Volvemos a repetirlo y los haremos mientras haga falta. ¿Y quiénes son los encargados de decidir ese hasta cuándo? Pues lo editores, quiénes si no, los que sobre la conducta de un medio periodística digan lo contrario, mienta o no sabe de lo que habla. Pero vayamos a los nuestro. Sólo aparece de tanto en tanto porque le cuesta despertarse de las siestas, y como a la mañana no escribe porque vaya a saber uno por qué, es que hay que esperarlo. Pero llega con sus pequeñas crónicas, siempre runfleras y desde el oído y la llema de los dedos del Conurbano. Porque no será como el Rufián Melancólico ni como el Astrólogo, ni mucho menos como Xul Solar, pero bien que se lo tiene ganado el título de Pensador y Pintador Absoluto de Beraza y Espeleta, si hasta un día se lo vio vendiendo biblias blasfemas con sánguches de salame y un texto sobre diálogos, que él dice escucho, entre Baudelaire el poeta, Freud el que nos deschava de lo lindo y Einstein el genio de los números que cantó verás que todo es mentira, verás que nada es amor; nada menos que pateando los vagones, arriba del tren que va a La Plata. Será por eso que comenzaron a llamarlo en el barrio, el conde de Saint Germain de los orres. No importa lo que digan; adelante “Pesadilla”, nosotros leemos sobre su encuentro con la vieja del pibe que asesinó Chocobar, el patriota de Mauricio Macri; y, ya que estamos, recordemos aquí un afanadito que le hiciéramos a los de La Izquierda Diario: “no es un héroe, es el asesino de mi hijo y es un mentiroso”.
Por Thelonius “Pesadilla” Amumsen (*) / Un par de semanas después de que Macri felicitara públicamente al policía Luis Chocobar, Ivonne Kukoc me recibió en su casa de La Boca una mañana de sol hermoso.
Mientras cebaba mate, ella tomaba nota en un cuaderno Rivadavia de tapa dura los nombres y teléfonos de cada periodista o canal de TV que iba a hacerle una nota, al mismo tiempo que seguía por tele las repercusiones del “policía que iba a ser enjuiciado por cumplir su trabajo”.
Días antes había sido invitada al programa de Nicolás Repetto. “Me trató con mucho respeto, yo igual ya sabía para qué me invitaban”, dijo.
Esa semana Ivonne había tenido que cerrar su cuenta de Facebook de la cantidad de amenazas e insultos que le colapsaban el muro y los mensajes privados. Charlamos un buen rato sobre su hijo, la causa y el avance de la investigación. Me dijo que a Pablo le gustaban Bad Bunny y Osuna. Le pregunté cómo hacían para ser una familia de hinchas de River viviendo a tres cuadras de la Bombonera. Se rió de eso y de un par de chistes boludos que hice.
El encuentro fue muy ameno y fluido. Quizás porque era un día veraniego y uno podía distraerse el sol, los pájaros, el movimiento en la calle y ese particular olor a mierda que en La Boca siempre parece perfume. Sólo en momentos muy puntuales se le cayeron algunas lágrimas a Ivonne. Al fin y al cabo, le habían matado el hijo a tiros hacía tres meses atrás. Hasta ese entonces ella no sabía lo que significaba el término “gatillo fácil”.