El aparato mediático como cloaca tapada no podía serle ajeno al pensador runfla de Berazategí, como escribimos ya alguna vez, con Thelonius “Pesadilla” Amumsen, tal personajes plegados del portugués Fernando Pessoa. Esta vez le tocó a un sujeto si se quiere marginal, o por lo menos de los bordes herrumbrados de la cloaca. Pero lo dejamos a usted y su texto, que dicho sea de paso se lo afanamos de entre las Redes, aca nadie se salva del Pejerrey Dialéctico; ¿se acuerda de él? Dele gas, joven escribidor y dibujador, periodista que zapatea sobre los asfaltos cuarteados, cuando no tierra apisonada, del Conurbano al Sur.
Por Rober Mur / Nunca deja de sorprenderme la facilidad enorme de Baby Etchecopar para indignarse. Hace una semana insultó y violentó, en pleno programa de radio al aire, a una militante del Movimiento Evita de La Matanza, porque cobraba un plan social de 5 mil pesos. Baby le dijo que era una gusana sinvergüenza y se envenenó tanto que se tuvo que levantar y e irse del estudio a las puteadas.
En el universo de Baby, la mitad de las personas del país son malas y corruptas. La otra mitad es esencialmente buena, pero muy idiota o muy tibia para hacer algo al respecto. En semejante decadencia, él es el único reservorio de moral y justicia que queda. Baby es un tipo capaz de destrozar a cualquier persona en vivo en horario central, con la autoridad que le otorga a un argentino decir: “soy un desgraciado y hago y digo lo que se me canta, pero me lo merezco, porque me lo gané bien y otros no”.
En nombre de eso, Baby le dice a una mujer que cobra un plan social que es una vividora, a un militante universitario que es un pelotudo, a una feminista que es una loca de mierda, a un indigente que, si pasa hambre, es porque quiere. Baby tiene todo permitido porque acá, en esta Argentina incorregible, la víctima siempre es él.
En esa volteada, aparece todo eso que todos sospechan pero que nadie dice en voz alta: que un piquetero es un terrorista en potencia, que los sindicatos son sectas codiciosas que quieren fundir al país, que las mujeres de clase media suelen ser unas inútiles que viven para mirar telenovelas y comprarse ropa.
Baby, como tantos otros argentinos, son los que van por la vida con honestidad y sacrificio mientras otros la pasan bomba a sus costillas. Él es un humilde servidor que, desde su espacio en los medios, grita verdades donde otros se callan. Donde los políticos siempre buscan rédito personal. Donde los intelectuales no son más que inútiles y charlatanes que «no tienen calle».
A nadie le pega la devaluación peor que a Baby. Nadie ha pasado tanta hambre como él, nadie está más curtido por el trabajo informal que él, nadie ha sufrido las injusticias y mezquindades del mundo tanto como él. Baby le habría dicho a Hitler que “si perdió la Guerra fue porque no tuvo huevos”. Con espuma en la boca, le hubiera gritado al aire que la gente de Alemania está cansada de que sea tan cagón y pechofrío. De inmediato, le cortaría la llamada y diría: “Cómo me hacen calentar estos boludos, hermano”.
Baby, seguí así. No dejes de apostarle a ese periodismo inquisidor, justiciero y bocasucia. Ese que solo vos y nadie más sabe hacer, aunque sea con el narcisismo y la inmadurez de un chico de 12 años. Unos tacheros, al menos, te han demostrado que te bancan fuerte. Seguí así, Baby.
Eso sí, tu programa no lo escucho ni en pedo.