Es que esos tipos son predadores. “Theodore Roosevelt, posa junto a un hombre con una llamativa nariz sonrojada, John Pierpont Morgan. El empresario, banquero y coleccionista de arte fundamental en la alta sociedad de la época, esa a la que él mismo alude cuando le recuerda a Roosevelt las implicaciones que tiene su empeño por resolver el caso”, comentaba el sitio El Confidencial, de España, el 28 de abril pasado sobre una producción de Netflix. Al fundador de la banca que pertenece al comando estratégico del endeudamiento argentino le preocupaba que las investigaciones en torno a un asesino serial que, con protección de policías, se movía en el ambiente prostibulario de Nueva York, en 1896, pudiese conmover a sus iguales, es decir a la ascendente burguesía financiera del Este del Estados Unidos que ya ofrecía vocación imperial. Así lo cuenta la notable serie “The Alienist”. Siglo y décadas después, la banca Morgan juega a quedarse una vez más que el dinero de este país, pues esa es la “operación “riesgo país: apoyo un gobierno endeudador, presto y después provoco quiebras soberanas o defaults”.
Este martes, el diario Pagina 12 cuenta: El riesgo país de Argentina, medido por JP Morgan, trepó ayer 745 unidades, 23 puntos básicos por encima del viernes, con lo que permanece en niveles máximos desde enero de 2015. El rechazo de los inversores a cualquier tipo de activo argentino se aceleró en un contexto internacional de creciente incertidumbre provocado en los últimos días por el desplome de la lira turca. Los inversores se encuentran desarmando posiciones de bonos emergentes en general y de Argentina en particular para disminuir al máximo posible los riesgos. Otra evidencia del descalabro es la fuerte suba que registraron los seguros contra default. Los Credit Default Swaps (CDS), o seguros contra default pasaron de niveles cercanos a 500 puntos hasta los actuales 676 puntos en tan solo 72 horas. Dicho rally del CDS está relacionado con la debilidad que se encuentran transitando los bonos argentinos que en un mes se derrumbaron bruscamente, llevando a las tasas a que se desplacen hacia arriba en 180 puntos en promedio en un mes. La curva no solo se ha desplazado hacia arriba sino que además ha mostrado un aplanamiento considerable, perdiendo tendencia y mostrando riesgos para la renta fija argentina. En este contexto se agudizaron las críticas no solo desde la heterodoxia sino también desde economistas ortodoxos. “Cuando el dólar sube, empieza a haber una enorme incertidumbre y una gran percepción del riesgo. La gente empieza a sacarse los pesos de encima, por lo cual el valor sigue bajando, genera que nos asustemos más, y que el precio del dólar siga subiendo, y es el círculo vicioso que nos llevó a un cambio de presidente del Banco Central y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional”, aseguró ayer el economista Aldo Abram. “Mientras más deje el Banco Central que se deprecie el peso, menos confianza se tiene en la moneda. Y eso no solo alimenta otra escalada, sino que si lográs frenarla todos los que perdieron no van a volver a poner dinero en la Argentina”, agregó.
En el mismo diario, en una nota que reproducimos, el colega Cristian Carrillo apunta: “Como sucedió en 2001, el plan de dolarizar la economía argentina vuelve a ofrecerse como solución a una crisis económica y social gestada por la misma usina de ideas que ofrece esa propuesta. Esta vez fue el ex viceministro de Economía del menemismo, Carlos Rodríguez, quien consideró que con un tipo de cambio a 40 pesos se podría aplicar la dolarización, la cual implica abandonar soberanía económica y resignar todos los instrumentos de política monetaria. ‘Dolarizar M2 a 30,1 son 76.000 millones de dólares. No estamos tan lejos. A 40,1 son solo 56.000 millones. Alcanza bien. Para pensar. Y la gente tiene muchísimo más en colchones que si hay confianza aparecerían a circular. Sin ajuste fiscal es un sueño’, fue el tuit del ex rector y fundador de la Universidad del CEMA. Más allá de la simplificación de la relación reservas y base monetaria establecida por el ex funcionario, la medida profundizaría los problemas al ceder instrumentos de regulación. Analistas coinciden en que la respuesta para que la moneda recupere credibilidad debe ser política. En medio de las crisis económicas nunca faltan los planteos tecnocráticos que aportan más al problema que a la solución. Dentro del CEMA siempre hubo una línea crítica a los programas de metas de inflación como el que aplicaba Federico Sturzenegger, frente a lo cual su propuesta era ir a un esquema de tipo de cambio fijo, devaluaciones pre anunciadas (la conocida tablita) y la dolarización lisa y llana de la economía. No son los únicos que apuestan a una medida tan extrema y peligrosa e integran el Club de los Dolarizadores. Tampoco son nuevas sus recetas. Sin embargo, frente al desconcierto que muestra el equipo económico aprovechan para volver a la carga. “La idea está presente desde que Sturzengger estaba al frente del Banco Central. Por eso puso los animalitos en los billetes. Es parte de la decisión de ‘despolitizar’ la economía y la moneda”, señaló a PáginaI12 el ex director del BCRA, Pedro Biscay. “Dolarizar una economía es una respuesta económica a un problema político aunque la solución en el fondo también es política. El problema político es que la moneda exhibe una enorme pérdida de confianza de la población sobre el rumbo político y económico y la solución la presentan como si fuese neutral”, detalla Biscay. Resalta que con esa medida se pierde soberanía no solamente en el sentido de “reivindicación” sino hasta la posibilidad “de hacer política monetaria, en tanto y en cuanto es una dimensión para pensar el financiamiento de la actividad de un país o los mecanismos macro prudenciales para evitar las crisis sistémicas”, agregó el abogado. Sectores financieros presionan por dolarizar la economía. Con una fuga de divisas que se espiraliza, tasas de interés en niveles pre-default y un nivel de deuda inmanejable, los especuladores ven en la dolarización de la economía la única forma de asegurar sus ganancias. “Si vos dolarizas la economía desaparece el riesgo cambiario, pero el país se queda sin instrumento para regular el ciclo económico y nada garantiza que sin una moneda no vaya a haber más déficit externo. Y encima no lo se puede financiar. Recordemos los noventa. La convertibilidad fue un tipo fijo con efectos similares a una dolarización”, afirmó a este diario el ex presidente del BCRA, Alejandro Vanoli. A diferencia de la convertibilidad, la salida de una dolarización de la economía es muchísimo más difícil y traumática. Los casos actuales más cercanos y conocidos son Ecuador, quien no puede salir de esa trampa económica, y Grecia. “Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas de Grecia, tenía un plan para sacar a su país del euro, pero las presiones del bloque comunitario le impidieron esa salida. Por eso su crisis permanente. Por eso también Estados Unidos (que tiene todas sus herramientas de política económica disponibles) salió más rápido de la crisis que los europeos”, dijo Vanoli. El ex banquero central y titular de la consultora CinFin insistió en que la solución “no es quitar instrumentos sino atacar las causas: apertura importadora y fuga de capitales. Justamente, el problema es que el FMI no te deja intervenir”. “Hay una economía enferma que no produce dólares y no los atrae y los países que mejor afrontan las crisis son los que tienen todos los instrumentos. Si dolarizas no controlas la tasa de interés ni regulas el tipo de cambio, el cual queda fijado a la productividad del país emisor. ¿Y qué tiene que ver la productividad de Estados Unidos con la de la Argentina?”, concluyó el ex funcionario. “La solución es errónea porque el diagnóstico es equivocado. Es un problema político y la respuesta no puede ser tecnocrática”, coincidió Biscay.
Y por último algo sobre “The Alienist”, según el medio español ya mencionado.
En 1896, la ciencia forense es una disciplina inédita en el campo de la investigación policial, y las enfermedades mentales todavía viven en un limbo, a medio camino entre las creencias populares y los especialistas que son vistos con recelo. A este último grupo pertenece el doctor Laszlo Kreizler, un hombre que ha dedicado su vida al estudio de las patologías mentales y es conocido en la ciudad como ‘el alienista’ (…). Aparece un criminal en serie. Sus víctimas son jóvenes y niños que se ven obligados a prostituirse, adolescentes desahuciados por sus familias de los que no se preocupa nadie. El responsable de la policía Theodore Roosevelt pide ayuda a Kreizler para atrapar al criminal antes de que cunda el pánico en la ciudad.
Antes de convertirse en el vigésimo sexto presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt se labró una carrera política en el estado de Nueva York. Tras finalizar sus estudios de Historia en la Universidad de Harvard, en 1880 contrajo matrimonio y dos días después de nacer su primera hija enviudó, horas después de que se muriese su propia madre. Estas tragedias le llevaron a retirarse a una granja de Dakota del Norte.
Tras vivir un par de años como un auténtico cowboy, en 1886 regresa a Nueva York y reinicia su carrera política. El presidente Benjamin Harrison lo nombró miembro de una comisión sobre los funcionarios federales, un cargo que le sirvió para dar el salto y dirigir la prefectura de policía de Nueva York desde abril de 1895. Un puesto en el que se mantuvo dos años y desde el que aplicó medidas como el «domingo seco» con el que trató de poner fin al alcoholismo en el cuerpo.
Posteriormente se convertiría en secretario adjunto para la Armada y desde 1899 hasta 1901 ocupó el cargo de gobernador de Nueva York, hasta que en marzo de ese año pasó a ser Vicepresidente de los Estados Unidos. Seis meses después ascendería a la presidencia, un cargo en el que se mantuvo ocho años casi el fundador de la era que desembocaría en la hegemonía estadounidense global, imperialismo, para ser exactos.
La edad dorada de la ciudad de los rascacielos apuraba sus últimos años, y la ciudad oscilaba entre las lujosas mansiones de la Quinta Avenida y la suciedad y la pobreza de las calles del Bowery. La investigación del alienista y sus aliados les lleva a moverse por ambos escenarios, y en sus tramas se cuelan personalidades de la sociedad neoyorquina de la época. El personaje interpretado por Brian Geraghty, Theodore Roosevelt, posa junto a un hombre con una llamativa nariz sonrojada, John Pierpont Morgan. El empresario, banquero y coleccionista de arte fundamental en la alta sociedad de la época, esa a la que él mismo alude cuando le recuerda a Roosevelt las implicaciones que tiene su empeño por resolver el caso.