La poltrona frente a la TV no debe adormecernos. La maldición del corte publicitario. Ya es un esfuerzo deglutir los indigestos bodoques que propone el dizque periodismo de la pantalla chica, entre cacareo fachos y el maldito hábito de varios, de confundir reflexiones con homilías opositoras, funcionales al maldito gorilaje que nos gobierna. Además entonces, la metralleta oxidada del compreviajevengavayasealindaflacopelotudoetcetc, entre marcas y rubias y rubios tarados y con hijos zánganos; un tiempo que apenas si vale los segundos que demanda el hacer pis. Y ahí, entre tantas publicidades para que sigas comprando con la guita que no alcanza para llegar al puto fin de mes, el asco, el miedo. A la canción de uno de los fundadores del grupo chileno Quilapayún y tantas veces vibrante en la voz de Mercedes Sosa la han convertido en musiquita de fondo del más reciente corto publicitario de la automotriz estadounidense Ford, la que fuera solícita proveedora de vehículos para las patotas secuestradoras y torturadoras de la dictadura de Videla y sus esbirros genocidas.
Por Víctor Ego Ducrot (*) / “Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo. Cambia el clima con los años, cambia el pastor su rebaño, y así como todo cambia que yo cambie no es extraño (…). Pero no cambia mi amor, por más lejos que me encuentre. Ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente (…)”, de “Cambia, todo cambia», dice la canción que el blog Historiacanciones nos recuerda: “fue compuesta por el chileno Julio Numhauser, exiliado en Suecia tras el golpe de Estado de Pinochet, en 1973. Junto a los hermanos Julio y Eduardo Carrasco, Numhauser fue uno de los tres fundadores del emblemático grupo Quilapayún, que lanzara su primer álbum en 1967. Fue quien estableció el contacto con el cantautor Ángel Parra, primer director artístico de la banda que hizo historia. En los años de la Unidad Popular (la del glorioso presidente asesinado Salvador Allende), Numhauser dirigió una división del sello IRT. Gracias a su trabajo con la etiqueta Machitún pudo editarse por primera vez a Los Jaivas. Fue uno de los veintisiete pasajeros del omnibus que sacó por tierra —vía Mendoza— a Los Jaivas, familiares y amigos, días después del golpe, del 11 de septiembre de 1973. A las pocas horas del asalto a La Moneda, los militares habían allanado su casa, donde sólo se encontraban su mujer y su hija. Numhauser vivió su exilio en Italia y luego en Suecia, y terminó haciendo de Estocolmo su lugar estable de residencia. Entre su producción de los años ‘70 y ‘80 se destaca “Cambia, todo cambia” (1982), tema que se convertiría con los años en uno de los himnos del cantar latinoamericano, con versiones magistrales de Mercedes Sosa y los españoles Ana Belén y Víctor Manuel”.
Sí. Fue el mismísimo diario Clarín el que el 23 de marzo de 2006 recordaba que “a 30 años del golpe” se reveló: “la orden que dio la dictadura para la compra de Falcon verdes sin patentes. Se trata de un decreto de 1977 del ministro del Interior, Albano Harguindeguy, para adquirir 90 autos. Fue para equipar a las Policías provinciales con la instrucción de que no fueran identificables. A partir de 1976, el Ford Falcon abandonó ese aire familiar. De color verde, en general, era el auto preferido de la dictadura para secuestrar. Pero esos «fierros», que cargaban en la madrugada cuerpos maniatados, encapuchados o con los ojos vendados en los baúles o entre los asientos, se gastaban rápido por la intensidad que tuvo la cacería de ciudadanos entre 1976 y 1977. Así, a fines de ese año, el ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, realizó la compra directa de ‘90 Falcon ‘no identificables’ para reequipar a las Policías provinciales. Según el expediente secreto N° 274/77, la compra se efectuó a través del Decreto N° 3630/77, en el cual se aprobó la contratación directa de Ford Argentina, especificando en la orden de compra que fueran Falcon no identificables, es decir que fueran autos privados, de particulares, para civiles. Eran autos nacidos para operativos ilegales. El expediente, que hoy figura como una pieza única en el llamado Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación, sobrevivió a la destrucción ordenada por la dictadura de toda la documentación que la responsabilizaba. En esos papeles se cuenta que la compra directa se inició el 3 de octubre de 1977, según consta en la nota 735/77 enviada al entonces subsecretario general, capitán de Navío (RE) Ernesto Orbea por el subsecretario del Interior coronel (RE) José Ruiz Palacios. Orbea le solicita a Palacios la compra y agrega que ese mismo año ‘( ) se entregaron a las Policías provinciales ciento setenta y nueve (179) automóviles de las mismas características con excelentes resultados en su rendimiento general ( )’. Estas nuevas 90 unidades, debían ser distribuidas para procedimientos que enmascararan la participación del Estado con patentes que corresponderían, de ser identificadas, no a un organismo estatal. Los 90 Falcon iban a: Catamarca, 10 unidades; Corrientes, 10 unidades; Chaco, 5 unidades; Chubut, 8 unidades; Entre Ríos, 5 unidades; Formosa, 6 unidades; Neuquén, 3 unidades; Río Negro, 6 unidades; Salta, 5 unidades; San Juan, 5 unidades; San Luis, 5 unidades; Santa Cruz, 8 unidades; Santa Fe, 10 unidades; Tierra del Fuego, 4 unidades. El pedido de Ruiz Palacios llega a manos del Harguindeguy, quien autoriza la compra a la Ford Argentina (ACFOR SA) por un monto $ 432.000.000.El carácter secreto y de contratación directa de la operación, es decir, sin licitación pública, estaba dentro de las disposiciones de la Ley de Contabilidad, que autorizaba a realizar este tipo de acciones cuando ‘las circunstancias exigieran que las operaciones del Gobierno se mantuvieran secretas’. De las notas extraídas del expediente surge un dato curioso: mientras que en notas enviadas por Ruiz Palacios y por Orbea se solicitan automóviles Falcon ‘no identificables’, el ministro Harguindeguy hace referencia a ‘(…) automóviles patrulleros Ford Falcon no identificables (…). En el pedido a Ford, realizado por el director general de administración Rodolfo Belloso, se especifica el carácter de ‘no identificable’. El monto total de la operación por los 90 automóviles Ford Falcon Standard (nuevos, 0 km, último modelo sedán 4 puertas, con capacidad para 6 personas) fue de 348.550.650 pesos Ley 18.188. El monto total en dólares (uno a 510 pesos) fue de 754.020: cada auto le costó al Estado 7.593 dólares. El 16 de diciembre se emitió la orden de compra N° 437/77 autorizada por el jefe del Departamento de Compras y Suministros del Ministerio del Interior, Luis Deniro, especificando todos los detalles correspondientes a los vehículos, su equipamiento, el color, precio, lugar y plazo de entrega, garantía y forma de pago. Este detalle consta en el expediente, según detalles de la División de Liquidaciones de la Dirección General de Administración del Ministerio del Interior. Terminaron de pagarlos en marzo de 1978.Estas turbias prácticas del terrorismo de Estado se repitieron en mayo de 1980. El expediente 983/80 demuestra la compra de de 6 Falcon ‘patrulleros no identificables’, de los cuales 3 debían contar con aire acondicionado. Esta se hizo a través de la contratación directa número 87/80 aprobada por el decreto 1052/80. En esta oportunidad, fue Orbea quien solicitó la adquisición, aclarando que debían guardar similitud a los otros 90 vehículos adquiridos. Siguiendo el mismo procedimiento que en 1977, la empresa presupuestó las unidades, pero con un aumento notable. Para esta fecha, el precio en pesos por cada automóvil se multiplicó por 10. El Falcon Standard (nuevo, 0 km, modelo 1980, sedán 4 puertas, de industria nacional con capacidad para 6 personas) pasó a costar $ 37.568.000 (U$D 20.540), y el mismo con aire acondicionado $ 41.201.000 (U$D 22.526). Por lo tanto, el monto total de la operación (6 automóviles, de los cuales 3 con aire acondicionado) fue de $ 224.491.650 (U$D 122.740). La operación se llevó a cabo y se liquidó la compra el 1° de agosto. Engrosando la lista de irregularidades y manejos turbios de la dictadura, de dicha liquidación surge lo siguiente: esta se hizo en concepto de solamente 3 Falcon Standard, es decir, sin nombrar los otros 3 equipados con aire acondicionado. Esto significa que en el patrimonio estatal quedó registrado el ingreso de 3 Falcon Standard y se omitió el de los otros 3 con aire acondicionado, presumiblemente destinados al uso personal de funcionarios de la dictadura. Eso sí, el monto del pago fue por seis”.
La maldita mutación de “Cambia, todo cambia”, operada por “creativos” del mundo publicitario – recuerdo: recomendable es la serie Mad Men, que se ve por Netflix –, constituye un caso habilitante para la reflexión, o al menos para un ensayo provisorio de ideas acerca de la trama dialéctica en la que operan la producción y la circulación de sentidos (contenidos mediáticos, comunicaciones, culturales) y sus propios agentes productores, en tanto empresas concentradas y, en general, abocadas a un diseño estratégico de vigilancia, control y disciplinamiento social. Una tarea, la de ese ensayo, propia de quienes nos ocupamos de la Comunicación.
Y al respecto, nada más que como brevísimo apunte, me permito recordar las palabra que tuve la suerte de oírle a uno de los artistas e intelectuales más valiosos que dio este país y que, por trabajar desde hace más de medio siglo en Europa y mantenerse ajeno a los corrillos y chismorreos académicos y políticos vernáculos, no es lo estudia lo suficiente en nuestras aulas.
Tomás Maldonado sostuvo cierta vez en un contexto por fuera de sus clases y ante un reducido grupo de oyentes (no utilizo comillas porque esta evocación no es literal): el capitalismo es el sistema digestivo más poderoso que naturaleza alguna fue capaz de diseñar, o expresado de otra forma, el mejor hormigón de la historia, de una resistencias infinita; caracterizaciones vulgares que en cierta medida explican cómo, al digerir y metabolizar todo lo que ingiere, o al no quebrase por su hasta ahora única capacidad para ser flexible, ahí está…por ahora…”.
Para el final, un simple recuerdo. Tomás Maldonado nació el 25 de abril de 1922, en Buenos Aires. Vive en Milán. Artista plástico insoslayable, diseñador industrial, teórico del diseño y filósofo de la Comunicación y el arte. Fue miembro fundador del Movimiento de Arte Concreto y uno de los protagonistas de la renovación plástica argentina de la década del ‘40 del siglo pasado.
Diversas páginas en Internet recuerdan que su reputación creció durante sus años en la Hochschule für Gestaltung (HfG) en Ulm, Alemania, de la cual fue nombrado director en 1956. Allí, Maldonado consideró al proceso de diseño como una metodología sistemática, científica, y de base teórica; y desempeñó un papel clave en la mudanza del programa de estudios de la escuela, fuera de lo inspirado por la Bauhaus en sus inicios, y hacia un enfoque más adecuado al mundo post Segunda Guerra Mundial.
A fines de los ‘60 se trasladó a Italia, donde sobresalió en la práctica profesional del diseño y la Comunicación. Se transformó en uno de los docentes universitarios más destacados de ese país. Entre sus libros sobresalen: Max Bill (Buenos Aires, 1954). La speranza progettuale (Turín 1970, versión castellana: Ambiente humano e ideología. Notas para una ecología. Buenos Aires, 1971). Environnement et idéologie (Paris 1972, traducción del italiano). Vanguardia y racionalidad. Artículos, ensayos y otros escritos (Barcelona, 1977). Técnica y Cultura, el debate alemán entre Bismarck y Weimar (Milano, 1979). El diseño industrial reconsiderado (Barcelona, 1977 y edición revisada Barcelona, 1993). El futuro de la modernidad (Madrid, 1990).Tre lezioni americane (Milano, 1992). Lo real y lo virtual (Barcelona, 1992). ¿Qué es un intelectual? Aventura y desventura de un rol (Buenos Aires, 1998). Crítica de la razón informática (Buenos Aires, 1998). Escritos preulmianos (Buenos Aires, 1997). ¿Es la arquitectura un texto? y otros escritos (Buenos Aires, 2004). Memoria y conocimiento. Sobre los destinos del saber en la perspectiva digital (2007). Ulm, ciencia y proyección (1964). Hacia una racionalidad ecológica (Buenos Aires, 1990). El heterodoxo (1998).
Para pensar. Entre el recuerdo de Quilapayún y las inquietudes de este mundo que parece (sólo parece) desmadejarse.
(*) Doctor en Comunicación por la UNLP, periodista, escritor. Profesor titular de Historia del Siglo XX (Cátedra II) en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Profesor titular de Análisis y Producción Crítica de Narrativas sobre Delito y Violencia, en la Maestría Criminología y Medios de Comunicación. Director de AgePeBa.