Los escritores liberan, en sus relatos, sentimientos individuales y colectivos. Muchos de ellos, además de construir vínculos directos con sus personajes de ficción, lo hacen también con los espacios y la geografía en los cuales se desarrolla la ficción. Eso ocurre, por ejemplo, con el uruguayo Horacio Quiroga y la selva de Misiones.
Por Kintto Lucas (*) / La selva es abordada por el escritor, no como un espacio geográfico sino simbólico; un lugar en el que se mezclan la memoria, la leyenda, el mito y la realidad; pero es también un espacio literario, un escenario en el cual, en virtud de la fantasía, conviven realidad y ficción. Para él, la fantasía selvática es un puente entre ficción y realidad.
En sus cuentos los animales asumen una doble representación (como animales y como seres humanos) . En ocasiones se comportan como lo que en realidad son, y en otras como humanos. En ese caso, su forma de hablar y su lenguaje mimetizan, desde el ridículo, características humanas, en una crítica mordaz.
Trabajó su estilo cuento a cuento en busca de la perfección.
Hay un duro cuestionamiento del pensamiento y el accionar humanos cuando las víboras, por ejemplo, asumen conductas y actitudes individualistas, egoístas, contra el colectivo. El escritor recrea, así, desde una perspectiva negativa, la humanización de los animales.
En su narrativa, la selva incorpora las características de un personaje mediante el cual se desarrolla la tragedia humana. Los protagonistas, tanto humanos como animales, están marcados por la soledad, el dolor existencial y la muerte. Se trata de elementos autobiográficos plasmados en la trama y los personajes. Los vínculos de Quiroga, desde joven, con el dolor y la muerte lo llevan a construir personajes habituados a esa realidad.
El escritor recurre también a la descripción detallada de la selva, el tiempo de lluvias y sequía. En una atmósfera tan frondosa, en medio de la espesura de la selva, los detalles emergen a modo de fotografías. En sus relatos se percibe la influencia de Edgar Allan Poe, a quien el nicaragüense consideraba uno de sus maestros.
Como personaje, la selva encarna la justicia de la naturaleza. Los ataques de las víboras a un ser humano, de un enjambre de abejas o un yacaré; la inundación, la sequía, son penas que debe pagar el hombre por atacarla y querer apropiarse de sus recursos. Si los creyentes aseguran que existe la justicia de un Dios, Quiroga, por su parte, reivindica la justicia de la naturaleza.
Además de su sensibilidad para transmitir situaciones y describir escenarios, el escritor fue de los primeros en desarrollar la técnica de la narrativa breve, al trabajar su estilo cuento a cuento en busca de la perfección. Juan Carlos Onetti evidencia esa búsqueda suya cuando asegura: “todos los cuentos de Quiroga, cualquiera que sea su tema, están construidos de manera impecable”.
(*) Texto tomado de Firmas Selectas, Prensa Latina. Sobre su autor: Periodista y escritor ecuatoriano-uruguayo. Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona. Vicecanciller de Ecuador entre 2010 y 2012 y embajador de Uruguay para Unasur, Celac y Alba en 2013. Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí 1990. Pluma de la Dignidad de la Unión Nacional de Periodistas del Ecuador 2004. Recibió la Condecoración al Mérito en el Grado de Gran Cruz, del gobierno de Perú y el Botón de Oro Ho Chi Minh, de Vietnam.