Las consignas del anarquismo nacido en Europa repercutieron también en la Argentina, donde un grupo de mujeres feministas publicó un periódico, La voz de la mujer, entre 1896 y 1897. La Universidad Nacional de Quilmes reunió los números y los publicó en un libro que puede descargarse gratis desde la página de esa institución.
Por Mónica López Ocón (*) / “Cuando nosotras (despreciables e ignorantes mujeres) tomamos la iniciativa de publicar «La voz de la mujer», ya lo sospechábamos ¡oh modernos cangrejos! que vosotros recibiríais con vuestra macanística y acostumbrada filosofía nuestra iniciativa porque habéis de saber que nosotras las torpes mujeres también pensamos y ésta es producto del pensamiento; sabéis, también pensamos.”
“Apareció el primer número de “La voz de la mujer”, y claro ¡allí fue Troya!, “nosotras no somos dignas de tanto, ¡ca! no señor”, “emanciparse la mujer”, “¿para qué?” “¿qué emancipación femenina ni que ocho rábanos? “¡venga la nuestra primero!”, y luego, cuando ‘nosotros los hombres’ estemos emancipados y seamos libres, allá veremos.”
Estas encendidas palabras corresponden a La voz de la Mujer, periódico “comunista anárquico” publicado entre 1896 1897 en la Argentina. Su aparición coincide con el surgimiento del Partido Socialista, el primero que incluyó en su plataforma la reivindicación del voto femenino.
En un país donde los testimonios del pasado no siempre se resguardan, resulta doblemente meritorio que la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) haya reunido sus números y los haya reunido en un libro por primera vez en 1997 y lo haya reeditado en este momento en que la lucha por los derechos de la mujer avanza con una fuerza incontenible. Pero, además de preservar la memoria del feminismo anarquista, la UNQ ha puesto este material a disposición de todos, ya que se puede descargar gratis desde su propia página.
En total La Voz de la Mujer publicó 9 números, de los cuales el 6 no se pudo encontrar. El material reunido está precedido por un prólogo de Dora Barrancos, una nota de María del Carmen Feijoó y una presentación de Maxine Molyneux.
“Entre las filas libertarias –informa Barrancos en el prólogo-, la cuestión de la mujer tuvo un singular empinamiento, resultó un orden fundamental para la demolición del orden social burgués y la extinción de la potestad eclesiástica. Las luchas reivindicativas de las mujeres para conquistar derechos y emancipación gozaban de expresiva ampliación a fines del siglo XIX, momento en que además se acuñó el término “feminismo” gracias a la destacada actuación de la francesa Hubertine Auclet. Pero para el anarquismo, desde luego para las anarquistas, la procura de derechos formales resultaba una contradicción en sus términos dada la piedra angular de la antilegalidad de su ideario.” Sin embargo, no hay dudas de que lucharon por conquistar un mayor protagonismo social y doméstico y por el derecho a decidir sobre el embarazo.
Cuando aparece el periódico, el anarquismo llevaba en la Argentina medio siglo de lucha. Aunque sus orígenes son europeos, las olas inmigratorias lo trajeron al país, donde encontró un terreno fértil para florecer y adquirir un sesgo propio. El nacimiento de La Voz de la Mujer se inscribe en la historia misma del anarquismo, ya que la edición fue una de las actividades más frecuentes para difundir sus ideas.
No hay información clara sobre quiénes integraron La voz de la Mujer. Si al principio aparece la figura de Josefa Calvo como responsable del periódico, no se pudo identificar a A. Barcla. Muchas firmaban con seudónimo y otras con su propio nombre, pero el tiempo volvió difusa la identidad de esas mujeres que, como lo señala Maxine Molyneux, escribían para mujeres. “Las redactoras –explica- surgieron de las grandes comunidades española e italiana, y se identificaban a sí mismas con las mujeres de la clase trabajadora.” De cada edición se imprimieron entre 1.000 y 2.000 ejemplares, lo cual era una cifra alta para un periódico anarquista y para la cantidad de habitantes que había en ese momento.
Recorrer las páginas de La Voz de la Mujer significa darse un saludable chapuzón en la historia. En ellas es posible reconocer que lucha por la igualdad que hoy alcanza un alto grado de efervescencia, es de larga data, que ha nacido de una semilla sembrada hace más de un siglo. Y que el reclamo femenino por el derecho a decidir sobre el cuerpo propio tiene detrás toda una historia. Ellas reclamaban el derecho al amor libre y al control del embarazo como hoy se reclama el derecho al aborto legal y gratuito realizado en condiciones que no pongan en riesgo la vida de las mujeres.
(*) Tomado del sitio Tiempo Argentino.