“Iran made a very big mistake! (¡Irán cometió un gran error!), dijo este jueves Donald Trump a través de la red social twitter, en referencia al derribo de un dron de la Armada de Estados Unidos por parte de ese país persa. Es que si bien Teherán explicó que ataque fue en respuesta la violación en su espacio aéreo para tareas de vigilancia, el Pentágono alega que el aparato se encontraba en misión de reconocimiento sobre aguas internacionales.
Por Vicky Castiglia / Se trata de la segunda escalada en la tensión en una misma semana. Estados Unidos viene de acusar a Irán de perpetrar un ataque contra dos buques petroleros cerca del Estrecho de Ormuz. El argumento del ataque también fue utilizado estratégicamente por Washington para apuntar sus cañones contra Irán, aumentar la presencia militar en la zona e incluso plantear la posibilidad de una guerra en el marco del rompimiento del acuerdo nuclear que tiene en vilo a todo el tablero internacional.
Si en el caso de Venezuela el argumento a favor de la intervención militar es a favor de la democracia y en contra de la supuesta dictadura de Nicolás Maduro, en el caso de Irán la excusa es la amenaza nuclear y el supuesto apoyo de ese país a organizaciones terroristas, y el objetivo pareciera ser una inminente guerra. Pero, ¿qué tienen en común ambas naciones que desvelan a Estados Unidos? Son dos de los primeros cuatro países con mayores reservas mundiales de petróleo. Los otros dos, Arabia Saudita y Canadá, son aliados de Washington. En el marco de la disputa por la hegemonía global, con una guerra comercial de por medio y con la irrupción de China como actor protagonista, el control de la principal fuente de energía (por ende del transporte, por ende del comercio), no es un dato menor.
Para contextualizar, el Estrecho de Ormuz, donde los buques fueron supuestamente atacados por los Teherán, es una franja de 33 km en su punto más angosto y de 280 km de longitud y está custodiado por el país persa. Por allí transita entre el 30 y 35 % del petróleo mundial como también otros productos desde los puertos de Irak, Kuwait, Qatar, Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. Según una reciente nota publicada en el sitio Equilibrium Global, “el clima de tensión en la región es determinante en las variaciones cíclicas en el precio del petróleo a nivel global. Los últimos ataques registrados en el Golfo de Omán a dos buques petroleros –Front Altair y Kokuka Courageous- con cargamentos de hidrocarburos y Metanol que navegaban hacia Taiwán –Front Altair- y Singapur –Kokuka Courageous- están relacionados con capitales japoneses en el contexto de la visita del primer ministro japonés Shinzo Abe al líder supremo iraní Alí Jameneí. Las fuertes sospechas de sabotaje surgieron desde Teherán donde el presidente Hasán Rohaní consideró de vital importancia la seguridad en los estrechos luego de los anteriores incidentes que señalaron al estado persa como el gestor de los mismos”.
Tensión nuclear
El caso del ataque al dron y el del estrecho de Ormuz se dan en el marco de un conflicto que ha tenido en vilo en los últimos días al escenario internacional y que es el estado de situación que tiene lugar tras la salida en 2018 de Estados Unidos del Plan Acción Integral Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés), el acuerdo nuclear que en 2015 ese país había firmado con los otros miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidades (China, Rusia, Reino Unido, y Francia), Alemania e Irán. Allí este último se comprometió a limitar su programa nuclear a cambio de que le sean levantadas las sanciones de la ONU y de organismos multilaterales que ahogaban su economía.
La retirada de Trump del tratado incluyó además la reinstalación de las sanciones (tanto a Irán como a las empresas que allí inviertan sean del país que sean) y unas fuertes declaraciones por parte del Mandatario. “El régimen iraní es el principal Estado patrocinador del terror”, afirmó de EEUU por aquel entonces.
Los motivos de la salida del acuerdo alegados por EEUU eran que el tratado había permitido a Irán continuar enriqueciendo uranio, que éste no imponía «ningún límite» a las «siniestras» actividades iraníes en lugares como Siria y Yemen, que proveyó de fondos a Teherán para «apoyar el terrorismo» y «desestabilizar Oriente Medio», que provocaría una «guerra armamentista» en la región en caso de continuar en pie, que carecía de mecanismos adecuados para prevenir, detectar y castigar «fraudes» de la parte iraní, que no daba derecho a inspeccionar varios «lugares importantes», incluyendo instalaciones militares y que no cubría el programa de misiles balísticos iraní. Adicionalmente, según el sitio RT Trump había afirmado que contaba con «pruebas definitivas» y «concluyentes» provenientes de la Inteligencia israelí de que Irán buscaba activamente hacerse con armamento nuclear.
La salida del acuerdo no resultó una novedad. De hecho, había sido una de las promesas de campaña del magnate inmobiliario. Esta escalada en la tensión, se da en la misma semana en la que Mandatario lanzó oficialmente su campaña para la reelección de cara a las elecciones del año próximo. Pero no es sólo una estrategia al interior de Estados Unidos que la traza Trump. Las potencias que forman parte del Acuerdo quedaron en jaque y China también recibió un tiro por elevación: basta recordar la detención de Meng Wanzhou a fines de 2018. La vicepresidenta de Huawei fue detenida en Canadá acusada de fraude para violar las sanciones impuestas contra Irán, aunque desde Pekín leyeron este hecho como provocación por la guerra comercial.
Por su parte, Irán anunció que sus reservas de uranio enriquecido superarán a partir del 27 de junio el límite impuesto en el acuerdo, aumentando la tensión tras la retirada de Estados Unidos del pacto en 2018. Según anunció la agencia AFP, los países restantes del acuerdo se reunirán con Teherán al día siguiente, en un intento por mantenerlo dentro del pacto.
Cabe destacar que hasta el momento, Irán había respetado los límites del Acuerdo. Sin embargo, el contexto actual de fuertes tensiones entre Teherán y Washington cambió las condiciones con efectos muy negativos en la economía del país del golfo. “La presión ejercida debido a las sanciones impuesta por los EEUU luego de la salida del Plan Nuclear (PAIC) estrangulan la economía persa, los números negativos pronostican vientos de guerra en la política interna iraní: el PBI prevé que caerá en 2019 un 6 %; Inflación mayor al 40 %; Moneda devaluado al 30%; la imposibilidad de comercializar el petróleo –el cual representa el 80 % del ingreso de divisas extranjeras- debido a las amenazas que elevó Trump hacia los estados que tengan intenciones de negociar con Irán componen un puzle desalentador para la República persa y sus socios europeos en Bruselas-Berlín-Londres y París”, explica el sitio.
En este escenario, algo queda claro: Estados Unidos viene construyendo un relato con el objetivo de intentar justificar su avanzada contra Irán tal y como ha venido haciendo con Venezuela. Esta estrategia, que no es nueva (basta recordar el programa de las denominadas Guerra de Baja Intensidad llevada adelante por otras administraciones en ese país), se inserta en el marco de su disputa por la hegemonía mundial pero también como posicionamiento de política interior de cara a la próxima elección presidencial. En Florida, al lanzar su campaña el martes pasado, el magnate anunció que slogan de esta campaña será “keep America great!”, en sintonía con el recordado “make America great again”. En las próximas semanas, con encuestas de por medio, se verá hasta qué punto el Presidente es capaz de “mantener grande a América”.