Descubrió este fin de semana que la hasta hoy ignota organización revolucionaria salió de gira por la calles porteñas de Recoleta y Palermo, encastrando paredes, muros y persianas. Se trata de una nota que, especialista el Pejerrey en zafar de los anzuelos y la redes, sabe por supuesto navegar entre ella, y afanarse alguna perlita, a veces de aguas profundas, otras de ríos barrosos, que no barrocos, que eso es otra cosa. Esta vez le toco el turno al ilustre Daniel Cecchini, platense se dice, periodista y rastreador de psiques, quien publicó lo que sigue – “El accionar de una organización extremista hasta ahora desconocida genera profunda inquietud en dos exclusivos barrios porteños. ¿Quiénes son Los Testigos de Lacan y por qué el Gobierno los investiga? – en el sitio Socompa. Pero antes lo de siempre: El Pejerrey (…) es el nombre que él mismo eligió (aun duda al respecto, como habrán leído en el título) a contramano de su primer bautizo, que le había llegado de arriba. Navega por las Redes, porque de redes sabe escapar. Para quienes aun no lo conocen recordemos que esta sección, cuyo título deriva de ciertos textos del sabio mexicano Alfonso Reyes – en el Descanso IX de su libro de obligatoria lectura “Diez descansos de cocina (Fragmento de Memorias de cocina y bodega y Minuta)”; Fondo de Cultura Económica; México; 1998) –, se dedica a retomar intervenciones en las llamadas redes sociales, en algunos casos con firmas conocidas y en otros no tanto, que hacen a la pugna por la sobrevivencia existencial de los habitantes de estas tierras, más allá de sus géneros, credos o no credos, colores, sean o no unicornios azules; identidades varias o pertenencias culturales. Luz, cámara y al abordaje.
Por Daniel Cecchini, en “Pintadas subversivas en Palermo y Recoleta” / Una investigación del Ministerio de Seguridad, a la que tuvo acceso exclusivo un equipo de analizantes de Socompa, determinó – luego de una intensa y profunda pesquisa – la existencia de un grupo fantasma que viene asolando con sus pintadas las paredes de los barrios porteños de Palermo y Recoleta, con epicentro en la zona conocida popularmente como “Villa Freud”.
El grupo se autodenomina “Los Testigos de Lacan” y, a juzgar por el contenido de las incendiarias improntas que dejan en las paredes, sus objetivos son profundamente desestabilizadores, al punto de proponer la subversión del sujeto en uno de los crípticos documentos que fueron exhibidos por funcionarios de esa cartera al equipo de analizantes de Socompa.
Estos documentos –que en la jerga del grupo llaman “seminarios” – están primorosamente editados en libros de tapas amarillas, con números amarronados que indican, según las fuentes de la cartera de Seguridad, el orden en que los adeptos deben leerlos para adoctrinarse en tácticas y estrategias para subvertir el orden constituido. “Semejante edición no puede hacerse sin financiamiento, seguramente proveniente del narcotráfico o del terrorismo internacional”, dijeron a Socompa.
Entre sus objetivos, Los Testigos de Lacan proponen una nueva sociedad que definen como “asociación libre”, cuyas reglas son claramente violatorias de la moral y las buenas costumbres.
El carácter potencialmente violento del grupo se trasluce en sus constantes alusiones a “la censura”, “la represión” y a un inquietante “retorno de los reprimidos”.
Funcionarios de la cartera de Seguridad sostienen que su organización interna parece ser rígidamente vertical, con grados militares de novedoso cuño que, desde la base a la cúspide de la pirámide jerárquica se ordenan de la siguiente manera: “yo”, “yo ideal”, “ideal del yo” y el superior de todos, el “superyó”.
No se trataría de una organización atea ni agnóstica, ya que en algunos de sus escritos se refieren a un misterioso “Padre de la horda”, que vendría a ser su dios.
Fuentes a las que tuvieron acceso exclusivo los analizantes de Socompa aseguraron que para sus operaciones clandestinas, los militantes de este grupo no utilizan las remanidas capuchas y pañuelos para ocultar sus rostros sino artilugios harto sofisticados: las mujeres suelen ocultarse debajo de flameantes pelucas pelirrojas –la mayoría furiosamente enruladas -, en tanto que los hombres falsean sus rasgos faciales con barbas, anteojos de gruesa montura y, en algunos casos, con pipas caladas en sus bocas.
A continuación, Socompa reproduce algunas de sus consignas, que el Gobierno asegura que son “de claro contenido desestabilizador y antigubernamental”, y los lugares donde fueron pintadas:
El inconsciente macrista está estructurado como un balbuceo
(Santa Fe y Coronel Díaz)
El deseo macrista es un deseo del Orto
(Agüero y Charcas)
El tesoro macrista del significante está guardado en la off shore del Otro
(Ayacucho y Las Heras)
El texto de Freud preferido por Michetti es “Pegan a un feto”
(Las Heras y Coronel Díaz)
Hacia una lectura duranbarbista de la tópica: Lo Real, lo Simbólico y lo Macrista
(Paraguay y Salguero)
Lilita es la voz del Presidente Schreber en Cambiemos
(Billinghurst y Juncal)
La metáfora macrista del Nombre de Padre es un testaferro
(Güemes y Arenales)
El objeto ‘a’ macrista está perdido en los Panamá Papers
(Las Heras y Billinghurst)
El síntoma macrista es el retorno de lo represor
(Santa Fe y Ayacucho)
La transferencia macrista no es amor sino despojo
(Peña y Austria)
Fuentes del gobierno consultadas por Socompa aseguraron que el Ministerio de Seguridad ha dispuesto el traslado de tropas de Prefectura y Gendarmería a la zona, mientras que el ministro de Defensa ha cursado órdenes a las tres Fuerzas Armadas para que brinden “apoyo logístico”.
(Nota del autor: Como decía Jorge Semprún, si este texto tuviera cualquier parecido con la realidad no sólo sería casual sino propiamente escandaloso).