Según reacciones confiables de última hora en las llamadas redes sociales, “quien está en Miraflores y ejerce la Presidencia de la República es Nicolás Maduro, el autoproclamado (se auto – nombró) presidente interino, Juan Guaidó, se encuentra refugiado en una embajada, es decir, en territorio extranjero”. Se señala que “Guaidó no tiene control de las F.F.A.A. -para Venezuela Fuerza Armada Nacional Bolivariana- y ya el alto mando militar reiteró lealtad a Maduro”. Además, se informó que Guaidó “en este momento sería el presidente de dos poderes públicos, lo cual es una usurpación y viola la misma independencia de poderes que la oposición simula defender, al margen de toda legalidad” y que “la usurpación de funciones está tipificado como un delito en la constitución, y en consecuencia la justicia venezolana actuará”.
El presidente Mauricio Macri se sumó a los países que reconocieron al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como “presidente encargado” del país. Lo hizo siguiendo la línea que marcó Estados Unidos y no fue el único: también se inscribieron en esa línea la OEA y los gobiernos de Chile, Brasil, Paraguay y otros. A Guaidó lo apoyaron 11 de los 14 países que conforman el Grupo de Lima.
En tanto, también en Argentina, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa, se sumaron a la iniciativa. “Mi reconocimiento al nuevo Presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó. Celebro la fuerza y la valentía del pueblo venezolano de alzarse en nombre de la libertad contra la dictadura de Maduro”, lanzó el gobernador de Salta a través de Twitter, mientras que el ex intendente de Tigre señaló: El mundo le da la espalda a la dictadura de Maduro y empiezan a soplar vientos de libertad”.
La posición de Macri no debería sorprender, si se tiene en cuenta que hace poco, junto a Jair Bolsonaro, Macri se mostró como el más duro de los dos contra Venezuela: “Maduro es un dictador que pretende perpetuarse en el poder con elecciones falsas”, lanzó.
La posición de la Argentina ante la autoproclamación de Guaidó no se hizo esperar. Llegó poco después que la de Estados Unidos: “El Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, asumió las funciones de Presidente Encargado de Venezuela, de conformidad con la Constitución venezolana. El Gobierno de la República Argentina reconoce al Diputado Juan Guaidó como Presidente Encargado de Venezuela”, afirma el comunicado de Cancillería. “La Argentina continuará apoyando para el restablecimiento de la democracia, el pleno respeto de los derechos humanos en ese país hermano y la recuperación de las condiciones de vida dignas para el pueblo venezolano”, concluye.
Luego Macri sumó en Twitter: “Quiero expresar mi apoyo a la decisión del Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, reconociéndolo como Presidente Encargado de ese país”, insistió. “Confiamos, como los demás países del Grupo de Lima, que la decisión de la Asamblea y de su presidente conduzca al restablecimiento de la democracia a través de elecciones libres y transparentes, con plena vigencia de la Constitución y la participación de líderes de la oposición”, remarcó Macri.
Por supuesto, el gobierno argentino no fue el único que siguió el llamado de Estados Unidos a reconocer al “presidente encargado” de Venezuela, según publicó Página12. Se sumaron los mandatarios de Brasil, Jair Bolsonaro; Colombia, Iván Duque; Costa Rica, Carlos Alvarado; Ecuador, Lenín Moreno, y la vicepresidenta de Perú, Mercedes Aráoz; el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y el de Paraguay, Mario Abdo.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, sostuvo: “Nuestras felicitaciones a Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Tiene todo nuestro reconocimiento para impulsar el retorno del país a la democracia”.
Hacia la noche, el Grupo de Lima emitió un comunicado conjunto de los “gobiernos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú” (no incluyó a México, ni a otros dos de los 14 países). Indicó que “reconocen y expresan su pleno respaldo al Presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó quien ha asumido en la fecha como Presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela, en atención a las normas constitucionales y ante la ilegitimidad del régimen de Nicolás Maduro”. También señalaron que “apoyan el inicio del proceso de transición democrática en Venezuela en el marco de su Constitución” y que “condenan los actos de violencia ocurridos”
Este miércoles Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino de Venezuela. Lo hizo desde una tarima ante su base social movilizada en Caracas. De esta manera aseguró que conducirá los hilos de un gobierno transicional quien hasta el 5 de enero era desconocido, y asumió la presidencia de la Asamblea Nacional por la casualidad de rotación de partidos.
Llegó el tuit esperado a los pocos minutos de conocido el hecho: Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, anunció que reconocía a Guaidó como legítimo presidente. Siguieron quienes se sabía que lo harían: Iván Duque y Jair Bolsonaro. Se completó así la secuencia programada, el punto de no retorno. A partir de ahora el conflicto ha entrado en una nueva etapa peligrosa: el plan anunciado por parte de la derecha, dirigido desde fuera, solamente puede concretarse mediante una profundización de la violencia.
Según una nota publicada este jueves en Página12, el anuncio era esperado. En efecto el día anterior el vicepresidente norteamericano, Mike Pence, había grabado un video llamando a la movilización de este 23 y dando la bendición a Guaidó. Marco Rubio, diputado republicano, en cruzada contra Cuba y Venezuela, había por su parte mandado tuit con amenazas a Nicolás Maduro: “No empieces una pelea con alguien que ha demostrado que tomará acciones más allá de lo que nadie pensó posible”.
De esta manera quedó declarado el Golpe de Estado. La pregunta es: ¿cómo harán para materializarlo, es decir quitar por la fuerza a Nicolás Maduro? Una cosa es anunciar y otra es construir una correlación de fuerzas suficiente.
En ese marco las miradas están puestas sobre algunas variables centrales. En primer lugar, cómo evolucionará el frente exterior. Ya la Asamblea Nacional ha enviado a la Organización de Estado Americanos como representante del “nuevo gobierno”, y se espera que los Estados Unidos anuncien nuevas medidas para traducir en hechos concretos el reconocimiento a Guaidó.
En segundo lugar, la calle. Este 23 la derecha demostró haber recuperado capacidad de movilización, algo que no lograba desde agosto del 2017. Esa es la dimensión pública de las acciones de calle, retransmitidas internacionalmente. Junto a eso existen las acciones violentas cometidas desde las tardes hasta entrada la madrugada, como lo sucedido el lunes, martes, y este mismo miércoles.
Esta última dimensión es central: los actos son presentados comunicacionalmente como espontáneos, cuando se trata de acciones programadas, activadas por grupos armados –malandros con sueldo– para desatar acciones de incendio, asedio, intentar sumar a vecinos de las zonas populares, generar una sensación de acorralamiento al chavismo y poder a la derecha. Irá en ascenso, con la probable activación de fuerzas paramilitares con escalones más elevados que los presentados en el 2017 –donde llegaron a asaltar cuarteles militares–. Habrá más muertos, es parte del plan golpista.
El chavismo se encuentra ante la pregunta de cómo enfrentar esa avanzada nacional e internacional, que busca quebrar la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb), promover zonas de conflicto en la frontera para justificar acciones de fuerza –el factor Colombia resulta central–, colapsar la economía, y empujar a la población a enfrentamientos civiles.
El primer paso fue el de movilizar este 23 de enero para demostrar que el chavismo no ha perdido su capacidad callejera. En ese mismo movimiento evidenció la unidad que se ha logrado mantener, que resulta clave en estas circunstancias. “No aceptamos un presidente impuesto a la sombra de oscuros intereses ni autoproclamado al margen de la ley. La Fanb defiende nuestra Constitución y es garante de la soberanía nacional”, escribió Vladimir Padrino López, Ministro de Defensa.
En cuanto a las respuestas diplomáticas se ha dado la que se podía prever: el gobierno rompió relaciones con Estados Unidos, y Rusia declaró nuevamente su reconocimiento a Nicolás Maduro como presidente. El conflicto venezolano es geopolítico.
Junto a eso existe la necesidad de no caer en las provocaciones de la derecha que, a diferencia del año 2017, ha comenzado a llevar el conflicto a los barrios populares desde el inicio de la escalada. Se espera un despliegue de violencia que irá tocando diferentes puntos del territorio, un asedio armado a pueblos, barriadas, presentado como pacífico, trabajado con gran poder de rumores a través de las redes sociales.
En cuanto a la Asamblea Nacional existe la pregunta de qué hacer. Ha sido declarada en ilegalidad por el Tribunal Supremo de Justicia, pero ¿cómo actuar ante la declaración del gobierno paralelo que es una declaración de guerra? Disolverla y llamar a nuevas elecciones sería seguramente apagar un incendio con gasolina, pero, ¿dejarla actuar y avanzar en su plan de Golpe de Estado es una opción? Las respuestas son complejas, contemplan múltiples factores a la vez, un filo peligroso.
Venezuela ha entrado en una fase que no parece tener punto de retorno. El plan anunciado por Guaidó, dirigido desde los Estados Unidos, solo puede materializarse a través de la violencia. Buscan las vías, los actores. En cuanto a los tiempos están acelerados, la derecha no parece en condición de mantener un conflicto de estas características por un tiempo prolongado a nivel nacional. El 2017 ha demostrado que la violencia prolongada puede perder legitimidad y aislar al golpismo.
Todo tipo de acontecimientos pueden desarrollarse a partir de este momento, desde las más pequeñas como un incendio hasta un hecho de alto impacto que sirva de catalizador. En cualquier momento. Es su tercer asalto violento en cinco años y piensan poder imponerse. Tiene un peso internacional determinante en este caso, y tienen también a su favor el desgaste producido por el cuadro económico. En su contra está el chavismo, un movimiento una y otra vez subestimado, que ha demostrado inteligencia y capacidad de maniobra democrática en escenarios que parecían perdidos.