El presidente del Banco Central, Guido Sandleris, un radical de esos que con maestrías y doctorados en el exterior se especializan en catástrofes sociales y estallidos de gobernabilidad – ya estuvo con la administración de la Alianza -, tiene sus 2.239.164,11 dólares en un banco en los Estados Unidos (el 44 por ciento de su patrimonio, según declaró en 2017). Uno más de la gavilla de Mauricio Macri, tan protegida por los paraísos fiscales. Pobre Sandleris, qué seriedad puede inspirar cuando aún sin el trasero sobre la poltrona bancaria se difundían sus vaticinios de prosperidad para este 2018 que derivó en hecatombe. En el mundo político se preguntan si estará el gobierno de Cambiemos al borde del colapso, o de la huida, según se mire, tras haber cumplido su misión de enriquecimiento bestial a la lúmpen burguesía vernácula, con deuda, fuga y sometimiento a la estrategia transnacional de Estados Unidos y del bloque imperialista.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / El ministro Rogelio Frigerio hace esfuerzos para sostener que avanzan sus acuerdos con el PJ (el de Pichetto y Cia.) por el debate del presupuesto en el Congreso. El diario La Nación salió este miércoles a expandir esa interpretación y su columnista estrella, Carlos Pagni, dedica su texto a explicar con loas las supuestas maravillas del acuerdo con el FMI. Me animaría a arriesgar que ni él mismo cree en sus palabras, pero defiende a capa y espada a Nicolás Dujovne, quien fuera su socio en la tele hasta que éste llegó a Hacienda, aunque hace gala de su capacidad periodística y de bajador de línea central de la derecha más orgánica: reconoce así que las “tormentas”, según palabras de Macri, en realidad conforman una crisis y que el “problema cambiario amenazaba con derivar en un nuevo default”.
La derecha argentina tiene sólo una preocupación, y de coyuntura. Cómo burlar al default en los próximos meses, los previos a la elección, y después, que le importa del después: el diluvio, pues hace mucho tiempo que navegan en esas aguas, acaso desde el nacimiento mismo de la República oligárquica. Pero en este contexto, voces políticas de la provincia de Buenos Aires indicaron que el peronismo bonaerense tendrá una reunión de primer nivel en las próximas horas – se espera de suficiente amplitud entre sus facciones -, y que de la misma no estarán ausentes las consideraciones en torno a un eventual desastre institucional, ni los efectos de la obstinada estrategia mediático judicial de hostigamiento contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y al kirchnerismo en su conjunto.
Las posibles conversaciones entre el gobierno y un sector de las cúpulas sindicales, las palabras de la CGT, según la cuales, si Macri no tiene plan B entonces “no habrá tregua” en la protesta, tras las jornadas de paro y movilizaciones por 36 horas de esta semana; todos esos elementos apuntan en un mismo sentido, algo así como una preocupación creciente sobre tormentas institucionales y por supuesto la garantía del sometimiento colectivo a las normas que establece la Constitucional Nacional ante esas eventuales situaciones críticas.
El acuerdo nuevo con el FMI, conforme explica este miércoles en Página 12 el colega Raúl Dellatorre, implica que: “Argentina recibirá 36.200 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional entre lo que resta de este año y todo 2019, y eleva a 57.100 millones de dólares el monto total del crédito Stand By otorgado al país. A cambio, el gobierno no sólo ratifica el plan presupuestario restrictivo para 2019, que elimina el déficit fiscal primario, sino que además asume una drástica política antiinflacionaria del Banco Central que reduce a cero la emisión monetaria desde ahora hasta junio de 2019, y pasa a un esquema de libre flotación cambiaria que limita las intervenciones de la autoridad monetaria en el mercado mayorista. La escasez de dinero circulante debería actuar como freno a la inflación, pero al costo de una fortísima caída en la actividad económica”.
La hora indica tormentas: ¿qué puede suceder si “los mercados”, es decir los actores de la economía de especulación financiera que reina en el país – desde fondos de inversiones hasta empresarios y particulares ricos, toda la fauna bancaria y no bancaria -, apuestan por una nueva corrida cambiaria, o se paran sobre el filo de la amenaza constante?
La preocupación también se instaló en las altas cumbres del oficialismo. El alcalde de la Capital Federal, Horacio Larreta, le dice a quien se le ponga adelante que, a él, “la gente” sólo lo interpela por cuestiones de la ciudad, como asfaltos y alumbrados, por ejemplo. La gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, tiene a su territorio poco menos que en llamas, tanto que el fin de semana pasado La Nación, sí otra vez el órgano central de la derecha en acción, propuso un notable despliegue informativo e interpretativo sobre el volcán en espera de su erupción en lo que parece haberse transformado el Conurbano, cada día más empobrecido y marginalizado.
En “la Bonaerense” y entre las hordas de Seguridad de la Nación se aceitan las armas para la represión, y se enarbola el peligro real del accionar delictivo organizado y monitoreado desde el propio Estado.
La gran duda, sobre la cual ni los más avezados encuestadores se atreven a opinar – apenas si casi todos siguen con sus mediciones sobre imágenes y eventuales intenciones de voto para los principales dirigentes de todo el arco político-, se refiere a cuáles podrán ser las derivaciones en términos comportamiento político de masas de los enormes y mayoritarios sectores sociales que sufren cada día más las políticas antisociales, de verdadero saqueo, de los gobiernos (nacional, provinciales y municipales) de Cambiemos.
¿Hasta dónde llegará la paciencia colectiva?
(*) Doctor en Comunicación por la UNLP, periodista, escritor. Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Profesor titular de Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la Maestría Criminología y Medios de Comunicación. Director de AgePeBa.