La inminente aplicación de tarifas estadounidenses a productos chinos y la esperada respuesta del gigante asiático lleva hoy a analistas y medios a expresar que se vuelve real la guerra comercial entre ambas naciones.
Por Martha Andrés Román (*) / Tras meses de amenazas de fuertes gravámenes a los bienes de la nación oriental, la administración del republicano Donald Trump impondrá mañana aranceles del 25 por ciento sobre 818 mercancías de China por valor de 34 mil millones de dólares al año.
Cuando el jefe de la Casa Blanca se refirió a esas tarifas por primera vez en abril pasado, afectarían a unos mil 333 productos importados por valor de 50 mil millones anuales, pero tras recibir comentarios del público sacó 515 bienes de la lista y agregó otros 284.
Estos últimos, equivalentes a 16 mil millones de dólares al año, no serán gravados a partir de este viernes, sino que el Gobierno norteamericano esperará por nuevos comentarios para su entrada en vigor.
Por su parte, China reiteró hoy que responderá de forma automática y con similar magnitud a la anunciada alza de gravámenes sobre sus importaciones, y la Administración General de Aduanas recordó que a mediados del mes pasado quedó conformada una lista de 545 artículos norteamericanos también valorados en 34 mil millones.
Gao Feng, vocero del Ministerio de Comercio del país oriental, dijo a periodistas que en todo momento se mantuvieron a favor de evitar una confrontación, pero le corresponde contraatacar con igual peso en defensa de los intereses nacionales y de su pueblo.
Más allá de que Washington defienda sus medidas como respuestas a presuntas prácticas desleales chinas relacionadas con la adquisición de propiedad intelectual y tecnología estadounidenses, en el origen de la arremetida se encuentra el déficit comercial de 375 mil millones de dólares en el comercio de bienes con el gigante asiático.
El mes pasado, pareció que las tensiones bajaban con pláticas de alto nivel para para evitar una guerra comercial, las cuales incluyeron una promesa china de aumentar significativamente las compras de productos norteamericanos, pero de cualquier modo Trump decidió avanzar con las tarifas.
La aplicación de tales gravámenes se producirá en momentos en los que la administración Trump enfrenta batallas de ese tipo con aliados tradicionales como Canadá y la Unión Europea, por su aplicación de altos aranceles a las importaciones de acero y aluminio.
En medio de este panorama, los análisis tratan de enfocarse en cuáles podrían ser los sectores más afectados por las actuales políticas comerciales del republicano, que cuentan con la oposición de muchos miembros de su propio partido.
Expertos consultados por la agencia Associated Press consideraron que la puesta en práctica inicial de los aranceles probablemente causará poco daño a Estados Unidos, China o la economía global, pero si se mantienen, el impacto negativo se profundizará y se extenderá.
De acuerdo con economistas del Bank of America Merrill Lynch, una guerra comercial, especialmente una que dure más de un año, desacelerará la economía norteamericana al interrumpir las cadenas de suministro, erosionar la confianza empresarial y aumentar la incertidumbre.
Ello podría ‘empujar a la economía hacia una recesión en toda regla’ y poner en peligro la expansión económica de Estados Unidos, valoraron.
Además, muchos sectores sí sentirían inmediatamente los daños de las nuevas medidas, como los agricultores estadounidenses de soja, que envían alrededor del 60 por ciento de sus exportaciones a China.
Tales ventas ahora estarán sujetas a un arancel del 25 por ciento, lo que instantáneamente hará que sus cosechas sean mucho más costosas en esa nación.
A su vez, el Instituto Peterson, organización con sede en esta capital dedicada al análisis económico, alertó sobre las afectaciones para los productores norteamericanos, pues el 85 por ciento de los bienes golpeados por tarifas de Trump son maquinaria y componentes que emplean para mercancías terminadas
El resultado es que los fabricantes estadounidenses tendrán que pagar más por piezas y equipos, lo cual los pondrá en desventaja competitiva frente a los rivales extranjeros, consideró la institución.
Para Scott Kennedy, director del Proyecto de Economía y Negocios Chinos en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, el entusiasmo de la administración Trump por el conflicto ‘se erosionará a medida que el dolor económico y las consecuencias políticas de una guerra comercial comiencen a afianzarse’.
En ese momento, Estados Unidos estará más interesado en las negociaciones, y la parte china también querrá sentarse a la mesa, estimó el especialista consultado por la cadena CNN.
Pero mientras se esperan ese u otros posibles desenlaces, Trump ya orientó a su representante comercial Robert Lighthizer, que identifique productos chinos adicionales por valor de 200 mil millones de dólares para una eventual aplicación de aranceles del 10 por ciento.
(*) Periodista de la agencia Prensa Latina.