Ese aparatito botón que manejan desde arriba unos cosos que atentan hasta en contra el limitado libre albedrío de los referís, fue y es el sueño eterno del teórico y operador de tanto genocidio, Henry Kissinger. Los moralistas, que le temen al goce de lo impensado. Apenas si de apostillas se tratan esta líneas que vaya a saber uno si dan para seguirla en los próximos días de este invierno que se aproxima, entre fríos que llegan del Plata o soplan del Oeste y pobrezas que hacen sufrir al alma, que es eterna y espera que tanto dolor acabe cuando la peste cambiemita sufra el escarmiento.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / El VAR empató anoche 1 a 1 con Paraguay, pero pudo ser al revés, no tiene importancia, escribí como borrador en las redes antes de acometer por aquí. Y acometo porque desde que Maradona se batió con los teutones en el ’86, bajo los gritos de guerra de un Azteca adverso que hinchaba por la contra, el fútbol de los argentinos poco hizo por sus glorias. Si, ya sé, Messi, el subcampeonato en Brasil y alguna otra menudencia, pero lo del astro del Barcelona y aquella irrupción mundialista pero anorgásmica da para otro cuento. Aquí sólo quería destacar algo que descubrí recién y deje en el tintero cuando me zambullí en la presente perorata. Aquí va.
El fútbol argentino ofrece poco en las canchas pero nos regala esta ocurrencia. El VAR es enemigo del tango, por consiguiente decididamente reaccionario, pues el fútbol juega entre las cuerdas de estos verso de Naranjo en Flor, de Virgilio Expósito y Homero Expósito (1944): Era más blanda que el agua / que el agua blanda, /era más fresca que el río, / naranjo en flor. /Y en esa calle de estío, / calle perdida, / dejó un pedazo de vida / y se marchó…Primero hay que saber sufrir, / después amar, después partir / y al fin andar sin pensamiento…/ Perfume de naranjo en flor, / promesas vanas de un amor / que se escaparon con el viento. / Después…¿Qué importa el después? / Toda mi vida es el ayer / que me detiene en el pasado, / eterna y vieja juventud / que me ha dejado acobardado / como un pájaro sin luz. / ¿Qué le habrán hecho mis manos? / ¿Qué le habrán hecho / para dejarme en el pecho tanto dolor? / Dolor de vieja arboleda, / canción de esquina / con un pedazo de vida, / naranjo en flor. Un tango freudiano que se alza contra la ideología de la previsión como seguridad de los poderosos.
Y decía entonces en la redes. Para bien o para mal, a los argentinos todos, nosotros o ellas, nos cuesta no opinar sobre fútbol, casi siempre más desde el pathos que desde el logos; por eso escribo: el “fulbo”, creo mis queridos y no tanto, tiene su magia planetaria en su infinita capacidad de error, pues tan poco es a lo que jugamos casi sólo con los pies, más impredecibles que nuestras manos, y tanto es entonces que nos provoca a equivocarnos.
La mirada esquiva, el engaño, que no otra cosa está impresa en corazón de la gambeta y el amague; los truques y los histriones con coros que braman, todos eso y más es también el “fulbo”.
Del ámbito de lo impensado, más o menos como lo escribió con maestría hace tanto Dante Panzeri, universo o planeta en el que habitan también los referís.
Los referís de ojo humano y a veces hasta con humana malicia; y sépase, desde este humilde tablón se me ocurre, que de malicia también y trampas están hecha la vida y el instante en que se va, o no. Y que a esa impureza suelen temerle con fervor los higienistas y moralizadores, tan peligrosos, que tanto temen lo imprevisto, lo feo, lo sucio, lo distinto.
Pero llegaron la TV, los contratos y negocios millonarios y los oropeles de tantos estrellatos. Se impuso la prédica que por años tuvo en el genocida Kissinger a uno de sus voceros. Colonizaron del espectáculo en FIFA, UEFA y en todas los letrajes sintéticos.
Ganó entonces un tal VAR, experto en conteos y rigores, de exactitudes que no existen, falsas verdades que encubren metafísicas de cotillón.
Ya cuando el reboleo de camiseta para liberar emociones se convirtió en infracción amarilla, comenzó a anunciarse lo que se aproximaba.
Sigamos viendo por TV o en las canchas a ese algo parecido a lo que fue el “fulbo”.
(*) Doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, donde también tiene a su cargo seminarios de posgrado sobre Intencionalidad Editorial (Un modelo teórico y práctico para la producción y el análisis de contenidos mediáticos); y la cátedra Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la maestría Comunicación y Criminología Mediática. Director del sitio AgePeBA.