Una vez más, el poeta, académico de la UBA y notable crítico cultural descarga su furia injuriosa – ¿quevediana, borgiana? – contra la caterva de injustos e injusticias mal paridas que nos abate en forma cotidiana, como para que el en la Rosada se metan a los romeos y a las julietas en el mismísimo culo. Con ustedes Guillermo Saavedra, quien tal cual un Pichuco (procaz), nunca se fue, siempre está volviendo.
Son los canas de siempre, son la yuta:
ese caldo vencido en la pobreza
que jamás se cocina con grandeza
y que ofrece coartada al hijo ‘e puta.
Pero el denso frangollo corrompido
desde siempre en la cloaca del sistema
hoy se ceba en su práctica de enema
con la venia de turros malparidos.
Hoy la cana es más gorra y más taquera
porque un combo de loca marca Pato
y un boludo al que todos llaman Gato
les abrió con vehemencia la tranquera.
Hoy la cana es más mierda y es más dura:
palo y gas… y se afanan la verdura.