La segunda vez fue con el reciente y repudiable fallo del poder judicial de Mar del Plata que argumentó que Lucía murió por drogarse y, en el caso de Xiomara, fue a través del discurso del aparato hegemónico comunicacional que dijo que “se le bajó el precio a su muerte” porque su familia mantenía supuestas relaciones con el narcotráfico.
Por Vicky Castiglia / El mensaje de los poderes judicial y mediático es responsabilizar de sus propias muertes a las mismas jóvenes. Como si fumar marihuana, mantener relaciones sexuales, o nacer en una familia y no en otra, explicaran ¡y justificaran! las razones de las muertes de las mujeres. Machismo y patriarcado en estado puro.
Lucía Pérez murió en octubre de 2016 en el hospital de Playa Serena. La Justicia acaba de fallar: sostuvo que no hubo femicidio, que hubo un “encuentro voluntario con un hombre mayor” en un entorno de consumo de drogas que derivó en su muerte.
El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Mar del Plata, integrado por hombres, refirió que «la acusación no ha podido probar que la adolescente fuera abusada sexualmente en un contexto de violencia de género por la cosificación de la mujer» y condenó a ocho años de prisión a los acusados Matías Farías y Juan Pablo Offidani por venta de estupefacientes.
Basta con leer algunos de los argumentos del fallo para dar cuenta que la Justicia machista culpa a la joven de su propia muerte, como por ejemplo: “¿Era Lucía una adolescente que podía ser fácilmente sometida a mantener relaciones sexuales sin su consentimiento? La Dra. Solari –aclarando que no estaba en su ánimo juzgar su vida sexual – señaló que Lucía era de tener relaciones con hombres a los que apenas conocía pero que eso ocurría por propia elección y cuando ella lo quería”.
En los argumentos, los jueces se ocuparon de tratar de reforzaron la idea de que la joven de solo 16 años “tenía una personalidad que distaba mucho de ser sumisa”, y además, sacaron conclusiones acerca de que no existió tal abuso sexual a través de los mensajes de Whatsapp que se enviaba con sus amigos. “De las conversaciones mencionadas (chats) surge claramente que Lucía tenía relaciones sexuales con quien y cuando quería”, indica el extracto del fallo que fue publicado en InfoCielo.
“Lucía tenía la capacidad suficiente como para decir no a los avances o propuestas que le habrían formulado sujetos a los que le había comprado droga”, volvieron a remarcar los tres jueces varones, Facundo Gómez Urso, Aldo Carnevale y Pablo Viñas.Tal como lo hiciera la Dra. Solari no está en el ánimo del suscripto juzgar la vida sexual de Lucía, pero de los chats analizados surge claramente que sus vivencias en ese sentido alejan por completo la posibilidad de que hubiera sido sometida sin su voluntad”, concluyeron.
Frente a este fallo repudiable, con claridad, la reconocida abogada Graciana Peñafort dijo en su cuenta de Twitter: “no sé cuanta libertad puede tener una piba de 16 años con un problema de adicción para dar su consentimiento a una relación sexual. Las chicas de 16 años pueden parecer mujeres pero aún están en tránsito a la adultez. Las chicas de 16 años no mueren teniendo relaciones sexuales”, señaló.
“La mamá, el papá y los hermanos y los amigos de las chicas de 16 años no deberían pasar por la segunda muerte de su hija, o su hermana o su amiga, expuesta al escarnio inescrupuloso de los medios. Las chicas de 16 años no deberían morir”, expresó la letrada y agregó: “cuando muere una chica de 16 años, es porque todos, como sociedad fallamos en protegerlas. Las chicas de 16 años que mueren merecen Justicia y también merecen Respeto.”
Cabe recordar que la muerte de Lucía derivó en el primer paro nacional de mujeres en 2016. Esta semana, desde el Colectivo Ni Una Menos, una vez conocida la sentencia, señalaron: “A Lucía Perez la mataron dos veces. La primera vez, los ejecutores directos; la segunda, quienes los absolvieron y así negaron que dos adultos que suministran cocaína para someter a una adolescente, son responsables de abuso y femicidio. Quieren decirnos que su vida no cuenta, que las relaciones de poder que son la base de la violencia machista no existen, que el enorme movimiento feminista que llevó su sonrisa como bandera de lucha a todos los rincones del país tiene que callarse. No lo vamos a hacer, nosotres no perdonamos, no olvidamos, no nos reconciliamos. Fue femicidio”.
El caso de Xiomara Naomi Méndez Morales fue relativamente similar al Caso Candela, el de la nena secuestrada en 2011 que por semanas tuvo en vilo a la sociedad argentina. En ambos casos los grandes medios de comunicación se hicieron eco del secuestro de una menor pero hubo un giro discursivo cuando salieron a la luz supuestas vinculaciones de sus respectivas familias con el mundo del narcotráfico.
Méndez Morales fue secuestrada a la salida de su colegio en Flores y su cuerpo sin vida fue hallado dentro de un auto algunas horas después. Fue asesinada. «Asfixia mecánica por compresión cervical» indicó la autopsia preliminar. Por el momento hay dos detenidos: Luis Fernández (40) y Bruno Cortez (36).
Luego de la aparición del cuerpo de la menor, la cobertura mediática se enfocó en la familia y sus supuestos vínculos con el narcotráfico. Allanamientos en la casa, hallazgos de cocaína, hipótesis sobre venganzas y ajustes de cuentas. Que conocía a sus captores, que se trató de un ajuste de cuentas, que por eso la mataron. Frases de ese calibre se escucharon en distintos canales de noticias. Un periodista de C5N incluso llegó a decir: “Se le baja el precio de la muerte de la nena por la familia”. Como si la muerte tuviera un precio. O peor aún: como si la vida lo tuviera.
“¿Vos a quien le pedís droga? A quien sabes que la puede tener”, dijo José Palleta, el investigador invitado al piso de ese mismo canal para hablar del caso. Y agregó: “No nos olvidemos que esta gente proviene de la villa 1-11-14. Si la chica reconoció a sus captores, la tenían que matar, porque iba a hablar”, sus captores iban a ser detenidos de todas maneras”. “La tenían que matar”.
En la tesis de grado “La otra instrucción, un análisis de la construcción mediática del Caso Candela”, junto a la licenciada Clara Vernet abordamos el tratamiento mediático sobre el secuestro, la muerte y la posterior investigación de Candela Sol Rodríguez, la menor de 11 años asesinada en 2011. La investigación se realizó a través del marco teórico metodológico que plantea el modelo Intencionalidad Editorial para analizar al periodismo y el corpus de análisis estuvo enfocado en la cobertura que realizó el canal de noticias C5N. Se trató de identificar cómo opera el aparato ideológico a través de los medios concentrados en la construcción de un relato que pretende plantearse como objetivo y universal pero que no lo es. Allí se demostró, entre otras cuestiones, cómo operan los medios de comunicación en relación con un hecho policial y su respectiva investigación judicial. Cómo se construye, además de un expediente judicial, un expediente mediático. Y se concluyeron tres hallazgos:
1- Que el expediente mediático recorta el judicial conforme a la parcialidad del medio, es decir, a su toma de posición que pretende plantear como objetiva.
2- Que el expediente mediático distorsiona al judicial dándole a ciertos elementos un valor y significación que no tienen, en favor de su interés discursivo.
3- Que el expediente mediático valida el expediente judicial, brindándole una validación política que refuerza sin cuestionar lo que las fuentes de la investigación informan y argumentan.
El punto aquí, es la relación entre los medios de comunicación y el poder judicial en la construcción de discursos punitivistas, y, me atrevo a agregar: patriarcales. No sólo hay una criminalización de ciertos sectores de la sociedad, que representan lo que está mal, el “ellos”, que Zaffaroni refiere en sus conferencias sobre criminología mediática y que se construyen a través de los medios de comunicación (en especial la televisión). Sino que también pareciera que se agrega una nueva categoría a criminalizar por parte del poder: la de ser mujer. El fallo judicial por el caso de Lucía Pérez y el tratamiento mediático respecto al asesinato de Xiomara son sólo dos ejemplos.