Quienes insisten en eso de “los mercados” (a veces así en plural, otras en singular), el significante artero preferido por el neoliberalismo, son mala leche o bobos. Mala leche deliberados y planificados los de la batería comunicacional del poder, porque proponen el anonimato de quienes cagan al conjunto de la sociedad. Y bobos aquellos que dicen estar del lado de la victimas, que la juegan de democráticos, nacionales y populares (aunque la culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer, decía una abuela casi analfabeta pero sabia), porque suman para el sigilo y el engaño de la semántica de los opresores, y terminan como funcionales desmovilizadores. Entre vaciamientos de la lengua y vaciamiento de las ideas, que es lo mismo, engolan sus gargueros con indignaciones morales – de ahí no pasan, por historia y formación – y elogios a quienes sí ponen el cuerpo. En ese contexto, todos en un mismo lodo, el de la guita, porque qué raro suena que las trompetas y los tambores de la justicia casi todos gocen de buenas rentas, como “perioempresarios” con disimulos, o entenados; cuando en tiempos en los que el combate no era por Twitter, los comunicadores de éste lado eran sí laburantes de prensa sin grupo y militantes, no ocasionales catárticos. Un cachafaz típico, nene langa de familia rica, un verdadero Isidorito Cañones, nacido por estas comarcas pero hijo de Urbano Rattazzi y Susanna Agnelli, el dizque presidente de la Fiat, Cristiano Rattazzi, dijo en medio de la estampida de dólar y en Recoleta, en el Hotel Alvear, donde se reunió el jueves el Consejo de las Américas (la maquinaria de lobby estadounidense fundada por David Rockefeller en 163 y con sede en Nueva York), que Grecia ya superó sus problemas y como ejemplo de ello apuntó: “el yogur griego se vende en todo el mundo”, un sarcasmo amoral típico de ricachones, como Macri, verdaderos sociópatas incapaces de reconocer al otro cuando ese otro está dado por millones de sufrientes, argentinos y tantos más desparramados por el mundo entero.
Por Víctor Ego Ducrot (*) En las últimas horas, compañeros y compañeras estudiantes de la universidad pública, casi todos de una forma u otra militantes por la justicia social en sus más diversas manifestaciones, y por consiguiente con firmes criterios desde los cuales polemizar, me interrogaron con ojos de angustia acerca de qué podría acontecer en los próximas días, en las próximas semanas, en este nuestro país desmadejado y entristecido. No sé dije, y apenas se me ocurrió ensayar que, desde el punto de vista de las posibilidades concretas de los plebeyos, de esa masa crítica compleja que representa casi a los dos tercios de la sociedad, que es el punto de vista que me interesa, podría ser que el barro y el fuego de la historia aun no escrita esté adoptando formas y disformas, en busca de su propia conciencia y modos de organización, como puntos de partida para poner en marcha su voluntad, su deseo colectivo.
Y añadí: pero, por ahora, el campo plebeyo carece de teoría política y por ende de organización, pero de sus propios barros y fuegos deberán surgir; y mientras tanto debemos estar al acecho, en forma activa y militante. Y tener en claro que “el poder” –ese bloque que controla economía, política, violencia y cultura -, está envuelto en sus propias contradicciones y pujas faccionales, y buscará, una vez más, alternativas de continuidad ante el agotamiento de esta etapa “cambiemos”, resquebrajada, que se mira sobre un espejo que deforma.
Daniel Catalano, dirigente de ATE que se movilizaba este viernes por los 600 despedidos del ministerio de Agroindustria, el de Miguel Etchevehere, el ex Sociedad Rural denunciado por su propia hermana Dolores por estafas y trabajo esclavo, dijo que, seguramente, los ministros de Macri, cuando se reúnen, lo hacen para comentar cómo les fue comprando y vendiendo divisas en el marco de la corrida provocada por el propio gobierno. Efectivamente, el resquebrajamiento del bloque político del sistema de poder a los gritos demanda ser actualizado. Y ahí puede estar la trampa.
Quise añadir algo durante mis encuentros con estudiantes, pero me contuve. Me arrepiento de mi autocensura y por eso acá escribo lo no dicho. El campo plebeyo podría pensar en Roberto Arlt y organizar un Frente de Liberación Nacional y Social Anti Turros, o radicalizarse más aún y evocar al imprescindible irlandés Jonathan Swift, el de Los Viajes de Gulliver, pero invirtiendo aquella su ironía de crítica para con la etapa acumulativa del sistema capitalista: “Una modesta proposición para evitar que los niños de la gente pobre de Irlanda se conviertan en una carga para sus padres o para el país, y para hacer que sean de provecho para el público…comérselos”, escribió.
Nosotros deberíamos pensarlo al revés, provocar, sacudir las poltronas progresistas y acomoda culos que son las redes sociales – mientras se siga jugando a la militancia twittera y facebooquera y los dirigentes continúen creyendo que por ahí pasan sus posibilidades de comunicación, tal cual dicen por ahí, seguiremos “al horno” -, y lanzar el Frente Caníbal de Liberación, para comernos a los ricachones, al “mercado” que le dicen y a sus sociópatas servidores políticos; al final de cuentas no son tanos, algunos hablan de las 100 familias oligárquicas y sus modalidades de los nuevos tiempos, y otros, como el ex ministro de Economía Axel Kicillof en la noche del viernes por TV, recuerdan que el llamado mercado que especula con el dólar y en la timba financiera que impera en el país Cambiemos son “unos once vivos que se enriquecen”.
Les pedí una lista de los nombres que se esconden detrás del seudónimo “doctor Mercado” a algunos economistas amigos, pero mientras espero respuestas, adelanto algunas del propio coleto: las bancas JP Morgan, HSBC y Deutsche Bank, entre otras, siempre se apuntan en el banquete del mal.
Hasta dónde operaran en con sigilo y enmascarados esos agentes del caos, que el jueves por la noche, también por TV y no sé si adrede o porque se le escapó, un tipo que mucho sabe de estos asuntos, el cordobés Mario Blejer (egresado de la Universidad Hebrea de Jerusalén, doctor en Economía por la Universidad de Chicago, ex académico de la Universidad de Boston, ex Banco de Inglaterra, ex FMI, ex presidente del Banco Central con Eduardo Duhalde en la Rosada, ex asesor de Daniel Scioli en la campaña electoral 2015 y ahora candidato a presidir el Banco Central de Israel); Mario Blejer, escribía, señaló el jueves por TV que cuando el dólar ese mismo día trepaba los 40 pesos por unidad, lo hacía fijando un preciso sin que mediase transacción concreta alguna; palabras de las cuales se puede concluir que el precio del dólar en nuestro país tan sólo depende de decisiones políticas, que pueden ser adoptadas por el Estado, en situaciones “normales”, al menos desde el funcionamiento democrático burgués, o, como en este caso, el de la Argentina dependiente y en manos de su lumpen burguesía gerencial y offshore, por los once vivos que se enriquecen de los que habalaba Kicillof, asociados con su parientes, amigos o meros cómplices que se adueñaron de la burocracia pública: el Banco Central, y toda el área económica del gobierno en manos de estos asaltantes de caminos con idénticas cualidades a las de sus tan odiados “motochorros”.
El círculo perverso de deuda tomada por unos pocos que se quedan con lo prestado vía fuga de capitales, inestabilidades monetarias y recetas de ajustes fondomonetaristas fue lo suficientemente explicado hace 33 años, precisamente a mediados de 1985, en innumerables reuniones y debates entre académicos, dirigentes políticos y sociales, y periodistas, en la ciudad de La Habana y organizadas por el fallecido Fidel Castro. Ya entonces se señalaba, desde distintas matrices y enfoques, que la única salida posible es de dimensión política, con organizaciones plebeyas dispuestas a modificar la naturaleza del poder que ejercen las oligarquías.
Esa línea de pensamiento fue la que guío las investigaciones que culminaron en “El color del dinero” (Ego Ducrot, Víctor; Norma; Buenos Aires; 1994) y en los capítulos económicos de “Recolonización o Independencia” (Calloni, Stella y Ego Ducrot, Víctor, Norma; Buenos Aires; 2004 y de próxima reedición actualizada), libros en los cuales se explica el carácter delictivo del accionar llevado a cabo por las corporaciones financieras, desde los orígenes mismo del sistema capitalista, devenido en imperial.
Tanto es política la cuestión – tal cual se señalaba en los cónclaves referidos de La Habana -, que luces rojas de alarma se encendieron cuando en tiempos previos a la tragedia que significó la llegada de Macri al gobierno, por algún motivo – no sé cuál pero seguramente erróneo – recuperaron lugar central en el discurso público las voces de “los economistas”, siendo que uno de los méritos en profundidad del hacer político de Néstor Kirchner fue, justamente, correr la voz técnica de los gurúes y recuperar el discurso político; a tal punto que durante aquellas negociaciones en torno a la deuda que encarara el entonces ministro Roberto Lavagna, siempre tuvieron expresión casi sólo en la voz del propio presidente. Toda vez que son los economistas lo interlocutores públicos de la sociedad, y para que ello acontezca el berretismo del periodismo por TV juega un rol determinante, pues entonces la sociedad está en peligro.
Para terminar, vuelvo al juego de las provocaciones que terminó pariendo un movimiento caníbal de liberación nacional y social: antes de s en la olla del puchero a ciertos empresarios garcas podemos alimentarlos a base de yogur griego, que tanto hay circulando por el mundo según el Isidorito Cañones de la Fiat local. Buen provecho compañeros y compañeras.
Nota: Mis disculpas a quien se apellide o llame Mercado, pues claro está que la humorada del título no tiene vocación ofensiva alguna.
(*) Doctor en Comunicación por la UNLP, periodista, escritor. Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Profesor titular de Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la Maestría Criminología y Medios de Comunicación. Director de AgePeBa.