“La derecha y las grandes compañías transnacionales, junto a los medios hegemónicos de comunicación a su servicio, con la mentira como bandera, toman la palabra “democracia” para violar su esencia, violentar las normas constitucionales y el derecho internacional, atentar contra la voluntad popular y destruir todo lo que los pueblos y sus líderes construyeron para mejorar la vida de cada uno de los/as ciudadanos/as”, advirtió la Unidad Académica en un comunicado.
Desde la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP manifestamos nuestro repudio al intento de golpe de Estado contra la democracia de la República Bolivariana de Venezuela.
El diálogo, el respeto a las normas de la democracia y a la voluntad popular son los pilares fundamentales para que los pueblos resuelvan sus conflictos, garanticen el ejercicio de sus derechos y construyan la paz anhelada.
Aunque los medios hegemónicos de comunicación se esfuercen por ocultarlo, el presidente Nicolás Maduro fue electo por la voluntad popular de la mayoría de los venezolanos en un proceso electoral que contó con la transparencia y las garantías correspondientes. La gran cantidad de veedores internacionales que participaron de ese proceso dieron fe de ello.
El 18 de mayo de 2018 votaron al presidente Maduro más de 6.000.000 de electores, en elecciones adelantadas por pedido de la propia oposición , a las que el gobierno accedió en el marco del diálogo iniciado el año pasado. A dicha elección se presentaron seis candidatos por la oposición, lo que da por tierra con la falacia de que no hay pluralidad en Venezuela. Ninguno de esos candidatos cuestionó el proceso electoral.
Quien se presenta como un autodesignado “presidente a cargo” fue electo para la Asamblea Nacional en esa misma elección, por lo que sus pergaminos democráticos (para el cargo de diputado, no de presidente de la República) son los mismos que los del presidente legal y legítimo Nicolás Maduro.
En complicidad con los poderes que ansían apropiarse de los recursos naturales de Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo, los medios hegemónicos de comunicación (principal arma de la derecha para agredir a los gobiernos populares) construyen un discurso ficcional con el único fin de destruir la democracia venezolana y atentar contra la voluntad de millones de ciudadanos/as que se expresaron libremente en las urnas.
Rechazamos, también, la actitud del gobierno de Estados Unidos –cuyo vicepresidente hizo un llamamiento público por TV en apoyo de las actividades golpistas- y sus socios del autodenominado Grupo de Lima que, violando el derecho internacional y el principio de no injerencia en los asuntos internos de otros países, pretende desconocer la voluntad del pueblo venezolano e imponerles un gobierno a imagen y semejanza de los intereses del capital global concentrado. Al mismo tiempo, repudiamos el posicionamiento abiertamente antidemocrático del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, quien se ha pronunciado abiertamente contra los poderes democráticos legítimamente constituidos en Venezuela.
Celebramos que otros países latinoamericanos –específicamente Uruguay, Bolivia, Cuba y México-, haciendo gala de las tradiciones anti-intervencionistas y de respeto a los procesos democráticos de cada pueblo, hayan reconocido y apoyen el gobierno legal y legítimo en Venezuela. Lamentamos y repudiamos que el gobierno argentino se haya sumado al coro de los que promueven el golpe antidemocrático en ese país, interviniendo y añadiendo zozobra y violencia a un pueblo hermano.
La derecha y las grandes compañías transnacionales, junto a los medios hegemónicos de comunicación a su servicio, con la mentira como bandera, toman la palabra “democracia” para violar su esencia, violentar las normas constitucionales y el derecho internacional, atentar contra la voluntad popular y destruir todo lo que los pueblos y sus líderes construyeron para mejorar la vida de cada uno de los/as ciudadanos/as. Una larga lista de golpes de Estado promovidos desde la mentira y el odio por los actores que hoy están atacando a Venezuela y a su pueblo han interrumpido procesos democráticos y ensangrentado a los pueblos de nuestra América Latina.
Venezuela tiene derecho a vivir en paz. Su pueblo se manifestó en las urnas. Maduro es su presidente legal y legítimo, las instituciones democráticas venezolana funcionan mejor que en muchos de aquellos países que la señalan con el dedo y ningún oscuro interés externo tiene derecho a intentar torcer la voluntad del pueblo venezolano.