Mucho antes de Virus y Patricio Rey y sus redonditos de ricota, la ciudad de La Plata tuvo sus bandas de rock, muchas de ellas ya transformadas en mito, como La Cofradía de la Flor Solar o Dulcemembriyo, nacidas del estudiantado universitario en tiempos de ebullición política.
Por Osvaldo Drozd (*) / La ciudad de La Plata resulta un conglomerado urbano bastante singular y paradigmático. El hecho de haber sido construida para fines específicos con un trazado geométrico hecho de antemano en un lugar demasiado cercano a la capital argentina ya de por sí genera un cierto mito de origen.
La denominada “Ciudad de las diagonales” está compuesta fundamentalmente por sectores medios en algunos casos bastante conservadores. El hecho de contar con una de las universidades más importantes del país hizo que se dé una masiva llegada de estudiantes provenientes de otros lugares. Esto sumado a las poblaciones obreras de Berisso y Ensenada ubicadas en la rivera le dieron un tinte diferencial y no resulta ocioso remarcar que durante la última dictadura cívico militar (1976- 1983) hubo en esta región cerca de 5 mil desaparecidos.
Una determinada configuración social y urbana generó una cierta pequeño burguesía ilustrada que durante los años sesenta, años de cambios radicales, produjo cierta masividad crítica que iría a tener expresión en diferentes actividades tanto sociales como culturales. Una expresión por aquel tiempo contracultural como el rock iría a generar en La Plata una escena bastante peculiar que no está casi documentada. La irrupción masiva en los 80 de bandas provenientes de esta ciudad, como Virus y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, hizo que se escribieran historiografías parciales en búsqueda de las raíces de dichas agrupaciones pero obviando el marco general. Mucho más si se tiene en cuenta que el rock platense no era sólo música sino un abanico de expresiones estéticas de la cual era parte.
El rock en la Argentina tuvo lugares geográficos bastante precisos donde se desarrolló. La ciudad de Buenos Aires fue el lugar central. Los medios masivos estaban ahí. Arribaban por entonces diferentes grupos provenientes de otros sitios para probar fortuna y poder grabar algún disco. Los Gatos, por ejemplo, llegaron desde Rosario e irían a ser conocidos por el tema La balsa. En la actualidad cualquier grupo musical puede realizar grabaciones de su producción e incluso difundirlas por internet. Por aquel entonces la única posibilidad de grabar se daba si un sello discográfico aceptaba la propuesta del grupo y sin disco oficial esa música no podía ser difundida por la radio. Los grupos musicales de tipo underground, aunque tuvieran producciones de gran calidad, resultaba extremadamente difícil que fueran conocidos masivamente.
Para finales de los ’60 principio de los ’70 en La Plata se daba un movimiento bastante peculiar en el que surgían diferentes grupos que irían a tener trascendencia en tiempos posteriores.
Tras haber ganado -a fines del 66- el centro de estudiantes de la por entonces Escuela Superior (hoy Facultad) de Bellas Artes, la agrupación de tendencia anarquista triunfante comenzaría a ser perseguida por las autoridades del establecimiento, que habían sido puestas a partir del golpe militar de 1966. Ante esta situación un grupo de estos estudiantes decidió abandonar los estudios y tomar una casa vieja para establecer una comunidad de artistas y artesanos de tipo hippie. Muchos de sus integrantes eran provenientes del interior del país, de Entre Ríos, Corrientes, sobre todo, aunque también hubo unos cuantos platenses.
Si bien algunos de ellos irían a conformar la banda de rock que llevaría el mismo nombre, la Cofradía de la flor solar fue principalmente una comunidad que, para ese entonces intentaría unir la vida a un concepto estético imbuido de una ética que propiciaba otro tipo de relación entre humanos, como forma de cambiar el mundo.
La formación estrictamente musical estaba constituida por Kubero Díaz, Morcy Requena, Manija Paz, Néstor Paúl y más adelante el violinista Jorge Pinchevsky, Quique Gornatti, y los ex integrantes de Diplodocum, Red & Brown.
Actuarían en el primer BA ROCK de 1970, festival de la música progresiva nacional organizado por la Revista Pelo, y en 1971 grabarían bajo la producción de Billy Bond, su disco larga duración para el sello Microfón.
La música de la Cofradía fue principalmente rock psicodélico con letras de alto vuelo poético. De esta comunidad surgirían otros grupos como Sol (integrado por Gornatti e Isa Portugheis), así como las bases del futuro y mítico Patricio Rey. Tras su disolución como banda la mayoría de ellos irían a formar parte de la Pesada del rock de Billy Bond. Para esa época Kubero y Pinchevsky grabarían sus respectivos álbumes acompañados por la Pesada.
A partir de 1972 el acoso de la policía hacia los cofrades se hizo casi insostenible y terminaron dispersándose. Con la vuelta de la democracia en el 73 tuvieron algún respiro, pero ya en el año 1975 cuando se avecinaba un nuevo golpe de estado, la mayoría de ellos se exilió en Europa.
Tras haber pasado los años 67/ 68 en Europa, los hermanos Guillermo, Daniel y Eduardo “Skay” Beilinson regresaban a la ciudad de La Plata. Hijos de una familia económicamente acomodada de la ciudad, los jóvenes Beilinson habían pasado por París habiendo sido parte de algunas revueltas en el Barrio Latino, propias a la efervescencia del Mayo francés. Luego fueron a Londres donde conocieron bastante de la movida psicodélica, habiendo tenido el privilegio de ver nada menos que a Jimi Hendrix en vivo. Regresaron a la Argentina con una cantidad de discos inconseguibles por estos lados y un amplificador Marshall que, para ese entonces, era un verdadero lujo, pero fundamentalmente con una gran cantidad de ideas para llevar adelante.
A la vuelta conformarían la banda Diplodocum, Red & Brown, de la cual fueran parte además de Skay (en bajo) y Guillermo (en voz), el Topo D´Aloisio en guitarra, Bernardo Rubaja en teclados e Isa Portugheis en batería. La música que iría a realizar esta banda iba a ser estrictamente psicodélica, con gran cantidad de elementos audiovisuales y vale destacar que ellos serían asiduos concurrentes al Instituto Di Tella, que sería por ese entonces el epicentro porteño de toda la movida psicodélica, el happening y el Pop- Art.
Por aquellas épocas los Diplodocum aún componían temas con letras en inglés, habiendo alcanzado a grabar un disco simple con los temas Blues del hombre de la cara azul, y Blind Sex.
En 1969 se iban a encontrar en el viejo Teatro Opera de la calle 58 entre 11 y 12, con la Cofradía de la Flor Solar. En esa noche del Opera, Skay conocería a Poli Castro, futura manager de Patricio Rey y los Redonditos de Ricota, y al Mono Cohen, Rocambole, artista plástico destacado que sería el ilustrador de las tapas de los Redondos.
Hacia 1967 surgía una banda integrada por algunos estudiantes del Colegio Nacional que tomaría el nombre de Dulcemembriyo. Estaba integrada por Federico Moura en bajo y coros, Luis María Canosa como vocalista, Daniel Sbarra, Pinfo Garriga y Diego Rodríguez. Algunos especialistas, sostienen que esta banda debido a la presencia de Moura y Sbarra, se convertiría en el antecedente directo de la agrupación que en los ochenta se llamaría Virus.
El Dulce realizaba covers de los Who, los Stones, Steppenwolf y Black Sabath, además de la irónica versión de un tema de Palito Ortega, figura emblemática de la música complaciente de entonces, como también algunas composiciones propias de las cuales algunas letras fueron escritas por Carlos “Indio” Solari, futuro cantante de los Redondos.
Se presentarían en 1969 en un concurso realizado por la Revista Pinap, con escasa suerte, y tras una gira por Bolivia en 1972 se disolverían y cada uno de ellos emigraría al exterior. En el caso de Federico, para ese entonces estudiante de Arquitectura, su destino fue partir como hippie en barco hacia Londres.
En 1973, estando el legendario Miguel Abuelo en Pari,s fue descubierto por un extraño productor israelí radicado en Paris llamado Moshe Naim, poseedor de una gran fortuna económica, que se encargaba de promocionar el arte.
Naim quedaría maravillado por el talento musical de Abuelo y se puso a su disposición para financiarle un disco. El argentino convocaría al guitarrista platense Daniel Sbarra quien también estaba viviendo en Europa, y decidieron la conformación de la banda que llevó el nombre de Nada, la cual se iría a conformar junto al baterista Diego Rodríguez y el bajista Pinfo Garriga, quienes junto a Sbarra habían sido parte en La Plata, de Dulcemembriyo junto a Federico Moura y Luis María Canosa. La agrupación se completaría con Juan Dalera en quena y Carlos Beyris en violonchelo.
El álbum que grabarían se transformaría en una verdadera obra de rock progresivo, que durante muchos años se convertiría en un verdadero enigma para los argentinos ya que sólo existían por acá, muy pocos discos de vinilo, que poseían algunos coleccionistas. Si uno quisiera encontrar influencias en la banda, tendría que hablar desde Deep Purple hasta Jethro Tull, pasando por Van Der Graaf Generator y el folk electroacústico con la lírica de Miguel Abuelo.
La banda se presentaría en distintos conciertos en la costa mediterránea, con una muy buena repercusión en la prensa francesa, quien encontraba en la agrupación sudamericana un estilo bastante exótico pero comparable al hard rock inglés.
Pero Nada no duró mucho y se disolvería, dejando escrita una de esas grandes historias míticas del rock argentino.
(*) Tomado del sitio Socompa.