Sí, fuera de discusiones, Messi se encuentra hace rato entre los mejores jugadores del mundo, algunos dicen que el mejor de su generación, aunque ya en su ocaso. También es cierto que en semifinales contra Brasil tuvo una muy buena actuación, pero por momentos; y que, en el segundo tiempo, desde una posición en la que en el Barcelona se cansa de incrustar pelotas en la red, anoche apenas si logró que el excelente arquero Alisson Becker descolgara de su ángulo derecho una masita de crema pastelera, que más parecía un suspiro compañero que un bombazo enemigo. No se sabe cuánto le queda a Messi en el once nacional pero de retirada lo único que no debía hacer lo hizo: caer en el lugar común de descargar su derrota sobre el árbitro. A llorar a los portales de la basílica después de tus lujosas vacaciones. Y a nostras, las amantes del fútbol, nos queda salvar lo trapos para las próximas y seguir sufriendo, pero a cambio del tango, sí nos importa el después.
Por Tania Molotova (*) / «Se cansaron de cobrar boludeces en esta Copa América y hoy ni lo revisaron. Hoy nunca fueron al VAR. Todas las boludeces fueron para ellos. En el torneo hubo manos boludas, foules pelotudos, y nada. Ojalá que la Conmebol haga algo, aunque no creo que haga nada porque Brasil maneja todo. Adentro de la cancha ya nos dimos cuenta de todo. Zambrano con su arbitraje nos faltó el respeto. Este es un ciclo que comienza y que hay que apoyar. Estos chicos hicieron un sacrificio enorme. Merecen respeto. Argentina tiene material para seguir creciendo”, dijo Messi tras quedar eliminado en instancias definitorias, otra vez.
La suya fue una reacción patética, pues se olvidó de las patadas a mansalva de los volantes propios, desde los primeros minutos del partido – al menos dos argentinos debieron ser expulsados –, pero sobre todo se olvidó del fútbol.
Brasil jugó mejor, se trazó un objetivo y lo cumplió, desplegó más jerarquía durante los 90 minutos y cuando tuvo las posibilidades las aprovechó, sobre todo en el primer tanto que fue un golazo. Si la jugada que culminó con el 1-0, que surgió del talento veterano de Dani Alves, hubiese pertenecido al 10 barcelonés, los insufribles relatores, comentaristas y dizque periodistas de nuestro lado se hubiesen derretido en elogios, para martirio y ofensa sí, pero de nuestras pobres almas mortales.
Lionel Scaloni podría haber sido más digno y limitarse a felicitar a sus jugadores y explicar tan sólo que perdieron porque Brasil anotó dos veces y nosotros ninguno, tan simple todo como eso, tan simple como el propio fútbol.
Pero no, forma parte del circo; y qué podría haber dicho entonces más allá de las frases hechas de siempre y sobre todo en un mundo fútbol como el argentino, que está en manos de un verdadera banda de mejor perderlos que encontrarlos; sí en el resto del planeta sucede más o menos lo mismo. «Este grupo siente la camiseta como nadie…jugamos como una Selección grande, pero no se dio. Es todo mérito de los jugadores, no tienen que renunciar a la Selección…”. Bla, bla, bla.
Brasil jugó mejor y mereció ganar, también habló mejor. “Argentina fue un digno rival. Se puso un poco áspero al final, pero forma parte del juego», dijo Dani Alves, sin dudas el mejor de todos durante los 90 minutos.
A favor de Argentina debe admitirse que sí es cierto que esta vez la suerte no la acompañó. Pudo haber anotado en más de una oportunidad pero el arquero de ellos y la fortuna, también de ellos, y hasta un palo, jugaron en contra de los nuestros. Son cosas del fútbol y la sortija sale a veces para unos, a veces para otros.
Hace mucho tiempo que no le ganamos a Brasil en partidos decisivos, y ayer sucedió lo que era muy posible que sucediese, menos para aquellos que, charlatanes, consideran en Qatar y Venezuela son rivales de cuidado.
Y para el final. Sí Messi, tenés razón. La Conmebol, la FIFA, la AFA y la madre del borrego y vos y tus negociados son una mierda. Sólo se salva el fútbol, que no es juego para quejosos.
(*) Tania Molotova nació en Argentina, hija de militantes de izquierda. De muy niña vivió en Moscú. Estudió periodismo. Fue amiga y cómplice de poetas y bebedores, admite; y colaboró en publicaciones subterráneas. Como más o menos una vez afirmara ese enorme escritor inglés que fue John Berger, nuestra colaboradora sostiene: “mientras en el mundo sufra un solo pobre, ser de izquierda es una obligación moral”. Sus padres fueron asesinados por la mafia que tan impunemente actuó en la Rusia del ex presidente Boris Yeltsin. Ella regresó a su país natal. Dice, “escribo y escribo”. Vive con un librero anarquista. No tuvo hijos. Ama el fútbol y el boxeo.