, que se perdían de vista. Ahora me parece un cuadro de Salvador Dali, surrealista. Lo curioso es que esos brazos me llevaban a mí… yo me trasladaba de un lugar a otro a través de esas manos”.
Al comentarle que eso se ha ido cumpliendo, se adelanta a mi argumento, al decir: “De cierto modo sí, porque los que tenemos el privilegio de estar en la superestructura de las sociedades un poco somos levantados por los brazos de muchos. Fue un sueño si se quiere simbólico. Somos como una pirámide… hecha de dolor, sufrimiento, sacrificio…”
Entonces le acoto el sentido de mi observación, la cual, además de ese enfoque, tenía el propósito de significar que su labor como creador le ha trasladado en los brazos de un prestigio global (y en los aplausos de muchas manos) porque –le digo- estar en la cúspide también puede significar ser reconocido por lo que sé eso se ha hecho y no como privilegio. A ello señala: “Sin duda, se puede ver así, aunque en mi mente de niño era mucho más simple”.
El final de tu infancia y la juventud los viviste en el torbellino de una revolución que en el pecho de la mayoría de tus contemporáneos ancló emociones, y actuaciones, acordes a esos tiempos del despertar de quimeras. ¿Qué te llevó a asumirlas, cómo lo hiciste y qué lecciones te dejó?
“Ese es un tomo de mi autobiografía -ríe-.Me tocó comenzar la adolescencia con el triunfo de la Revolución. Había pasado solo un mes de cumplir los 12 años cuando ello sucedió. Sobrevino una década de consolidación, contradicciones, lucha, supervivencia, tensiones extraordinarias; y coincidió con mi transformación personal –con la de muchos. Durante esos años pasé de niño a hombre.
Fue muy especial porque esa revolución, que también se pro-duce en el ser humano en la etapa de la adolescencia, era como vivirla por dentro y por fuera. No era un país, un Estado, estable, una situación equilibrada lo que existía. Muchas veces me identifiqué con las cosas urgentes, y con los exabruptos de la Revolución y la sociedad porque tenían que ver mucho con mis propios exabruptos, mi aliento, mis necesidades…
Es la década más intensa de mi vida, sin duda, desde todos los puntos de vista, inolvidable; pero no es la única, porque la Revolución maduró, pasó por varias etapas. No solo ella, también el mundo, del cual nosotros somos un pedacito. No podemos creernos que somos el centro… porque no lo somos, como tampoco un hombre es el centro del universo ”.
¿Con qué soñabas mientras navegabas en el Playa Girón? ¿En qué medida se cumplieron esas expectativas, cuáles quedaron por el camino y por qué?
“Las canciones que hacía en el Playa Girón, eran como Te convido a creerme cuando digo futuro… Muchas veces uno compone las canciones para uno mismo, luego las proyecta a los demás y gustan más o gustan menos, se entienden más o se entienden menos, pero sobre todo son canciones de ese momento… Eran diálogos conmigo mismo, sobre lo que a mí se me ocurría por lo que estaba sucediendo en general y por lo que me estaba ocurriendo a mí en particular.
Era muy joven, tenía 22 años. A esa edad uno no se ha librado todavía del temperamento del adolescente. Soñaba con mucha intensidad que el mundo, la realidad en la cual vivíamos en el país, iba a ser mucho mejor en el futuro. Más que convicción, sostenía la fe en que iba a ser así.
Pero como dice otro cantor, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Ella nunca es exactamente como uno se la imagina. Y cuando empezamos a imaginarla de acuerdo con una serie de experiencias y analogías, a partir de las vivencias, se acaba. Es decir, cuando uno tiene ´un tamaño de bola´de por dónde va la cosa, ahí mismo te dicen, apaga y vámonos”.
Madurar, máxime en condiciones a veces contradictorias, hace posponer proyectos juveniles, transformarlos o desecharlos, al tiempo que otros ocupan su lugar. A la altura de esta época ¿cuál es el saldo que obtienes al pasarles revista?
“Una vida intensa y esperanzada. Siempre he sido optimista, aunque he tenido etapas o momentos de pesimismo, como cualquier ser humano. En general las cosas que canto son las que pienso, sueño, quiero; y a veces las que no quiero, pero sobre ellas alerto desde las limitaciones de mis puntos de vista y experiencias”.
(Es válido recordar uno de sus poemas musicalizados o creaciones poético-políticas, como Sueño de una noche de verano, que en uno de sus pasajes expresa: “Yo soñé con aviones que nublaban el día, Justo cuando la gente más cantaba y reía. Yo soñé con aviones que entre sí se mataban destruyendo la gracia de la clara mañana. Si pienso que fui hecho para soñar el sol y para decir cosas que despierten amor, ¿cómo es posible entonces que duerma entre saltos de angustia y horror?… Y espero que mi sueño no sea mi futuro…”)
El término sueños aparece en los títulos de cinco de tus composiciones. ¿Cómo se cumplen los que plasmaste en tu obra?
“Todavía no sé qué va a pasar y en eso me parezco mucho al que empezó. Por eso va ser fascinante la vida de mis hijos y los de ellos. Hay una cosa que vale la pena señalar: no hay vida sin dificultades, sin tropiezos. Ante eso se puede tener diversas actitudes, yo creo que vale la pena tener una positiva, esperanzada, luchadora. Eso de que “sí se puede”, aunque uno en el fondo diga “vamos a ver si se puede”, ayuda a los demás y a uno mismo a avanzar. Porqué bajar los brazos, para qué vas a dejar de caminar si tienes las piernas para hacerlo. En mi caso es una actitud imprescindible.
En mi blog La Segunda Cita se manifiesta mi pensamiento positivo, proyectivo. Es mi canción de los últimos tiempos, la ópera que no pude hacer. Escribir ayuda a pensar. Llegas a puntos en que una idea se bifurca, te lleva a otras varias. Es un importante ejercicio de pensamiento, de autorreflexión. La intención trasciende el acto de creación. Empiezas escribiendo de un asunto y terminas haciéndolo de otro. Me pasa muchísimo. De vez en cuando publico algunas cosas en mi blog y otras las he escrito para él, motivado por su dinámica.
Visito varias veces al día La Segunda Cita, que el 9 mayo cumple siete años de existencia, y en el cual participa gente inteligente con diversas visiones e intereses y publico cosas polémicas pero respetuosas”
CODA
Mucho queda por seguir comentando, indagando y proyectando sobre el pensamiento y obra de Silvio, sin más acotaciones porque su nombre propio es suficiente para identificarlo. En más de dos horas de conversación también hablamos sobre sus experiencias como alfabetizador en 1961, el Servicio Militar, su aprecio por el jazz y los músicos que le han acompañado. A todo lo largo del diálogo hubo coincidencia de criterios, pero sobre todo en un punto: el motor de los revolucionarios es caminar hacia el horizonte, hacia la utopía, en cuya búsqueda se logra avanzar, aunque hayan dificultades, tropiezos, imperfecciones y cuestiones que combatir.
Silvio es de los que vive a través de ese combate, con las herramientas de un creador, quien constituye un ejemplo de lucha por sus sueños.
Sueño Con Serpientes
Hay hombres que luchan un día
Y son buenos.
Hay otros que luchan un año
Y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
Y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida:
Esos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht
Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
Con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
Lo que puedan arrebatarle al amor
Oh, la mato y aparece una mayor
Oh, con mucho más infierno en digestión.
No quepo en su boca, me trata de tragar
Pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca; le doy de masticar
Una paloma y la enveneno de mi bien.
Ésta al fin me engulle, y mientras por su esófago
Paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
Y planteo con un verso una verdad.
(febrero de 2017)
Hubo otro momento, intermedio entre las dos entrevistas, en el que abordé la figura de Silvio. Lo escribí en 1999 luego de una insólita e inédita actuación en España:
¿Silvio y Ernán? o ¿Ernán y Silvio?
NACE LA TROVAJAZZ
Tras una experiencia única por España, se amplían los
horizontes de la música cubana.
Aún con el entusiasmo a flor de piel, a pesar de su sosegada forma de hablar, Ernán López-Nussa se siente que ha participado en una experiencia musical única, de esas que enriquecen el espíritu y abren nuevos caminos al arte.
Hablamos poco después de regresar de una gira por España que le permitió materializar sueños con el cantautor Silvio Rodríguez, a quien le unen viejos lazos musicales desde la época en que Afrocuba fue soporte sonoro de las interpretaciones del trovador.
En esta ocasión cuajaron ideas conversadas más de una vez para combinar los temas de Silvio con las proyecciones jazzísticas de Ernán y así dar lugar a lo que, quizás un poco en broma, llamaron TROVAJAZZ y que puede ser certificada como una nueva forma de la fusión a la que se presta el género que cultiva el tecladista.
Ahora, verano de 1999, la oferta del creador de estándares de la moderna trova cubana coincidió con el tiempo disponible que tenía el cuarteto que comanda el rubio pianista, arreglista y compositor.
Los ensayos en los estudios Abdala de La Habana durante unas semanas y un par de presentaciones para pulsar la reacción del público cubano fue toda la preparación que tuvieron para lanzarse a la aventura de mostrarles a los españoles la conjunción de un repertorio bastante conocido con un novedoso tratamiento.
Ernán, con admiración, cataloga al cantautor como un artista “muy osado, abierto… todo un Músico, con mayúscula”. Por eso asumió la añeja propuesta de hacer sus cosas en un ambiente jazzístico, sin hacerles perder su esencia.
Lo primero que hicieron juntos, hace un tiempo, fue un arreglo de Ernán de una canción para UNICEF que se llamó “Escaramujo”. Luego iban a hacer juntos “Esto no es una elegía” pero terminó sólo en una ejecución del cuarteto. Más tarde, el pianista y sus compañeros aportaron una pieza a un disco que fue una especie de homenaje al trovador.
En esta oportunidad, además de los planes e intentos aislados, se conjugaba que la gira de Silvio por España la iba a realizar con Aute, intérprete que ya había trabajado en Cuba con los músicos de Ernán y que con gusto los aceptó para este episodio español.
Así fue como se les vio y oyó juntos en dos etapas, durante agosto y septiembre, tanto en Barcelona, San Sebastián, Vigo y Ceuta, como en Gijón, La Coruña, Santander, Madrid y Morella. En esta última localidad, en Extremadura, se hizo un concierto de beneficio para sanear el río Ariguanabo, en la provincia La Habana.
SOBRE EL ESCENARIO…
En España hubo un Ernán trovador y un Silvio jazzístico. Existió una interacción muy especial en la que el poeta y el virtuoso del teclado crecieron espiritualmente juntos. El duende del unicornio caribeño confirmó lo que le atribuyen de sorpresivo, espontáneo, atrevido… y lo superó, al decir de su amigo de aspecto celta y corazón criollo.
Lo que ya habían adelantado en presentaciones de julio pasado en el Carlos Marx fue superado en la misma medida que confrontaban con un público atento, conocedor y entusiasta, congregado para apreciar la combinación de su Aute con nuestro Silvio y que fue sorprendido por una apoyatura sonora que era mucho más que eso.
A la mencionada “Esto no es una elegía” se le sumaron “Roxana” -‘”con una inyección de jazz letal”, diría Ernán-, “Causas y Azahares”, “Tu imagen”, la novísima “Kosovo” y la épica “Yo te quiero libre”, entre otros temas.
No es una interpretación caprichosa cuando se dice que el crecimiento espiritual fue una constante de los tres meses de trabajo conjunto. “Hemos engrandecido nuestros horizontes artísticos”, definió López-Nussa con su hablar sereno y conciso.
En los conciertos ibéricos se constató que la música es un concepto muy amplio, que no hay barreras en el arte. El estilo y la proyección de tendencias pueden ser diferentes pero en el corazón de todo estriba la potencial comunicación de la música.
Ellos son de los que coinciden con José Martí cuando apreciara que “el arte no es más que la naturaleza creada por el hombre”.
Ahora, quizás, se pueda hablar como de un plan viable la realización de una gira mundial, que lleve a Europa, América y Asia la experiencia y talento enriquecido que dejó el episodio español.
Así podrían globalizar, en el sentido positivo y alentador del término, un mensaje musical, de cultura y alma, que representa la matriz de lo cubano y que bien pudiera llamarse TROVAJAZZ…
1999.