También primo segundo del amante de la princesa Diana, Dodi Fayed. Las vacilaciones de Trump, el interés manifestado por las principales figuras del elenco político de la Unión Europea. Toda una trama de servicio que en cualquier momento Netflix puede convertir en negocio de pantalla.
Unas horas antes de haberse confirmado que Jamal Khashoggi habría sido muerto en una sede diplomática de su país – Arabia Saudita – en Turquía, el sitio digital del diario británico Daily Mail publicaba que , “de 59 años, Jamal Khashoggi fue presuntamente torturado, asesinado y desmembrado. Su tío, Adnan Khashoggi, tenía un patrimonio neto de hasta 4 mil millones de dólares a principios de la década de 1980. Dodi Fayed, asesinado con Diana en 1997, era primo segundo del periodista”.
La nota del periódico británico afirmaba: “El periodista que desapareció misteriosamente en el consulado saudí en Estambul era el sobrino de un traficante de armas multimillonario que una vez vendió un yate a Donald Trump . Su tío, Adnan Khashoggi, quien murió el año pasado a la edad de 81 años, tenía la reputación de ser el hombre más rico del mundo en su mejor momento, con un patrimonio neto de hasta 4 mil millones de dólares a principios de los años ochenta. Después de una sucesión de fracasos comerciales, y perseguido por la ley, Adnan se vio obligado a vender su súper yate de $ 70 millones, que apareció en la película de Bond Never Say Never Again, al Sr. Trump. El barco, considerado el mejor yate del mundo en ese momento, incluía una pastelería, una peluquería, un cine, un quirófano y una discoteca con rayos láser que proyectaban el rostro del Sr. Khashoggi. El Sr. Trump dijo en ese momento: ‘Estaba comprando una gran obra de arte’. Pero no era solo un lugar de puro placer. Los 150 teléfonos se utilizaron para organizar tratos de armas y comercios de productos básicos que se firmaron en aguas internacionales, liberando a las partes de la ley nacional. Una de sus hijas con su primera esposa, Petrina, fue revelada en 1999 como la verdadera amante del parlamentario conservador Jonathan Aitken. Otros parientes también tenían conexiones poderosas. Dodi Fayed, amante de la princesa Diana que fue asesinado a su lado en 1997, era prima segunda del periodista desaparecido.La carrera temprana del empresario saudí fue como un magnate de la construcción. Luego utilizó sus conexiones para hacer enormes comisiones después de presentar a firmas occidentales y gobernantes saudíes para acordar acuerdos de defensa e infraestructura. Al describir su caída en desgracia, Trump le dijo a Vanity Fair: ‘Adnan Khashoggi era un gran agente y un pésimo hombre de negocios’. La caída de Khashoggi se aceleró cuando estuvo implicado en el asunto Irán-Contra, un escándalo político en el que funcionarios estadounidenses facilitaron en secreto la venta de armas a Irán, en violación de un embargo. El Sr. Khashoggi, el intermediario principal, fue nombrado como un intermediario prominente en el asunto, y en 1989 fue acusado de fraude. Ya había estado bajo custodia en Suiza, donde había estado luchando contra la extradición durante tres meses. Finalmente, accedió a ir a los Estados Unidos después de que los fiscales acordaron suavizar sus cargos, y fue absuelto en 1990. El Sr. Jamal Khashoggi, escritor del Washington Post, fue asesinado mientras visitaba el consulado de Arabia Saudita en Estambul. Las autoridades turcas afirman tener grabaciones de audio y video del presunto asesinato. Como crítico del príncipe heredero de Arabia Saudita Mohammed bin Salman, el Sr. Khashoggi vivía en el exilio autoimpuesto en los Estados Unidos y escribía artículos de opinión para el Washington Post antes de su desaparición. Arabia Saudita niega haber participado en la desaparición del Sr. Khashoggi y ha desestimado las acusaciones como ‘infundadas».´
El diario Página 12 publica este domingo sobre el caso:
Después de tres semanas de ambiguedades y contradicciones, Donald Trump finalmente fue asertivo en el caso del periodista saudita desaparecido. Ayer, en Montana, dijo que aceptaba como creíble la versión oficial de Arabia Saudita de que Jamal Khashoggi murió “en una pelea a puñetazos” en un consulado en Estambul. El presidente norteamericano dijo que la declaración de Riad es “un importante primer paso” y no tuvo ninguna crítica hacia la falta de información sobre los detenidos o sobre el destino del cadáver de Khashoggi.
El periodista disidente desapareció el dos de octubre en el consultado saudita en Estambul, adonde había ido a sellar unos documentos que necesitaba para casarse con su novia turca. Según el gobierno de Turquía, la cita era una emboscada y Khashoggi fue torturado, asesinado y descuartizado por un grupo de quince agentes. El grupo había llegado ese mismo día de madrugada en dos aviones privados, y dejó el país a la noche. Con videos de seguridad tomados en migraciones y en la puerta del consulado, difundidos por los turcos, la prensa norteamericana identificó a cuatro oficiales de seguridad sauditas. Los cuatro habían acompañado en viajes internacionales al príncipe Mohammed Bin Salman, regente del reino.
El caso tuvo especial impacto en Estados Unidos porque la víctima era residente permanente y columnista del diario The Washington Post. La denuncia sobre su asesinato creó una ola de repudios hacia Arabia Saudita en la política norteamericana, incluyendo numerosos republicanos, y arruinó la cumbre de negocios de Riad del mes que viene. Programada para ser un evento de primer orden y una vidriera para las reformas del príncipe, la cumbre perdió a sus principales participantes y oradores, incluyendo al secretario del Tesoro Steve Mnuchin.
La reacción de Trump fue cuidadosamente ambigua, actitud que él mismo explicó exagerando la importancia de Arabia Saudita como cliente al decir que había contratos por “110.000 millones de dólares, lo que significa 600.000 puestos de trabajo”, números cuestionados por empresarios y economistas. Luego de una reunión con empresarios de armas, el presidente llegó a decir que si había que sancionar a los sauditas por el caso, prefería que no se tocaran los contratos de armamentos. Exagerando nuevamente, dijo que “representan más de un millón de empleos, lo cual hace que no sea constructivo para nosotros suspender pedidos (de armas) como esos. Nos haría mucho peor a nosotros que a ellos”.
Por dos semanas, Arabia Saudita había rechazado las acusaciones y prometido una investigación. En la madrugada del sábado, hora local, un breve comunicado admitía que 18 personas habían matado al periodista en una discusión dentro del consulado que derivó en una pelea a golpes. El comunicado no identificaba a nadie, ni explicaba cómo fue la supuesta pelea ni dónde está el cadáver. Horas después, el Rey Salmán destituyó a dos consejeros cercanos al príncipe Mohammed y a tres funcionarios de inteligencia.
Fuera de Trump, estas admisiones a medias y estos despidos no convencieron a muchos que las ven como la búsqueda de un chivo expiatorio para salvar al príncipe. Los portavoces del presidente turco Recep Erdogan rechazaron la versión oficial y afirmaron que Turquía continuaría realizando su propia investigación. La Unión Europea y otros organismos internacionales también reclamaron por una investigación exhaustiva. “La Unión insiste en la necesidad de una investigación completa, creíble y transparente, que aclare las circunstancias de la muerte y haga que los responsables asuman sus responsabilidades”, reza el comunicado.